Nada más típico que pensar que los problemas que tiene un trabajador con su familia deben quedarse en casa y no interferir en su trabajo. Este pensamiento está anclado en la cultura de muchas empresas y puede ser el origen de una serie de problemas productivos que a lo mejor la hacen menos rentables.
Pero la tendencia va cambiando. Los esfuerzos de algunas corporaciones, movidos por una nueva corriente o filosofía de trabajo, están invirtiendo las prioridades y colocando en primer lugar, dentro de la empresa, la vida familiar de los trabajadores.
“Productividad y calidad de vida”. Este fue el tema que abordó
ComunidadMujer en conjunto con la Escuela de Administración de la Universidad Católica que lanzaron el Programa Acción, Familia y Trabajo destinado a investigar y generar propuestas que ayuden a conciliar el mundo laboral con el familiar o, a lo menos, bajar la tensión que se produce entre ambos, especialmente en el caso de las mujeres.
El tema fue abordado por dos expertas norteamericanas,
Vicky Lovell y Lotte Bailyn, quienes expusieron los cambios que ya se están registrando en algunas empresas de ese país. Las expositoras dieron cuenta de la realidad del mercado laboral en Estados Unidos, donde las mujeres y los hombres tienen asegurado la accesibilidad a las fuentes laborales gracias a una serie de normas que no posibilitan la discriminación.
Cambio de prioridades
La profesora de Harvard Lotte Bailyn expuso los cambios que algunas empresas y corporaciones se han aventurado realizar para conseguir una mayor productividad interna.
Planteó que
la creencia en Estados Unidos fue por muchos años que el acto de tener un hijo y formar una familia era una decisión de carácter individual que queda restringido al ámbito particular y por lo tanto, no debía interferir en el trabajo y no tenía porque tener una relación con él.
En este panorama, algunas voces se levantaron para señalar que
había que hacer cambios en las prácticas laborales de manera de permitir vidas productivas y satisfactorias a los empleados, o sea, hacerlos más eficientes, pero con una mejor calidad de vida.
Caso chileno |
El Banco Santander Santiago ha estado, en los últimos años, dentro de las empresas que ocupan los primeros puestos en el Best Place to Work y los Mejores Empresas para Madres que Trabajan.
Su presidente, Mauricio Larraín, explicó cuál ha sido la política implementada que les ha permitido ello. Indicó que ellos se convencieron de que una buena calidad de vida de los trabajadores traería mayor rentabilidad a la empresa y así ha sido. “Ambas cosas no son incompatibles”, dijo.
Sostuvo que una empresa de excelencia necesita atraer talentos y retenerlos y para conseguir aquellos se requiere tener un buen lugar de trabajo y por eso, las políticas se aplican desde el presidente para abajo, convencidos de que es necesario. Así se busca que las madres no tengan que optar entre trabajo y familia.
Las políticas pro activas deben ser parte de la cultura de la empresa, señaló Larraín, quien agregó que un método moderno de trabajo debe estar enfocado en la consecución de objetivos y metas y no en el control del tiempo dedicado al trabajo.
“Si alguien debe trabajar horas extras o los fines de semana quiere decir que no está capacitado para ese puesto y las responsabilidades le quedan grande”, sostuvo.
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Uno de las primeras barreras que se detectaron fue la aplicación de un modelo de trabajo que se fundamentaba en el control y el tiempo que los trabajadores pasaban en sus lugares de trabajo, creyéndose que si algunos terminaban antes de la jornada establecida o eran poco creativos o el trabajo que realizaban no era suficiente.
Entonces se estuvo dispuesto a cambiar la forma de trabajar, permitiendo flexibilidad horaria e incluso tele trabajo desde el hogar y las cosas cambiaron sustancialmente, mejorándose los parámetros de productividad, eficiencia y calidad en el servicio.
Lotte Bailyn planteó entonces que las empresas deben cambiar el orden de sus prioridades, colocando las necesidades personales de sus trabajadores en el primer lugar y eso incluye considerar su vida familiar.
Según dijo, al
colocarse las necesidades familiares de los empleados al principio de la pirámide se logra promover cambios en la forma de trabajar que se traducen en mayor productividad.
Bailyn agregó que además, las empresas deben recoger e incorporar las habilidades familiares de sus trabajadores y promover que ellas las usen en el trabajo, porque se logran mejores metas.
“La segregación familia/trabajo es negativa porque se pierden las habilidades que el trabajador aplica en su vida cotidiana para resolver eficientes sus problemas”, expresó.
Insistió en que si las empresas siguen pensando que los trabajadores deben concentrarse en su trabajo, porque alguien más cuida de su familia, lo único que conseguirán es menor productividad, mayor ausentismo laboral.
Interesante realidad
Vicky Lovell hizo presente que las mujeres siguen, mayoritariamente haciéndose cargo del trabajo doméstico y el cuidado de la familia y tienen una menor presencia en el mundo laboral. Igualmente, representó en dos ejemplos que la división de roles se perpetúa culturalmente a pesar de las normas que aseguran la igualdad: el 92% de los enfermeros siguen siendo mujeres y el 96% de los bomberos continúan siendo hombres.
Los cambios legales que se empezaron a implementar en EE.UU. en los ’60 favorecieron los avances de las mujeres en el mercado laboral, pero éstas siguen estando subrepresentadas. Sólo hay 71 de 435 congresistas; 16 de 100 senadores y 9 de 50 governadores. O sea, algo pasa.
Un dato interesante: recién en 1993 se dictó la ley Familia y Licencias Médicas que entrega a los trabajadores, ya sea hombres y mujeres, la posibilidad de tomar una licencia para cuidar un familiar enfermo asegurándoles 12 semanas de trabajo protegido.