SAO PAULO.- Cuando Aldemir Bendine comenzó a trabajar en el Banco do Brasil a los 14 años, nadie podía imaginar que Petrobras, la mayor empresa del país, acabaría encomendándose a él con la urgencia de un paciente crítico.
Sofocado por un escándalo de corrupción sin precedentes en Brasil, el consejo de administración de la estatal eligió este viernes a Bendine, presidente del Banco do Brasil (BB) desde 2009, como su nuevo presidente.
Aunque asegura no estar vinculado a ningún partido político, su nombre es asociado al gobernante Partido de los Trabajadores (PT), acusado de recibir millonarios sobornos de empresas constructoras a cambio de contratos con Petrobras.
Sin experiencia en el sector del petróleo y la energía, Bendine, de 51 años, desarrolló su carrera en el mayor banco de América Latina en términos de activos hasta recibir el encargo de reconstruir el gigante petrolero caído en desgracia.
Después de ingresar como pasante al BB, se hizo con una plaza de funcionario en el Banco en 1982 tras aprobar un concurso público. Tenía apenas 19 años.
Pero el que hasta hoy había sido el día más importante de su carrera tuvo lugar en abril de 2009, cuando el ministro de Hacienda de la época, Guido Mantega, confió en él para dirigir el Banco do Brasil.
La tarea entonces era clara: trabajar para estimular el crédito al consumo. Eran los últimos meses del segundo mandato del gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva (2003-2010) y la crisis económica internacional hacía temblar las cuentas de medio mundo.
Su buena relación con el ex presidente habría hecho que su sucesora, Dilma Rousseff, se decantara por este banquero para tomar los mandos de una nave seriamente tocada, que amenaza con chocar de frente con su propio gobierno.
Hincha "ardiente" del Palmeiras de Valdivia
Nacido en 1963 en Paraguaçu Paulista, a 450 km al oeste de Sao Paulo, Aldemir Bendine se formó en Economía y más tarde cursó un MBA en la Universidad Católica de Rio de Janeiro.
A sus 51 años, "Dida" -como le conocen sus amigos- está casado y tiene dos hijas. El apodo que le puso su única hermana cuando eran niños y ella no sabía pronunciar su nombre, le ha acompañado hasta la vida adulta e incluso al ámbito profesional.
Hijo de un representante comercial de origen italiano y una ama de casa ya fallecidos, asegura que su familia era "extremadamente simple pero muy unida".
Tras completar la secundaria empezó a estudiar ingeniería civil, pero su ingreso al banco lo orientó hacia el área de las finanzas.
De no haber seguido una carrera bancaria, bromea, se podría haber convertido en arquero profesional: "Decían que era buen jugador de fútbol, pero no lo creo mucho", aseguró en una entrevista.
Bendine se define a sí mismo como un hombre "extremamente pragmático", aunque reconoce ser un hincha "ardiente" del Palmeiras de Jorge Valdvia.
El gobierno, la oposición, el mercado y todo Brasil -consternado por un escándalo de corrupción germinado en el corazón de su mayor empresa y que podría haber movido unos 4.000 millones de dólares en una década-, no le perderán de vista.