DAVOS.- La excesiva desigualdad de ingresos, reflejada en el dato reciente de que las 80 personas más ricas del mundo controlan el 50% de la riqueza global, es un obstáculo para el crecimiento económico sostenible, dijeron hoy economistas y activistas de prestigio internacional.
"La excesiva desigualdad no propicia un crecimiento sostenible", declaró hoy en Davos la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, en un debate sobre la concentración de la riqueza en el Foro Económico Mundial.
Economistas del FMI han realizado investigaciones que han concluido en que "la distribución de la riqueza es importante en sí, porque aumentar los ingresos de los pobres tiene un efecto multiplicador que no se produce si se aumenta el ingreso de los que ya son ricos", explicó Lagarde.
En esa línea, explicó que "las políticas redistributivas no son contraproducentes para el crecimiento", una aserción que hasta hace poco "no formaba parte del pensamiento convencional".
En un debate inspirado en el reciente informe de Oxfam, que reveló que el 1% de las personas más acaudaladas del mundo poseerán más riqueza que el 99% restante en 2016, el Nobel de Economía 2013, Robert Shiller, habló de la necesidad de reformar el sistema económico, "pero no al modo comunista".
Consideró que "el problema de la economía -en términos de su incapacidad para distribuir mejor la riqueza- está en el manejo de riesgos, en los incentivos (que necesita)", aunque también lo consideró como parte de un problema político.
En defensa de que el sistema económico actual es el mejor para reducir la pobreza y generar oportunidades para todos estuvieron el consejero delegado de WPP (multinacional británica dedicada a las relaciones públicas), Martin Sorrell; y su colega de Alcoa (una las mayores productoras de aluminio del mundo), Klaus Kleinfeld.
Sorrell dijo que en los últimos cincuenta años se han registrado mejoras sin precedentes en el número de personas que han salido de la pobreza para entrar en la clase media, principalmente en los países de economías emergentes.
Al mismo tiempo, reconoció, las empresas no están creando empleo porque están demasiado enfocadas "en los costes, más que en la expansión, con lo que siete billones de dólares están durmiendo en los balances".
En la misma dirección, Kleinfeld defendió, con números, el éxito del sistema económico en la reducción de la pobreza, que -según los datos que ofreció- pasó de afectar al 72 por ciento de la población en 1950 a un 14,5% en 2011.
La clase media, igualmente, se ha ensanchado y a ella -agregó- pertenece ahora el 44% de la población mundial.
En una línea opuesta, la directora ejecutiva de Oxfam Internacional, Winnie Byanyma, explicó que el problema de la concentración de la riqueza reposa en que los ricos utilizan sus recursos para influir, en su propio beneficio, en las decisiones políticas.
Como ejemplo tomó los 400 millones gastados en 2013 en Estados Unidos en intentar influir, a través de los "lobby", en las decisiones de las instancias políticas y los 150 millones destinados con el mismo fin en la Unión Europea.
"Todo consiste en acomodar las reglas del mercado a su favor", acusó Byanyma.
En lo que sí coincidieron los participantes es en que, desde la crisis financiera de 2008, la desigualdad se ha agravado.
Si hace pocos años eran 85 los más ricos que poseían el 50% de los ingresos, ahora sólo está en manos de 80.
"La razón es que las compañías y los individuos más ricos no pagan una parte justa de impuestos y esto es lo que se tiene que resolver", opinó.
La responsable de Oxfam cifró en 18 billones de dólares la cantidad de dinero que se encuentra en paraísos fiscales evadiendo impuestos.
Consideró que otra solución puede basarse en el salario mínimo y dijo que la experiencia de Brasil en esta campo es elocuente, pues en el tramo de quince años aumentó en 50 por ciento esa remuneración, con buenos resultados en la reducción de la pobreza.