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Los clásicos oficios que se niegan a morir pese a la modernidad

Si usted pensaba que encontrar actualmente a un afilador de cuchillos, por ejemplo, o una "toma punto" era imposible, está equivocado. Emol estuvo recorriendo el centro de Santiago en busca de las profesiones que se creen extinguidas pero, como comprobamos, no lo están.

08 de Marzo de 2014 | 12:14 | Por: Francisca Sullivan Awe, Emol

SANTIAGO.- Si usted es de aquellos que piensa que encontrar a un afilador de cuchillos o una "toma punto" hoy es imposible, sepa que está equivocado. Emol recorrió durante toda la semana el centro de Santiago, aún sede de algunos de estos oficios, en busca de aquellos trabajos que muchos creen extintos pero que, como comprobamos, siguen vigentes.


Reparadora de calzado Rosval


En la calle San Antonio a la altura del 550 se encuentra el pasaje Irene Ariztía y al fondo de este, el edificio Ariztia 548. Ahí se ubica Rosval, una reparadora de calzado de Alonso Carrasco. Su señora, Rosa Ramirez, explicó que hace más de 40 años que están en el rubro y es impresionante cómo ha cambiado el negocio.


Los zapatos plásticos han hecho que el calzado sea desechable. "¿Para qué arreglar un zapatos si se puede botar?", comenta Rosa. 


La época "dorada" de estos reparadores se dio hasta los años 90. "Hoy en día no hay maestro zapatero, a la juventud no le interesa", explica Rosa entre cliente y cliente, los que no paran de dejar pedidos.


Lo más demandado es el cambio de tapilla (ponerle un pequeño taquito al zapato), lo que cuesta entre $2.000 y $3.000. Cambiar el taco cuesta $6.500; poner gomas para no deslizar $4.000; y en el caso del zapato del hombre "es muy habitual que se les parta la goma de abajo". Eso cuesta entre $16.000 y $17.000.


Barbería Don d' Gracia


En la calle Santo Domingo 1160, local 5, se encuentra la barbería Don d' Gracia. El interior es un lugar que se conserva muy a la antigua y que recibe alrededor de 15 personas por día. "Actualmente es muy lento. Antes atendíamos mínimo a 30 personas y sin parar. El local lo llevábamos con mi padre, mi hermano y cinco maestros… pero ya todos fueron muriendo", cuenta su representante Jorge Gracia.


Al preguntarle qué fue lo que hizo que una actividad tan común pasara a casi desaparecer, explicó que "los estilistas cambiaron la profesión (...) Además se perdió el gusto, la formalidad, la clase, el estilo (…) hoy todo es corte wachiturro".


En la barbería -que anteriormente atendía a figuras como Julio Martínez-, un corte de pelo, más un arreglo de bigote cuesta $5.000. Hacerse sólo el "candado" cuesta $4.000 y "sacar todo" (un afeitado completo), $5.000. Este proceso se hace con paños calientes. Entre lo que más le piden, cuenta Jorge, están las patillas al estilo Elvis Presley y el bigote candado. 


Toma punto


María Inés Castañeda Osorio se encuentra de lunes a viernes desde las 12:30 hasta las 19:00 hrs. en la Galería Capri (Monjitas 825, Santiago). Entrando por el primer pasillo a mano izquierda conocerá usted a esta señora que hace más de 60 años se dedica a salvar el punto corrido de la panty. Desde $1.500 en adelante podría costar este arreglo que depende 100% de la dificultad del punto y el tamaño.


"Antes este oficio era como hoy lo es Internet, lo más común que hay. Con el tiempo la gente no siguió aprendiendo, y es que quién va a querer aprender esto, es difícil y sacrificado. Mucha gente dice que soy la única pero no lo sé... antes éramos muchas pero en ese tiempo yo era la más joven", declara María Inés.  


"A mi me gusta mucho y me apasiona mi trabajo, por eso lo sigo haciendo. Pero me da mucha pena porque a mis clientas les da pánico cuando les digo que va a llegar un día que no voy a poder seguir", concluye.


Relojería Herrera


En el local 512 de la Galeria Capri se encuentra la relojería que hace más de 50 años atrás fundó el difunto José Herrera. Hoy, atendida hace 12 años por su mujer Mary Alvear de Herrera.


"Antes, la gente usaba oro, brillantes y relojes de marca, todo por la calle. Hoy no se atreven. Y si los usan, no vienen hasta acá (...) aunque yo lo cuidaría más que lo propio", cuenta Mary y agrega que en los años mozos de la tienda lo único que atendían eran Rolex, Omega, Festina y Longiness, entre otros.


Según la continuadora de esta tradición, este es un trabajo caro "por el elevado precio de sus respuestos". Adémás, reveló que entre las fallas típicas de los relojes que llegan a su tienda están el eje, el volante, la corona y las cuerdas.


Afilador de cuchillos


Por las calles que rodean la Galería Bahía (Santo Domingo 863) y la, antes mencionada, Galería Capri aún se escucha el pito que avisa que el afilador de cuchillos está aquí.


Usualmente los lunes, en la mañana y a veces en la tarde, se puede apreciar al afilador sobre su carro con una piedra gigante. Muchas veces las peluqueras salen a afilar sus tijeras o simplemente la gente le lleva sus cuchillos.

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