Lo de Argentina es una "déjà vu" constante y el sector enérgico no es la excepción. Es que en un país productor de combustible, la gasolina escasea por estos días, un fenómeno que ya ocurrió en el pasado y que estalló nuevamente, generando un nuevo foco de tensión política en plena campaña electoral.
Todo, derivado de la intervención que hizo el Gobierno en el mercado al fijar precios. El candidato presidencial y ministro de Economía, Sergio Massa, eso sí, ha intentado desmarcarse de toda responsabilidad, apuntando a las empresas petroleras por, supuestamente, retener stock por "especulación". De hecho, el domingo dio un ultimátum: "Si el martes a la noche no está resuelto (el desabastecimiento), no van a poder sacar un barco" de exportación de petróleo. "Primero el petróleo argentino es para los argentinos", subrayó.
Desde el sector empresarial, en tanto, responden que no hay combustible. La semana pasada las estaciones de servicio de todo el país, agrupadas en la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines de la República Argentina (Cecha), habían advertido la semana pasada sobre los crecientes problemas en la provisión de combustibles y pidieron al Gobierno "arbitrar las medidas conducentes a regularizar la situación".
En la práctica, buena parte de la culpa la tendría Massa. Las compañías señalan que los precio del litro de gasolina y diésel están en los valores más bajos de por lo menos los últimos 10 años. Entre ellas, YPF, la empresa controlada por el Estado que abastece a más del 55% del total de las ventas de combustibles.
Para Javier Milei, el candidato de La Libertad Avanza (LLA) que enfrentará a Massa en el balotaje de diciembre, no ha dejado pasar esta oportunidad para golpear a su contrincante, señalando que el desabastecimiento es "una postal del futuro" si es que gana la carta peronista.
Mientras tanto, las largas filas de autos en las estaciones de servicio a la espera de gasolina suman seis días en muchos lugares de Argentina. En algunos casos, la venta de combustible está racionada.
Desde el pasado jueves que los autos varados en medio de la ruta y otras estacionados en sitios poco habituales son postales comunes.
La situación incluso está afectando a chilenos que cruzaron a Mendoza para pasar el fin de semana largo. La escasez de gasolina sumado a un temporal que golpeó a la zona ha sido un cóctel complejo de digerir que sorprendió a miles de turistas nacionales.
El Paso Los Libertadores fue cerrado desde el viernes debido a un "frente meteorológico adverso en alta montaña", según la Coordinación Argentina del Sistema Integrado, complicando el retorno de unos 20 mil chilenos, quienes además están padeciendo la falta de combustible en el país trasandino, lo que los imposibilita para viajar a otros pasos fronterizos más lejanos.
¿Por qué falta combustible?
Argentina produce alrededor de 630 mil barriles diarios de petróleo, de los cuales necesita poco más de 500 mil para satisfacer el mercado interno. Este año, se exportó alrededor del 20% de la producción total: 119 mil barriles diarios. Por lo tanto, el país no tiene un problema de faltante de petróleo. La capacidad de refinación permite que el país sea autosuficiente en gasolina, pero todavía necesita importar entre el 15% y 20% del consumo total de diésel.
Lo anterior, es un punto clave para entender el desabastecimiento actual.
En los últimos meses creció la brecha de precios entre los valores internacionales y los locales. Mientras que la cotización Brent que se toma de referencia en el país está en torno a los US$89, en Argentina el barril criollo de petróleo se comercializa a US$56.
Si bien esta distorsión genera un incentivo a que las empresas aumenten sus exportaciones en vez de vender su producción de petróleo en el mercado local, la legislación los obliga a mantener abastecido el mercado interno antes de comercializarlo al exterior. Por lo tanto, antes de exportar, las empresas deben ofrecer su producción a las refinadoras locales. Esta operación es controlada por el Ministerio de Economía.
Sin embargo, hay un problema con la importación de combustible, ya que las empresas no están obligadas a operar a pérdida. En parte, las refinadoras importan lo mínimo e indispensable de buques de diésel para abastecer a sus clientes (las estaciones de servicio), pero si el consumo aumenta por sobre los volúmenes establecidos en los contratos, no tienen incentivos para importar más.
Además, las empresas que importan diésel enfrentan un problema adicional. Como el Banco Central no tiene dólares en sus reservas, las refinadoras, además de importar a pérdida, deben recurrir a sus casas matrices para financiar las compras del exterior, aumentando así la deuda comercial.
Y aunque el Gobierno prometió facilitar dólares al cambio oficial y las compañías anunciaron una importación de 10 buques, lo que debería ayudar a la regularización de abastecimiento, el problema de fondo continuará mientras dure la brecha de precios, que incentiva a su vez a que los ciudadanos de países limítrofes (como Chile) crucen la frontera para cargar combustible más económico en Argentina.
El factor YPF
La empresa con control estatal estuvo en el foco de las acusaciones recientes por la falta de combustible, si bien Massa buscó defenderla. La petrolera es responsable por el 37% de la producción total de petróleo y por el 56% del total de ventas de combustible (nafta y gasoil).
La compañía tenía programadas paradas técnicas para realizar mantenimiento en sus refinerías de La Plata y de Luján de Cuyo (Mendoza). Se trata de un procedimiento común en la industria, pero que tuvo mayores consecuencias debido a las restricciones cambiarias del Banco Central.
Cuando las empresas bajan su capacidad de refinación por los mantenimientos de rutina, se suelen aumentar las importaciones para no afectar el abastecimiento. Sin embargo, en los últimos meses el Banco Central también limitó el acceso a dólares a las empresas controladas por el Estado, lo que obligó a que tres buques proveedores de YPF debieran quedar anclados a unos pocos kilómetros de la costa argentina a la espera que se les gire el pago.
Desde hace meses, además, YPF sufre las consecuencias de mantener congelados sus precios. Mientras que las otras empresas aplicaron al menos tres microaumentos, la compañía con control estatal se mantuvo firme ante el pedido de su principal accionista: el Estado, a través del Ministerio de Economía.
Esto hizo crecer aún más la brecha de precios entre YPF y su competencia. Solo en CABA, en algunas estaciones hay más de $30 de diferencia por litro de nafta, mientras que en el interior, la brecha es mayor.