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“No me ha cambiado la vida”

La periodista, mitad chilena, que ganó el Pulitzer en abril, asegura que sigue trabajando bajo la misma presión de siempre y atribuye su logro, en parte, a la suerte. No descarta vivir un tiempo en Chile.

03 de Enero de 2008 | 10:04 |
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Se la ve delicada y la imagen se acentúa por su suave y agradable voz. Pero, claramente, tiene que ser una mujer potente, de mucha determinación y fuerza.

Si no, sería difícil explicar que a sus 34 años ya es merecedora de un Pulitzer, el mayor reconocimiento que reciben los periodistas en Estados Unidos por su labor.

Andrea Elliott Romero, mitad americana, mitad chilena, aún se sorprende por el revuelo que genera en Chile, el país de su madre, el premio que recibió en abril de este año a raíz de una serie de reportajes que publicó sobre la vida de un líder religioso musulmán en Nueva York después de los atentados a las Torres Gemelas de 2001.

De paso en Santiago para dictar algunas charlas sobre periodismo investigativo, acompañada de su esposo, el periodista Tim Golden, también poseedor de dos premios Pulitzer, ha debido compatibilizar su agenda familiar con la profesional. Le suma horas al día para poder cumplir con todos y terminar a tiempo un nuevo reportaje que su jefe, del “New York Times”, espera.

Aunque habla español fluido, en algunos momentos se tropieza al no poder encontrar el término más adecuado para lo que quiere expresar. Entre risas, afirma, que después de unos días en Chile comienza a hablar sin problemas el idioma que aprendió de pequeña.

-Te lo han preguntado ya, pero ¿ha cambiado mucho tu vida después de haber recibido el premio? ¿Qué ha significado?
“Primero, es súper importante decir que nuestra profesión no debería estar guiada por la obtención de premios. Es una carrera que muchas veces no recibe reconocimientos.
“He pensado mucho sobre todos los periodistas que merecen este premio y no lo han ganado, incluso varios colegas míos” (Se interrumpe para pedirle al fotógrafo que se detenga, porque el flash la incómoda. “No estoy acostumbrada a estar a este lado de la cámara”, se excusa).

-Ellos deben tener más años y experiencia que tú.
“Sí, por eso creo que aquí la suerte juega un papel; sí, por supuesto, como en todas las cosas de la vida. Me siento muy afortunada, pero también siento que tengo mucho por hacer; todavía estoy en una etapa muy joven en mi carrera, que tengo mucho que aprender, muchos más desafíos que enfrentar, que no he llegado a la cima de la montaña”.

-Esto, obviamente, implica más desafíos, pero ellos son mucho más exigentes.
“Cada reportaje lleva desafíos distintos. De hecho, ahora estoy consumida por el reportaje que estoy haciendo de Marruecos y, de verdad siento que con cada reportaje estoy al principio del camino, de nuevo”.

-¿Te impone más presión el premio? Tus próximos trabajos no deben bajar de la categoría de un Pulitzer.
“Siempre estoy presionada; creo que siempre he trabajado bajo presión, bajo cualquier circunstancia (se ríe con ganas). Algunos podrían pensar que con esto voy a estar menos o más presionada (ya se ganó el Pulitzer), pero no.
“Mucha gente piensa que con este premio la vida me cambió. Si tuviera 50 años, capaz me sentiría mas cómoda pensando de esa manera. Pero siento que aún tengo mucho más que probarme a mí misma. Este es un gran momento. Y los momentos pasan; estoy pensando en el futuro”.

Andrea cuenta que inmediatamente después de haber recibido el galardón se enfrascó en otro proyecto que la llevó a Marruecos, a unos pueblos pobres y alejados, donde nadie conocía la existencia del premio. “Ahí el Pulitzer no pesa y fue la mejor cosa que puede haber hecho, porque en el fondo uno está en el trabajo no para ganar premios, sino que para hacer las cosas bien”.

-Claramente, por el ejemplo que te da tu marido, obtener otro Pulitzer no es una meta imposible de alcanzar.
(Se ríe con ganas) “Claro”, contesta, pero luego se pone seria. “Nosotros tenemos la misma actitud frente al tema; amamos nuestro trabajo y también reconocemos que en esto juega un papel la suerte, que nunca hay que creerse que se ha llegado a la meta”.

“La gente me ha preguntado mucho sobre cómo me ha cambiado la vida el Pulitzer, tanto que llegó un momento en que lo único que quería era escaparme de este tema. Lo más importante no es cómo el premio me ha cambiado la vida, sino el reconocimiento que este premio le ha dado al impacto que tuvieron mis reportajes, que es, en el fondo, lo que cualquiera periodista quisiera lograr,” asegura.


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