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"Necesitaba sentir un espacio de libertad"

Más conocido por sus personajes que por su verdadero nombre, descubrió de a poco que lo suyo era la actuación. La necesidad de expresarse y su interés por las artes lo llevaron a un mundo que no era el suyo, pero que lo ha hecho muy feliz. No obstante, su profesión es sólo parte de su vida, porque sus hijos y su mujer son su chochera.

24 de Julio de 2007 | 09:35 |
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"¿Fumémonos un cigarrito?", pregunta amable y cortés antes de empezar la fragmentada entrevista. Es que no ha sido nada de fácil conseguir conversar con él, porque su agenda está muy ocupada; no obstante, nos cita durante la grabación de la teleserie nocturna "Alguien te mira", en el set de TVN y ni siquiera tiene tiempo para cambiarse de ropa para las fotos: "Aclara que estoy vestido del personaje; yo no uso corbata ni soy tan formalito", dice riendo.

Y a pesar que debe entrar a grabar una y otra vez, no pierde la calma ni el buen humor; se da el tiempo para responder largo y pensado –es muy racional- y luego, cuando sus escenas ya han terminado, se distiende, conversa de la vida, se ríe y la hora se pasa volando... ¡cuatro horas en el canal! que ni se sienten por su gran carisma.

Tiene 36 años, nació el 16 de enero de 1971 y viene de una familia bastante tradicional. Antes de decidir estudiar teatro, estuvo dos años en Derecho en la Universidad Diego Portales, pues, siendo el mayor de los cuatro hombres de la familia, le parecía absolutamente lógico seguir los pasos de su padre. Eso sí, primero se dio un año de "bartola", como él dice, en el que se dedicó a jugar paddle y a hacer exhibiciones de ese deporte a lo largo de Chile con un primo.

-¿Tenías dudas ya antes de entrar a derecho?
"Tenía claro que el área era humanista. Primero pensé en psicología, pero mi promedio rojo en matemáticas de I a IV medio me hacía pensar que no era una muy buena opción, por las estadísticas. Así que dije no, sí, ya, es derecho; además en el colegio siempre me echaban harta talla por una cierta capacidad verbal, oral y de discusión.
"Pero me di cuenta que el derecho no tenía ninguna capacidad de creación y yo tenía la imperiosa necesidad de expresarme ya, no de esperar años y años; creo que eso fue lo que más me impulsó a dar el paso".

-¿Que querías expresar con tanta urgencia?
"Una mirada, un punto de vista sobre lo que estaba pasando que no era, para mí, postergable. Por otro lado, quería que esa expresión fuera de una manera totalmente libre, que no me sintiera censurado; en derecho sentía que había tanta jerarquía que respetar, tanta venia que hacer, tanta espalda que palmotear y yo no sirvo para eso. Necesitaba sentir un espacio de libertad. Sentía que el arte permitía eso; más en un momento que todavía había muchos resabios de dictadura".

-¿Una necesidad contestataria?
"Sí, pero también biográfica. Con el tiempo me he dado cuenta, también, de una cierta acumulación de sensaciones que tenían que ver, claramente, con la realidad nacional y con la experiencia personal de cómo yo viví ese período. Sentía que, en ese momento, estábamos lejos de ser un país libre para expresarse y de que hubiera las condiciones mínimas que cualquier ser humano necesita para poder convivir. Me parecía que yo debía luchar por eso con ¡fuerza!"

-¿Cómo fue el cambio?
"El segundo año de derecho, completo, fue un pequeño proceso de crisis, de cuestionarme lo que estaba estudiando y de darme cuenta de que gran parte de mis intereses -que consideraba hobbies, pero que me gustaba mucho hacer- podían convertirse en lo central de mi vida más que en lo accesorio.
"En ese tiempo me gustaba mucho leer, ir al teatro; iba mucho al cine; escribía; tenía amigos que estaban estudiando literatura o teatro y, entonces, ese mundo era en el que más me desenvolvía y el que más me provocaba y llamaba la atención".

-Pero pensando que era parte de tu mundo paralelo.
"Claro, lo accesorio. Ese año me pregunté ¿por qué no dedicarse a esto si es lo que me fascina? Desde este lugar quiero mirar la vida, desde esta trinchera quiero funcionar. Ahí fue como madurando esa voluntad de atreverme a decir ya, poh. Tampoco tenía muy claro qué, porque me gustaba mucho literatura, cine -aunque habían menos opciones en esa época-, psicología... De alguna manera fui llegando al teatro pensando que ahí se reunían todas las otras y que, de alguna manera, podía trabajar con todas esas áreas, canalizadas en el teatro. Eso me gustó, la diversidad de herramientas que me ofrecía esta carrera".

-Familiarmente, ¿fue una decisión difícil de tomar?
"Cuando uno viene de una educación bastante conservadora y tradicional, no es una decisión fácil. No sólo por la familia, sino por todo el entorno social; en esos tiempos era como raro pegarse esos saltos..."

-¿Del Verbo Divino a teatro?
"Claro, claro. Ahora hay un poco más, pero en ese tiempo eran contados con los dedos de una mano. Obviamente, cuando uno comentaba esta intención, la reacción era ¿te volviste loco? ¿estai seguro? ¿de qué vai a vivir? Son aprensiones que tienen que ver con el riesgo que implica esta profesión. Había mucha incitación a darle una vuelta, a terminar derecho primero".

-¿Se opusieron tus padres?
"No, jamás. Se impactaron al principio, pero me apoyaron. Yo creo que la procesión fue interna para ellos y se dedicaron a observar qué pasaba. Rápidamente se fueron dando cuenta que uno está feliz, fascinado con lo que está haciendo, que lo está pasando bien... ¡que a uno le cambió la vida!
"Igual les preocupaba mi futuro, lo que me parece lógico; yo creo que a todos los padres de alguien que se inclina por la cosa artística les pasa. Ahora, por supuesto, son súper hinchas, fans y están felices".

-Es que te ha ido bien.
"Sí claro, eso ha sido importante, porque ven que vivo bien".

-¿Ha sido el teatro el canal de expresión que soñabas al empezar a estudiar?
"Bueno, todo ese romanticismo que uno tiene que desde el arte va a cambiar algo, es una utopía absoluta; el arte cumple otras funciones. Pero también creo que desde ese lugar uno puede hacer, al acompañarse con otros, una especie de catarsis, por lo menos en el plano de las ideas y las reflexiones.
"La primera obra que dirigí se llamó 'Calígula', para mí fue fundamental hacer esa obra, porque con eso me saqué 15, 20 años de sensaciones de mi vida, respecto del abuso del poder, de la tiranía, de la opresión, del temor, del miedo... estalló un volcán, ahí".

-¿Venías de una familia de derecha?
"No, no, mi papá ha sido democratacristiano toda la vida, con una sensibilidad súper fuerte en lo social; en ese sentido, casi de izquierda. Mis padres son muy católicos, pero básicamente de mucha acción social.
"Ese es el recuerdo que tengo más fuerte con mis papás: los fines de semana recorriendo poblaciones, entregando cajas, ayudando a la gente y eso hasta el día de hoy".

-Y en el colegio, ¿te integrabas bien?
"Claramente pertenecía a una minoría; todo el último período de dictadura era fuerte la discusión y había un amplio espectro, desde 'Patria y Libertad' a... bueno, no había comunistas, sin duda que no, pero de un curso de 45 podíamos haber diez que no éramos de derecha... ¡y eso era harto!, además metíamos harto ruido... buenas discusiones y combos y todo.
"Creo que todo eso sirvió, también, para ir distanciándome de esa línea. Por eso dejé el derecho, entre otras cosas, porque era volver a meterme en ese círculo en el que yo volvía a sentir la imposibilidad de expresarme, a sentir censura de algún tipo... ¡quería sacarme todo eso! ¡fuera y ya!".

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