La ahora ex Primera Ministra británica, Liz Truss, no alcanzó a estar ni 50 días en el poder, agobiada por la profunda crisis que vive el país tras el fracaso de sus políticas económicas, que ocasionaron la pérdida de confianza de su propia colectividad, el Partido Conservador.
Pero la inestabilidad en uno de los cargos más importantes del Reino Unido no atemorizó a los mercados, e incluso los impulsó. De acuerdo a datos de Bloomberg, la libra esterlina y los bonos a diez años subieron tras conocerse la noticia de su renuncia, aunque hacia el cierre de la jornada la moneda no registró variaciones, y los bonos mantuvieron sus ganancias.
Truss tuvo una breve gestión marcada por el fallecimiento de la reina Isabel II, a quien alcanzó a conocer en su calidad de Primera Ministra, y el arribo al trono del ahora rey Carlos III. Con todo, su otro hito, y que empujó su salida, fue su programa económico.
Se trata de un plan que fue una de las principales banderas que levantó Truss para ganar las elecciones de su partido el pasado 5 de septiembre, el cual contemplaba una importante reducción de impuestos en medio de una inflación de dos dígitos en la economía británica.
Su gestión
La ex autoridad prometía un impulso total al crecimiento, pero su plan resultó inconsistente para los mercados financieros. Así, el principal error del mandato de Truss fue su ambicioso plan de recortes fiscales por 45.000 millones de libras (US$50.000 millones), en medio de la mayor inflación de las últimas cuatro décadas, que elaboró junto al ex ministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng, y presentó sin ningún análisis independiente de cómo se financiaría.
Tras conocerse el paquete de medidas económicas, y la mayor rebaja de impuestos en medo siglo, los mercados reaccionaron violentamente ante el temor de que obstaculizara la lucha contra la escalada de precios y desestabilizara las finanzas públicas.
La caída de la libra a un mínimo histórico frente al dólar, y la amenaza inminente de un descalabro de los bonos del gobierno (gilts), obligaron al Banco de Inglaterra a intervenir para evitar que se hundiera una parte clave del sector de las pensiones.
Truss y Kwarteng trataron de reparar el daño revocando primero una medida impopular de abolir el tipo del 45% del impuesto sobre la renta de las personas con mayores ingresos del Reino Unido. Luego, el 14 de octubre, Truss despidió a Kwarteng y desechó su plan de congelar el impuesto de sociedades el próximo año.
Fue así como el remplazante de Kwarteng, Jeremy Hunt, deshizo la mayor parte de lo que quedaba de la estrategia económica tres días después, dejando la credibilidad de la premier por los suelos.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo que las propuestas, que llevaron a la libra a un mínimo histórico de US$1,0327 el lunes, se sumarían a una crisis de credibilidad después de que el Gobierno recortó los impuestos y aumentó el endeudamiento justo cuando el Banco de Inglaterra eleva las tasas de interés para hacer frente a la creciente inflación.
"Dadas las elevadas presiones inflacionarias en muchos países, incluido el Reino Unido, no recomendamos paquetes fiscales grandes y sin objetivos en esta coyuntura, ya que es importante que la política fiscal no funcione en contra de la política monetaria", señaló el Fondo.
Mientras que la agencia de calificación Moody´s, en un comunicado, expuso que los grandes recortes fiscales sin financiación eran "negativos desde el punto de vista crediticio" para Reino Unido, con el riesgo de un aumento estructural de los costos de financiación que podría debilitar la economía.
Liz Truss asumió el pasado 6 de septiembre en reemplazo de Boris Johnson, quien dejó el cargo sumido en una serie de polémicas, como las fiestas clandestinas celebradas en Downing Street 10 mientras todo Reino Unido estaba confinado por la pandemia de covid-19.
Es el propio Johnson quien ahora suena como uno de los candidatos a suceder a Truss. Otros aspirantes que asoman en la carrera son el ex ministro y ex candidato al liderazgo conservador Rishi Sunak, el actual ministro de Finanzas, Jeremy Hunt, y la personera encargada de las relaciones con el Parlamento, Penny Mordaunt.