François Hollande instauró esta medida
EFE
PARÍS.- Francia se apresta a enterrar discretamente el emblemático impuesto del 75% a los ingresos más elevados instaurado por el presidente socialista François Hollande, el cual suscitó fuertes polémicas y aportó poco dinero a las arcas del Estado.
Las empresas que deben pagar esta contribución, prevista para durar solamente dos años (2013 y 2014), tienen hasta el 1 de febrero para hacerlo por última vez.
Esta "contribución excepcional de solidaridad" se aplica a la porción de la remuneración pagada por las empresas a sus empleados que supere el millón de euros. El gobierno instauró este impuesto a finales de 2013, después de que el Tribunal Constitucional rechazara una primera propuesta en 2012.
El primer ministro, Manuel Valls, había confirmado en octubre en Londres que esta tasa, promesa de la campaña de Hollande que recibió numerosas críticas de los círculos empresariales y de los equipos de fútbol franceses, no sería prolongada y desaparecería, por tanto, en 2015.
El aumento de los impuestos de los millonarios en Francia había sido criticado, entre otros, por el primer ministro británico David Cameron. Éste afirmó en junio de 2012 durante una reunión del G20 en México que Gran Bretaña estaba pronta para recibir a las empresas que huyeran de las nuevas medidas fiscales francesas.
"Cuando Francia imponga una tasa de 75% para la franja superior del impuesto a la renta desplegaremos la alfombra roja y recibiremos a más empresas francesas", dijo Cameron.
Ningún impuesto había dado a lugar a tanta controversia como éste desde los años 80, cuando el también presidente socialista François Mitterrand había instaurado un impuesto a las grandes fortunas que sigue vigente.
En febrero de 2012, el sorpresivo anuncio de Hollande de la instauración de este impuesto había dado un impulso a la campaña electoral del entonces candidato socialista, en momentos en que las intenciones de voto por el candidato de la izquierda radical, Jean-Luc Melenchon, habían subido en las encuestas.
Durante los primeros meses de la presidencia de Hollande, iniciada en mayo de 2012, esta promesa había dado lugar a fuertes críticas de los círculos empresariales.
En el otoño boreal de 2012, la polémica se intensificó, cuando el multimillonario Bernard Arnault, primera fortuna de Francia y número uno de la principal empresa de productos de lujo del mundo, LVMH, pidió "la doble nacionalidad franco-belga".
En diciembre de ese año, el famoso actor francés Gerard Depardieu acusó a Francia de cobrarle impuestos equivalentes al 85% de sus ingresos y pidió la nacionalidad rusa.
En el otoño boreal de 2013, los clubes de fútbol profesional de las Ligas 1 y 2, feroces adversarios de este impuesto, llegaron a amenazar con hacer huelga y no jugar sus partidos.
La amenaza no se concretó, al no apoyar el público a las multimillonarias estrellas de los grandes equipos como el Paris Saint-Germain, en el que jugaban unos diez jugadores que debían pagar este impuesto.
Según estimaciones gubernamentales, se recaudarán en total unos 400 millones de euros gracias a esta tasa, una cantidad nimia en comparación con el déficit presupuestario de Francia, que ronda los 85.000 millones de euros.
La decisión de no prolongar este impuesto coincide con un cambio de línea de Hollande en 2013, quien lanzó una política basada en la reducción de las cotizaciones sociales e impuestos de las empresas.