La inflación ha golpeado con fuerza el bolsillo de los chilenos. Y si hay un área en la que más afecta es en la de los alimentos, cuyo precio, afortunadamente, había venido bajando sostenidamente desde enero.
Pero esta realidad se revirtió en octubre, cuando el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de alimentos registró un alza de un 0,9%, elevando la inflación en esta área a un 8% en 12 meses.
Esta cifra, superior al IPC general que bajó al 5% a doce meses, se suma a los resultados entregados por la Encuesta de Presupuestos Familiares, que mostró que los hogares gastan en promedio un 21,2% de sus ingresos en alimentos y bebidas no alcohólicas.
Esta cifra se agrava al ver la diferencia entre quintiles: el de mayores ingresos gasta un 13% en este ítem, mientras que el quintil más pobre destina un 32%.
Según explica María Emilia Undurraga, decana de la Facultad de Ciencias de la Naturaleza de la Universidad San Sebastián y ex ministra de Agricultura, "a pesar de la baja en el IPC general, el de los alimentos muestra una pequeña alza que preocupa".
En ese sentido, asegura que "el seguimiento al precio de los alimentos para los consumidores es relevante para tomar medidas en cuanto a la producción y desarrollo de políticas que puedan apoyar el acceso a alimentos saludables".
Con esta realidad en cuenta, la Universidad San Sebastián elaboró el "Informe de precio de alimentos y seguridad alimentaria", cuyo objetivo es analizar los datos de la inflación de los alimentos tanto a nivel nacional como internacional, la proporción de gasto de los consumidores en ellos y su evolución durante este año.
El informe detalla -por ejemplo- el alza anual de un 111,6% en el precio de las papas. Esto se debe, explican desde la institución, a la menor oferta por el aumento del precio de los fertilizantes durante la temporada pasada, el aumento en la demanda y la afectación por las condiciones climáticas.
El informe indagó también en los resultados de la cuesta Casen, en materia de seguridad alimentaria. Y encontró un dato preocupante: un 43,3% de la población chilena mencionó comer menos de lo que pensaba por falta de dinero, y un 36% se preocupó por no tener suficientes alimentos debido a la misma razón.
El informe concluye que la seguridad alimentaria es un desafío vigente en nuestro país, agravado por la creciente inflación de los precios de los alimentos, resaltando la importancia de abordar esta problemática de manera integral y urgente debido a la combinación de factores económicos, climáticos y sociales.
