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Mario Vargas Llosa: Un pulpo literario

El escritor peruano cumple 70 años este martes. Desde su mente emergen tentáculos creativos que se extienden hacia la narrativa, teatro, cine, política, periodismo, crítica literaria y ensayismo.

27 de Marzo de 2006 | 12:10 | Estefanía Etcheverría T.
El escribidor

De comunista a liberal



SANTIAGO.- Un homicidio simbólico ocurrió luego del nacimiento de Mario Vargas Llosa el 28 de marzo de 1936: La madre del escritor le hizo creer que su progenitor estaba muerto. En realidad, Ernesto Vargas había abandonado a Dora Llosa cuando ella sólo tenía cinco meses de embarazo. La mentira intentaba ocultar una verdad que remecía los pilares conservadores de la familia.

Con el tiempo, el niño también inventó historias y ficcionalizó la realidad. Hasta el momento ha publicado tres cuentos, cinco obras de teatro, quince ensayos y catorce novelas. Por su obra ha ganado numerosos premios; pero no ha obtenido el Nobel, aunque ha sido postulado a él varias veces. En 1990 perdió otra candidatura, cuando Alberto Fujimori lo derrotó en la carrera presidencial peruana. A pesar de eso, Vargas Llosa sigue opinando sobre política y escribiendo sobre lo que se le antoja.

Su vida tras las letras

Durante su primer año de vida en Arequipa y los siguientes nueve años en Cochabamba, a Mario no le atormentó pensar que su padre lo miraba desde las alturas. Por el contrario, su ausencia permitió que el niño fuera mimado por varios sustitutos: su abuelo y cuatro tíos.

Un día de 1946, Mario salió a pasear por las calles de Lima, ciudad a la que había llegado ese año. Entonces, su madre le presentó a un desconocido que al verlo preguntó: ¿Este es mi hijo? En un minuto, el niño descubrió que su padre no estaba muerto y que, además, viviría con ellos.

El escritor recuerda aquel momento como el fin de su inocencia y felicidad infantil. La convicción de que ese hombre le había robado a su madre y la rígida disciplina paterna lo hicieron salir del paraíso y hallar "la autoridad, la violencia, bueno, descubrí la realidad".

En 1950, el padre lo inscribió en el colegio militar Leoncio Prado para enderezar al niño que consideraba consentido y adicto a la poca masculina afición de leer. Las humillaciones y crueldades que Mario vivió los dos años que pasó ahí, hicieron que el joven se las ingeniara para irse en 1952 a otro establecimiento en la ciudad de Piura, lejos de los militares y de su padre.

Al año siguiente volvió a Lima a estudiar derecho y letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Sin embargo, sólo terminó literatura, porque abandonó la carrera de leyes en 1958.

En 1955, cuando aún era estudiante de Derecho, Mario falsificó su partida de nacimiento para poder casarse a pesar de no tener los 21 años que exigía la ley. El matrimonio provocó un escándalo en la familia, pero no por el ilícito cometido, sino porque la novia era una tía política suya, 12 años mayor.

La vida junto a su tía Julia Urquidi no fue fácil, porque al joven le costaba conseguir lo necesario para subsistir. Mientras estudiaba, trabajó en siete oficios distintos, entre ellos revisando nombres de tumbas y redactando noticias para una radio.

Después de titularse, ganó la beca "Javier Prado" para estudiar un doctorado de filosofía y letras en la Universidad Complutense de Madrid. Sin embargo, su destino soñado era París. Dejó el doctorado, que finalmente terminó en 1971, y se marchó a la capital gala junto a Julia. Nuevamente la escasez afectó su vida, por lo que aceptó trabajar como profesor de español y periodista.

Aunque tenía poco dinero, no le faltaban parientes. Además de su tía y esposa, estaba Patricia Llosa, su prima hermana que estudiaba derecho en La Sorbona. Para dejar todo en familia, se casó con ella en 1965, un año después de divorciarse de la tía Julia. La nueva esposa ha acompañado a su marido en todas las ciudades que él ha vivido, soportando los cambios de idioma y continente.

Si el primer matrimonio sólo duró ocho años, el segundo se mantiene hasta hoy. De esta unión nacieron los tres hijos del escritor: Álvaro, Gonzalo y Morgana. Pero la presencia de Patricia no sólo trajo buenos momentos en su vida. En 1976 un puñetazo terminó con la profunda amistad que unía a Vargas Llosa con García Márquez, se dice que la causa del golpe fue la esposa del peruano. La prensa informó que el escritor colombiano habría aprovechado una pelea marital para acercarse a la mujer de su amigo. Ninguno de los involucrados aclaró el asunto y hoy continúan sin dirigirse la palabra.