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Roberto Méndez: "Sería una gran desgracia que este nivel de indiferencia se mantuviera hasta las elecciones"

El académico de la Escuela de Gobierno UC ve con preocupación que "nadie se la está jugando" por el proyecto constitucional y postula que todos los actores políticos debiesen tomar un rol, sobre todo la administración del Presidente Boric.

30 de Junio de 2023 | 14:08 | Por Nadia Cabello, Crónica Constitucional
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El Mercurio
Roberto Méndez, académico de la Escuela de Gobierno de la U. Católica y expresidente de Adimark, le ha tomado el pulso a la opinión pública por años. Por lo mismo, el proceso constitucional no le es indiferente y sus palabras revelan algo de preocupación.

Le inquieta la desafección que ve en la ciudadanía y también cómo "todo lo que está pasando, lo que ha pasado y lo que va a pasar, políticamente, afectan al proceso". Ahí incluye desde el contexto post estallido hasta la próxima conmemoración de los 50 años del Golpe y “estos escándalos que ha habido en las últimas semanas, el tema de la fundación y Revolución Democrática (RD). Sería muy ingenuo pensar que esas cosas no van a tener efecto sobre este proceso". Por eso, advierte, "todos los actores políticos tienen que ser muy responsables en esta etapa, porque sus acciones no solamente tienen consecuencias coyunturales inmediatas, sino también en si este proceso fracasa o si logramos una Constitución que una al país y le dé cierta estabilidad".

¿Cuál debiese ser, en este contexto, la actitud de los consejeros para que el proceso llegue a buen puerto?

—Ellos debiesen ser los actores principales hasta la votación. Así está diseñado el proceso. Y no puede ser indiferente a los consejeros que el proyecto se apruebe o no. Uno de los problemas que tiene en este momento el anteproyecto es que no tiene vocero. Y llama mucho la atención, por ejemplo, que los líderes del Consejo, la presidenta Beatriz Hevia o el consejero Silva, hayan manifestado que no les interesa cambiar la Constitución. Es muy raro un barco en que el piloto dice que no le interesa el viaje.

"Por otra parte, uno ve que los diferentes grupos políticos tampoco se manifiestan mucho: ni la izquierda, la centroizquierda, el Socialismo Democrático, la centroderecha, el centro, Amarillos, la derecha, ni la extrema derecha. Es un proyecto que yo veo un poquito huérfano".

¿Nadie se la está jugando por él?

—Nadie se la está jugando. Los más entusiasmados son los miembros de la Comisión Experta, que lo redactaron, pero ellos están imposibilitados de actuar como representantes en esta etapa. Y por supuesto, uno de los actores principales que está teniendo una posición neutral es el Gobierno porque, a diferencia de la Convención en que sí era un actor comprometido, hoy está ausente.

¿Qué debería hacer el Gobierno?

—Yo creo que debiera apoyar el proceso. No jugarse por una opción determinada, pero sí por que el proceso sea exitoso, que termine con una Constitución ampliamente aprobada y consensuada. Esa meta debería y podría ser la del Presidente Boric. En cierta manera, su figura política creció cuando él se la jugó en noviembre del 2019 por el acuerdo constitucional, en contra de su sector. Fue el origen de la carrera que lo llevó a la Presidencia. No tiene sentido que ahora se baje. Y, probablemente, dado los fracasos políticos que ha tenido su gobierno y la imposibilidad de materializar su proyecto original, llevar a cabo una Constitución y pasar a la historia como un Presidente que haya conducido el proceso haría mucho sentido. Le daría un sentido, quizá el único sentido posible que le queda al gobierno del Presidente Boric.

"Yo creo que para la nueva izquierda, como la ha llamado Noam Titelman, este período ha sido una derrota lapidaria porque a las dos derrotas políticas, en las elecciones de septiembre y mayo, con el escándalo de RD se suma esta derrota moral que era lo que le quedaba al sector que ascendió al poder con Boric. Y se suma la falta de proyecto político. Yo sigo a pensadores cercanos al Frente Amplio, como Titelman o Carlos Ruiz, y lo que ellos más le hacen ver al Frente Amplio es la falta de proyecto político. Entonces, tienes un sector que no tiene proyecto político y que ha sido derrotado política y moralmente".

¿Solo le queda la Constitución?

—La búsqueda de un proyecto para ese grupo y para el Presidente Boric, en particular, es prioritario y eso podría ser la Constitución. Yo creo que si uno lo amarra al origen, a la apuesta de él en 2019, este podría ser su proyecto para lo que le queda de gobierno, pero no me queda claro que lo esté asumiendo ni que vaya para ese lado.

¿Puede complicarle esa decisión, el que la mayoría en el Consejo sea la oposición?

—Es que no sabemos cuál va a ser el proyecto final, pero el proyecto de la Comisión Experta es muy bueno y políticamente fue un éxito: logró que desde el PC hasta el P. Republicano estuvieran de acuerdo. Hay que aprovechar eso. El proyecto tiene cuestiones que no estaban en las constituciones anteriores de Chile y que son atractivas para sectores, por ejemplo, de la izquierda. Por primera vez se reconocen los pueblos originarios. No es la plurinacionalidad extrema de la Convención, pero que sean reconocidos constitucionalmente es un gran logro. Otra área que incluso hay sectores de la derecha que están muy preocupados es que el anteproyecto amplía el derecho a huelga y lo independiza de la negociación colectiva. Esa es una aspiración de la izquierda muy sentida.

"Son discutibles a lo mejor esas normas, pero por dios, este no es un proyecto de derecha. Tiene de dulce y de agraz para todos los sectores, pero es en lo que hemos convergido. Eso el Gobierno podría considerarlo. Además, tiene el efecto simbólico de que termina una Constitución que tiene esta duda de legitimidad y que se ha transformado en un problema. Desde 2019 hemos vivido con una Constitución muy debilitada, que ha permitido errores. Estas reformas para los retiros de fondos de pensiones son un absurdo. Por eso es tan urgente y es un segundo motivo para que sea el proyecto del Gobierno. Aquí hay mucho en juego para todos los actores, especialmente para el Gobierno".

¿Quién pierde más si este proceso no resulta, el Gobierno o el P. Republicano?

—Yo creo que todos pierden porque este proceso es la posibilidad de un proyecto histórico para Boric, pero quizás también el P. Republicano, que tuvo este éxito tan sorpresivo en la elección de constituyentes, tiene la posibilidad de establecerse como una fuerza política permanente con aspiraciones presidenciales. Depende también de que hagan bien esta tarea para la cual fueron elegidos. Los republicanos tienen que entender que la gente los eligió para sacar adelante esta Constitución y si no sale va a ser un fracaso. Si uno entiende estas presiones y estos incentivos, lo más natural sería que de aquí a las próximas semanas o meses viéramos una convergencia del Gobierno y de los republicanos para que el proceso tenga éxito. Eso depende en gran medida de que la población entienda la importancia de que tengamos una Constitución consensuada y que esta es la oportunidad.

Gonzalo Cordero afirmó que el PC podría no apoyar hasta el final este proceso. ¿Qué percepción tiene usted?

—No estoy seguro. El PC siempre llega último a todo, desde el plebiscito de 1988 que rechazó, rechazó, hasta que se subió. Y en el proceso del 2019 también se opuso y al final terminó ahí adentro. Creo que para ellos va a ser más difícil, pero si Apruebo Dignidad se sube a esto, liderados por el Presidente, van a terminar subiéndose.

¿Qué debiese hacer el Presidente?

—Debiera llamar a participar. Las universidades, la U. Católica, de la cual yo soy parte, junto con la U. de Chile y otros planteles tienen un proceso de participación para generar discusión. Hay que meterse dentro del contenido, que nadie lo ha hecho. No hay nadie promoviendo la discusión. Eso es lo que podría hacer el Gobierno.

¿Qué le falta a este proceso para que la gente se interese?

—Yo creo que le faltan actores. Es un proyecto que está despersonalizado. No hay gente a favor, tampoco en contra. Hay un proyecto, el de los expertos, pero no se conoce. Es un proceso que está ocurriendo en silencio, separado de la opinión pública. Pero esto debiera corregirse. He estado optimista viendo las iniciativas populares.

¿Se puede revertir, entonces?

—Sí, pero creo que todos tenemos que tomar esa responsabilidad. Sería una gran desgracia que este nivel de indiferencia se mantuviera hasta las elecciones. Yo tengo confianza de que se va a producir esa participación y que el espíritu del proyecto de los expertos va a trascender. Ese logro, cómo del PC al P. Republicano se pusieron de acuerdo, tiene que ponerse en la opinión pública, entenderse los puntos que son discutibles y que se discuta sobre ellos. Si el tema laboral, con esto del derecho a huelga, es un tema conflictivo, entonces discutámoslo. Que la CUT diga por qué está de acuerdo y salgan otros sectores que están en contra. Ese tipo de cosas hay que ponerlas sobre la mesa y discutirlas, aunque haya diferencias. Lo tremendo sería que ninguno de esos temas se discutiera y nadie supiera qué va adentro de la Constitución. Por eso digo que es tan importante la vocería.

¿Quién debiese tomar ese rol?

—Bueno, por eso para mí fue muy desilusionante escuchar a la presidenta Beatriz Hevia, que creo que lo ha hecho bien y es una persona muy respetable, pero ella dice que no le interesa (...). Podría haber sido la Comisión Experta que asuma algún tipo de defensa públicamente.

Ellos están defendiendo su anteproyecto ante los consejeros.

—Eso está ocurriendo adentro, pero hay que salir del ex-Congreso. Se corren algunos riesgos, claro, porque es mucho más seguro discutir en un ambiente cerrado, pero como es un proceso democrático, esta tarea no se puede obviar. Y yo creo que es una tarea para el Consejo, para los expertos, para el Gobierno y para los partidos políticos que tampoco pueden sentarse a mirar. Aquí hay una parte de la tarea que no se está haciendo y, como esto es un proceso democrático, eso es grave y puede llevar al fracaso.

Sobre la Convención, se dijo que había una sobreexposición que afectaba el debate. ¿Ahora se fueron al otro extremo?

—El proceso completo se fue para el otro lado en una forma un poquito exagerada. Es cierto que eso (el proceso de la Convención) fue un exceso, se transformó en un espectáculo y terminó en un desastre, pero no por eso tenemos que hacer un proceso hermético, cerrado, que nadie sabe lo que está pasando, porque la democracia no funciona así. Lo que queremos lograr es un gran acuerdo nacional, que la gente se ponga de acuerdo. Ya hay normas escritas con ciertos acuerdos que se tienen que cumplir. Cómo quede redactado cada artículo creo que hoy día es menos importante que lograr el acuerdo de los chilenos. Eso es lo que le puede dar estabilidad al país para los próximos 20 o 30 años.

"A lo mejor hay un excesivo miedo a la discusión y ojalá todo pasara colado. No. Aquí se necesita abrir la discusión sobre algunos temas, no que nos tiremos los platos por la cabeza o que el país se divida, pero sí que se discutan. Nos fuimos de la farándula pública, que fue un poco la Convención, al silencio de la cámara oscura. Yo no le tendría miedo a que ciertos temas se discutan por eso hay que ponerlos sobre la mesa".

La última encuesta Cadem muestra que si bien el Rechazo se mantiene en 53%, el Apruebo subió tres puntos. ¿Podría ser indicador de un cambio?

—Ojalá la aprobación siga aumentando. Yo celebro que Cadem lo esté midiendo todas las semanas porque nos está dando una pista de cómo se está moviendo la opinión pública. Para mí, el diagnóstico es indiferencia y desconocimiento. En la medida que algunos actores empiecen a tomar posiciones o temas empiecen a ser discutibles para ciertos grupos, eso va a empezar a cambiar.

¿Tiene esperanzas en que el proceso funcione?

—Sí. Tengo esperanzas porque sería muy grave que no funcionara. Tanto para el Gobierno como para el sector político y el P. Republicano, los incentivos están. Yo creo que para el Gobierno en algún momento va a ser claro que obtener una Constitución mayoritaria puede ser su gran legado.

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