Alex y Sophie son lo que se llama unos fracasados. Él no puede superar su pasado exitoso como cantante pop –ni tampoco la traición de su compañero de pistas- y ella es una insignificante vendedora que dedica su tiempo a regar plantas ajenas.
Las vueltas de la vida los cruzan en momentos en que no tienen nada de atractivo; se ven amargados, temerosos y están claramente inmovilizados. Sin embargo, juntos se pueden convertir en dinamita.
Ése es el argumento central de “Letra y música”, un rebuscado título para esta comedia, donde dos personas que marcan siempre negativo logran apoyarse mutuamente, superar sus penas y construir un futuro mejor. Es más logran construir una buena canción.
El film permite visualizar como los miedos pueden recluir a las personas, alejarlos de la felicidad y llevarlos a tener una autoestima inferior a la de un gato. También posibilita descubrir que después de todo día gris, viene uno soleado; que las buenas cosas en la vida están en lo más insignificativo y que nadie debe sentirse tan disminuido como para dejarse pasar a llevar por otros.
Ver a Hugh Grant en Alex es encantador y a Drew Barrymore en el rol de Sophie, enternecedor. Ambos se lucen en sus papeles y logran darle un giro a una comedia que en sus inicios se ve muy kischt.
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