BRUSELAS.- La política que el Presidente electo de Estados Unidos, George W. Bush, llevaría a cabo en Latinoamérica puede provocar la aceleración de las negociaciones comerciales entre la Unión Europea (UE) y Chile, y sin embargo prolongar la eterna guerra del banano.
El anuncio de Chile a fines de noviembre pasado de comenzar negociaciones con Estados Unidos podría acelerar los actuales trabajos para un acuerdo de libre comercio entre la UE y este país andino, según fuentes europeas.
Bruselas negocia con Chile y con el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) para sendos acuerdos de asociación, aunque en principio los tratados no podrían firmarse hasta que no concluya la próxima ronda multilateral de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Como esta ronda fracasó en Seattle (Estados Unidos) en noviembre de 1999 y todavía no se ha convocado otra, que podría durar varios años, los Quince podrían decidir desvincularla de la negociación con Chile para poder cerrar este acuerdo, que podría estar listo en el 2002.
"Chile podría ser la excusa para separarlo de Mercosur, porque (Chile) no plantea problemas agrícolas", estimó una fuente europea.
Sin embargo, las negociaciones UE-Mercosur se anuncian difíciles por la reticencia sobre todo de Francia en el seno de la UE a eliminar los subsidios agrícolas, como pide el Mercosur.
Sólo podrían acelerarse si Washington reactiva por su parte las negociaciones para el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), lo que pretende hacer Bush si obtiene el 'fast track' del Congreso.
"Si el ALCA va más deprisa será más fácil hacer resistencia para extenderse al Mercosur", estima una fuente comunitaria.
Pero esto parece difícil porque para obtener el 'fast track' se necesitaría una mayoría republicana en el Congreso, y actualmente sólo tienen una ligera ventaja frente a los demócratas.
Precisamente por la casi igualdad de estas dos fuerzas políticas, en Bruselas no se prevé un gran cambio de la política estadounidense en Latinoamérica, lo que no haría mover tampoco la política de la UE, que "tiene su propia agenda".
"La UE miraba y mira el ALCA", estima una fuente comunitaria, que añade: "La experiencia de México fue lo suficientemente dolorosa para todos".
Una extensión del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Canadá, Estados Unidos y México a las pequeñas empresas, preconizada por Bush -que habla español y tiene una cuñada mexicana- encaminaría además a la UE en el mismo sentido.
Entretanto, las negociaciones UE-Mercosur parecen servir más a la UE para convencer a sus socios latinoamericanos en vistas de la próxima ronda multilateral, foro -frente al Mercosur y el ALCA- donde es más probable que se modificarán las políticas agrícolas de subsidios de la UE y Estados Unidos, estima otra fuente.
Frente a un posible éxito con Chile, la UE teme que se alargue la guerra del banano, ya que Estados Unidos, junto con los países latinoamericanos (excepto Ecuador) están en contra del nuevo régimen de importación que va a aplicar la UE este año.
Pero dentro de Estados Unidos hay divisiones entre la mayor multinacional, Chiquita, en contra, y su competidora Dole, que la aprueba.
Por el momento parece que ha pesado más Chiquita, y si sigue convenciendo a Bush, la UE no se libraría de otro panel en la OMC para revisar su nuevo régimen, según fuentes informadas.
En Colombia, Bush seguirá apoyando, sobre todo militarmente, el Plan antidroga respaldado por Bill Clinton, lo que provocó que la UE se incline por ofrecer una ayuda social, pero además deberá definir más claramente su posición.
Respecto a Cuba, Washington podría endurecer su posición, frente a lo cual la UE seguiría animando al país a una transición democrática.