EMOLTV

La suerte

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Hace un par de años Javiera Parra ya se declaraba vampiresa en público con una canción inesperadamente ruidosa para lo que había entonado hasta entonces en Javiera y los Imposibles. Hoy el anuncio ya llegó a puerto:
"Vampira" suena en "La suerte", el segundo disco del grupo rockero chileno, y en el cuadro completo hay regeneraciones, pero también continuidades y un saludable equilibrio entre ambas.

Tras una rotativa de once músicos desde su primer disco ("Corte en trámite", 1996), Javiera y los Imposibles dejaron en el camino saxos, trompetas y acordes (salvo en la canción "La suerte"), pero siguen apegados a la calidez de un arreglo de cuerdas o de los frecuentes órganos y pianos del tecladista Cuti Aste. El bajista Fernando Julio y el baterista Marcelo Filippi pisan firmes en "Tango", o "Proverbios" y proveen la base de un sonido dominado por diversos timbres de guitarras que con "Valencias", "Vampira" y "Feliz traición" llegan a agitaciones inauditas en el disco.

Principal socio creativo de Javiera Parra, el guitarrista Cristián López firma en once de las trece canciones y en gran parte de ellas vuelca lo que alcanzó a insinuar en los contemplativos Mal Corazón, administrando con talento los acordes menores, vehículos principales de la melancolía: una vieja gloria de los Imposible como "Humedad" vive aquí en el tejido de guitarras casi acústicas de "De vuelta" y en "Dulce veneno", cumbre de auténtica belleza y sobrecogedores silencios, mientras por el arreglo de "Me río a mares" desfilan la intensidad, la pausa y la alta ingeniería del disco entero.

La vocación por las canciones sigue siendo otro logro del grupo. Toda "La suerte" está coloreada por melodías y coros amables, al servicio hasta del sin sentido de "Valencia", una canción escrita sobre la tabla de elementos químicos. Libradas a la voz de Javiera Parra, serena incluso en el tono desolado de "Dulce veneno" o en la angustia de "Amargo", las letras también pierden casi toda la inocencia que había en las estrofas de "Te amo tanto" o "Autopsia" hace dos años, ganan en la intensidad de versos como Agárrate bien firme, que la caída es libre/ avísame en el suelo, no haré fiesta ni duelo ("Dulce veneno") y conservan el juego de otros como Imposible un día sin pasarte lista ("Alacrán"). La sola imagen que sugiere Me río a mares vale más que mil lugares comunes sobre lágrimas o sonrisas:

la de Javiera y los Imposibles es la feliz coincidencia entre imaginación y simplicidad, la prueba ya madura de que el hallazgo es posible hilando fino entre melodías y armonías, la certeza de que pocas veces esa tarea estuvo en tan buenas manos.

David Ponce
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?