Se habla de mamás ‘helicópteros’, de aquellas que están al pendiente de cada una de las responsabilidades de sus hijos en el colegio y de las que enfrentan a los profesores ante la menor queja del infante.
En contraparte, están los padres que, inconscientemente dejan en manos del colegio toda la formación de sus hijos, no sólo a nivel intelectual, porque se ven superados y no están presentes.
Definitivamente, algo sucede que la educación en Chile ha cambiado. Ya no se trata sólo de un tema de calidad, sino de una forma nueva de relacionarse que tienen los padres con los colegios que escogen como formadores de sus hijos.
Para Luz María Budge, decana de la Facultad de Educación y Ciencias de la Familia de la Universidad Finis Terrae, efectivamente la realidad ha mutado porque en el transfondo subyace un problema con la autoridad, la de los padres y de la que también requieren los profesores para formar.
-¿Cuán efectivo es el hecho de que los padres han delegado en los colegios mucho más que la educación formal de los hijos? ¿Qué lo explica?
“Esta percepción es bien concreta y tiene que ver con el tema del manejo de la autoridad. Pareciera ser que la familia como institución, un papá, una mamá no se percibe con la misma claridad con la que se percibe la institución colegio donde hay una pirámide jerárquica con un rector, con un coordinador académico, un inspector. Pareciera ser que en esas instituciones estructuradas formales la autoridad está y al interior de la familia pareciera que se diluye.
“Hoy la autoridad paterna se ha diluido, se enfrenta ahora a un permanente negociado. Se negocian las actividades, los permisos, no hay líneas definidas y eso, cuando los niños lo perciben, se pierden”.
-No creo que este fenómeno se dé por un tema de dejación de los padres... ¿qué ha pasado?
“No, nadie quiere no tener autoridad o no educar. Ningún padre querría que sea el colegio el que ‘eduque’ al hijo; estoy segura de eso, porque ningún padre quisiera dejar su rol de padre y ser el primer educador de sus hijos”.
-¿Entonces, dónde está el problema? ¿Los mismos padres se enfrentan a un mundo relativo?
“Si, los padres nos vemos enfrentados a la relatividad, o lo que se llama la ‘ética estadística’ que se grafica en la frase todos los hacen. Eso implica que uno se queda fuera. El todos creen, todos piensan, esto es normal mueve el piso. Como padres, adultos, nos enfrentamos a un montón de datos que nos van indicando por dónde se supone que nos tendríamos que mover y eso es tremendamente generador de confusión. Nos llenamos de información, pero tenemos poca reflexión sobre los criterios que debieran normar”.
-¿El problema de esto es que está dando paso a padres meramente proveedores?
“Bueno, si el 64% de los niños está naciendo fuera del matrimonio nos dice algo. Esto es mucho más de la mitad de los niños en Chile que nace fuera de una familia, aunque ya cambiamos el concepto; antes era papá, mamá e hijos y un compromiso matrimonial; hoy estamos hablando de la familia uniparental, de la madre soltera que trata, efectivamente, de constituir la institución familiar, pero está sola.
“Si sumamos que cuando son parejas, trabajan los dos, tienen poco tiempo... Algo está pasando que nos impide jerarquizar nuestras actividades; el trabajo nos invade más horas y cabeza de lo que debería. Aunque tengas que trabajar en el computador en tu casa, y algunos digan que así no estás con tus hijos, no es verdad, hay una presencia, hay un modelo”.
Luz María Budge apunta a un hecho clave que pareciera de perogrullo, pero que a veces no se da, y es que los padres estén de acuerdo con el colegio que escogen para sus hijos y hacer fe en la educación que le van a entregar. Dice que si uno busca un socio para una empresa, lo estudia para saber si con él se va a llegar a puerto; lo mismo ocurre con el colegio, que probablemente sea el socio más importante de la vida. “Tienes que estar seguro que ese proyecto educativo es el que te acompaña”, dice.
-¿Qué no deben dejar de hacer los padres?
“Estar pendiente de lo que está haciendo ese socio, qué es lo que está oyendo el niño en el colegio, qué está aprendiendo, qué está viviendo. Eso no se puede abandonar porque ahí es donde se van a dar todas las señales valóricas.
“Debe haber una correlación valórica en todo. Si un niño tiene una vida espiritual sólo en el colegio y no en la casa, probablemente no tendrá ninguna trascendencia. Si un padre le dice a su hijo que es malo robar, pero a él le están robando en el colegio y el padre no hace nada, la idea también queda coja”.
-También se observa a padres que ven al colegio como un mero prestador de servicio que debe rendir cuenta, padres que reclaman por todo.
“Sí, y eso hace todo súper difícil, porque cuando los profesores dejan de hacer cosas por miedo o empiezan a sentirse tan cuestionados que ceden a las presiones de algunos padres, dejan de cumplir el rol para el cual están llamados que es formar.
“Creo que hay que ser inflexible de manera que el niño entienda que la vida no está hecha a partir de que la mamá le consigue cosas, sino que todo tiene que surgir de su propio esfuerzo. La sobreprotección y el exceso de búsqueda de justicia manda un mensaje bien peligroso a los niños; es un yo soy más autoridad que la autoridad que te pido que respetes todos los días, el profesor. Eso es muy complicado, es muy difícil el equilibrio, pero volvemos al tema inicial, el problema de la autoridad. Nosotros les estamos dando autoridad al colegio para que forme a nuestro hijo y esa formación no puede ser sólo intelectual”.
-¿Puede ser que esto explique la desvalorizacion de la que es objeto la imagen del profesor y de su rol?
“En muchos casos los padres ven al profesor como un persona que está simplemente prestando un servicio, y cuando éste no es de buena calidad, no merece el respeto de los apoderados y se le desvaloriza. Con eso el niño deja de sentir que ese profesor es ‘un’ alguien que le pueda cambiar la vida”.
Luz María Budge saca a colación la campaña recién lanzada “Elige educar” de la que forma parte, porque asegura que este punto resulta crucial para el futuro del país. El movimiento pretende entusiasmar a buenos alumnos y profesionales a que tomen las banderas de la pedagogía.
“La idea es hacer algo urgente; no sigamos quejándonos de la mala calidad. No sigamos haciendo más diagnósticos peyorativos o destructivos, sino que hagamos algo y parte de ese algo es ‘Elige educar’ y también se suma ‘Enseña Chile’”, dice.