TEHERÁN.- En las próximas semanas Irán cancelará parte de los subsidios energéticos y las ayudas directas que distribuía a la práctica totalidad de la población, una decisión que ha extendido el malestar y generado inquietud por el previsible incremento de precios en un país que soporta ya un 40% de inflación.
La inminente implantación de la segunda fase del Plan de Reforma de los Subsidios ha venido precedida de llamamientos del Gobierno de Hasán Rohaní a las capas sociales medias y altas para que renuncien voluntariamente a la subvención de alrededor de quince dólares mensuales que casi todo iraní recibe desde 2010.
Los pagos se iniciaron bajo el entonces presidente Mahmud Ahmadineyad en la primera fase de un plan que tiene como objeto reducir las subvenciones a la energía y alimentos básicos -altamente subsidiados por el estado por un sistema heredado de la guerra Irán Irak (1980-88)- y sustituirlas por ayudas a los necesitados.
Ahmadineyad recortó las subvenciones a la electricidad, gasolina y gas, lo que disparó los precios y elevó la inflación un diez por ciento, pero al mismo tiempo empezó a distribuir a 72 millones de iraníes una ayuda que en el cambio de la época rondaba los 40 dólares por persona y mes.
En los últimos tres años, el coste del diesel para un conductor se ha multiplicado por diez, el de la gasolina se ha cuadriplicado y el del gas para el hogar ha pasado a costar catorce veces más.
Pese a ello, los iraníes compran combustible a precios bajísimos comparado con el resto del mundo, con a partir de 0,12 céntimos de dólar el litro de gasolina.
Las ayudas directas, aunque raquíticas para familias de clase media, son un ingreso esencial para las clases bajas, con salarios que rondan los cien dólares al mes.