Los bancos comerciales obtienen su liquidez, o dinero, del Banco Central Europeo. Al subir su tasa de refinanciación, una de sus tres tasas clave, el BCE cobrará más por esa liquidez. Y a causa del efecto dominó, los bancos trasladarán esas subidas a sus clientes.
La compra de una vivienda será más complicada: la subida de los precios de los inmuebles, que ya se nota desde hace varios meses, debería continuar.
Las empresas, que han tenido un fácil acceso al crédito en los últimos años, también deberían verse afectadas. Los bancos podrían rechazar por ejemplo los préstamos a proyectos arriesgados.
Sin embargo, "los costes de la financiación inmobiliaria solo dependen en parte de las tasas de interés oficiales del BCE y también están determinados por la oferta y la demanda o la solvencia del prestatario", apunta Andreas Lipkow, analista de Comdirect.
En los últimos años, los bancos tenían que pagar un 0,5% cuando depositaban dinero en el BCE. Era una forma para alentarles a inyectar su liquidez en la economía.
El resultado fue que muchas entidades repercutieron ese cargo a sus clientes en forma de "comisión de custodia" si el saldo de sus cuentas corrientes superaba una determinada cantidad.
Ahora este coste adicional va a desaparecer.
La caída de las tasas de interés restablecerá los márgenes de las entidades bancarias, que deberían poder ofrecer una rentabilidad más atractiva en determinadas inversiones.
Sin embargo, es probable que pase algún tiempo antes de que se puedan volver a ganar intereses significativos con los ahorros, advierte Elmar Völker, analista de LBBW.
"Se espera que la subida de las tasas de interés básicas [y de las tasas de ahorro] no sea lo suficientemente grande como para compensar las elevadas tasas de inflación", apunta.
Al igual que los prestatarios y las empresas, los gobiernos que se financian en los mercados saldrán perdiendo.
Tras años de tasas de interés cero --o incluso negativas--, la carga de la deuda aumentará, reduciendo el margen de maniobra presupuestario de los gobiernos, justo en un momento en que las medidas de apoyo al poder adquisitivo les cuestan miles de millones de euros.
Durante años, los mercados de valores se han beneficiado de las bajas tasas de interés y de la llegada de dinero de los principales bancos centrales.
Frente a los bajos rendimientos de la deuda pública, los inversores fueron a buscar activos de riesgo, especialmente en la renta variable, y los mercados bursátiles se dispararon.
En las últimas semanas las bolsas mundiales se desplomaron a medida que los bancos centrales endurecían su control sobre la inflación.
Los valores tecnológicos se han visto especialmente afectados: el índice Nasdaq ya ha caído un 30% desde sus máximos de finales de 2021.
Y junio fue el peor mes de la historia del bitcóin, con una caída de más del 40%.
Pero como el BCE "actúa con mucha lentitud y comunica anticipadamente las subidas de tasas, los inversores han estado preparados durante mucho tiempo, lo que va en contra de grandes fluctuaciones" en los mercados bursátiles, señala Elmar Völker.