MEXICO.- La reunión del Consejo Político del PRI, convocada para la noche del martes se pospuso por tiempo indefinido, para dar paso a una serie de negociaciones sobre la composición del nuevo órgano político, tras la histórica derrota sufrida en las elecciones presidenciales del pasado domingo a manos del conservador Vicente Fox.
De acuerdo con fuentes del Partido Revolucionario Institucional, que pidieron no ser identificadas, los dirigentes de ese partido que discuten sobre las posibilidades del futuro del partido que ha gobernado México durante los últimos 71 años, "aún son divergentes y buscan llegar a un consenso".
Las discusiones entre gobernadores de Estados, delegados, y líderes seccionales se dan en privado en las oficinas de la sede nacional del PRI, sin que oficialmente se conozcan los temas a discusión.
De acuerdo con los informantes, existen diversas corrientes sobre la restructuración del partido oficialista que en diciembre próximo deberá entregar la presidencia de México al conservador Vicente Fox, lo que ha impedido la reunión de los 360 miembros del Consejo Político Nacional.
La renuncia presentada por la presidenta del PRI, Dulce Maria Sauri, sigue en pie pero no ha sido aceptada por el Consejo, el órgano autorizado para conocer de la decisión y en caso de aceptarla nombrar un dirigente interino.
Los priístas tienen ante sí la responsabilidad de elegir un nuevo líder en el momento más difícil de su historia y los nombres de Roberto Madrazo (gobernador de Tabasco), Jesús Murillo (ex gobernador de Hidalgo) y Manuel Bartlett (ex gobernador de Puebla) son los que más suenan para el relevo.
Una minúscula corriente Crítica Liberal del PRI se presentó la tarde del martes en la sede de su partido para "exigir" que Madrazo fuera elevado a la presidencia del PRI y gritar que "el presidente (Ernesto) Zedillo ya no es priísta".
En medio de la batalla entre ortodoxos, apodados "dinosaurios", renovadores, labastidistas y tecnócratas por el control político, el gran perdedor parece ser el presidente Ernesto Zedillo, que de ser llamado el "primer priísta" de México pasó a ser "un militante más".
Durante las 7 décadas de poder, el presidente en turno ha sido visto como "el jefe máximo", quien quitaba y ponía dirigencias.
