El consejo del Banco Central analizó bajas aún más agresivas a la tasa de interés en su reunión de enero. Sin embargo, optaron por no "sorprender" para no generar "una volatilidad innecesaria en algunos precios financieros, lo que terminaría afectando la correcta transmisión de la decisión del consejo".
Lo anterior, según la minuta de la última Reunión de Política Monetaria (RPM) que llevó a cabo a fines de enero el consejo del instituto emisor, en la cual que se decidió bajar la Tasa de Política Monetaria (TPM) en 100 punto base de 8,25% a 7,25%. Pero en la reunión también se estudió la opción de recortes de 125 puntos y 150 puntos.
De hecho, el consejero Luis Felipe Céspedes se inclinó por reducir la tasa rectora en 125 puntos base.
De todas formas, según la minuta, todos los consejeros concordaron en que la evolución del escenario macroeconómico daba cuenta de una inflación que estaba convergiendo a la meta de 3% a una velocidad mayor que la prevista hace un tiempo.
"Más allá de la sorpresa de diciembre -que había sido importante-, la inflación acumulaba varios meses en que se reducía más rápido que lo esperado, en un contexto en que se estimaba que la economía ya había reducido la brecha de actividad y en que las expectativas de inflación se encontraban alineadas con la meta de 3% a dos años plazo", señaló el documento.
En ese escenario, hubo acuerdo en que la TPM debería llegar a su nivel neutral durante la segunda parte de 2024. Por lo mismo, todos los consejeros estimaron necesario recortes de tasas más agresivos que los contemplados en el escenario central del IPoM de diciembre.
"Varios consejeros consideraron las opciones de recortar la TPM en 100 y 125 puntos base. Un consejero estimó adecuado analizar la reducción de 150 puntos base, aunque agregó que para aplicar un cambio de ese orden en la estrategia de política monetaria sería preferible esperar el próximo IPoM", acotó la minuta.
Todos los consejeros coincidieron en que las opciones planteadas reflejaban la necesidad de ir reduciendo la restricción monetaria a un ritmo más rápido que el previsto hace un tiempo. "Por lo mismo, las diferencias respecto de implementar una u otra pasaban más por componentes tácticos. La opción de reducir la TPM en 100 pb tenía la ventaja de que no constituiría una gran sorpresa para el mercado, pero debía ser acompañada de una comunicación clara en cuanto a que la TPM llegaría a su nivel neutral antes que lo previsto en el IPoM de diciembre".
"Ello privilegiaba el señalizar antes que sorprender, lo que tenía especial valor en condiciones de mayor volatilidad e incertidumbre", añadió el comunicado.
En ese sentido, agregó que "varios consejeros señalaron que una baja por sobre 100 pb podía constituirse en una sorpresa que podría generar una volatilidad innecesaria en algunos precios financieros, lo que terminaría afectando la correcta transmisión de la decisión del consejo. Mencionaron que una de las características deseables de la política monetaria era su predictibilidad".