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La cosa

08 de Septiembre de 2007 | 00:32 |
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Cualquiera que aún considere a este grupo chileno como una especie de cruzada por el optimismo mundial, como ha sido habitual hasta ahora, queda atrasado de noticias en este mismo momento. CHC sigue siendo la sigla de la Congregación de Hermanos Contemplativos, ese trío que asomó en 2003 para rapear sobre sentimientos bellos y buenas intenciones, pero hoy, con cinco años, cuatro integrantes y tres discos más en su historial, marcan un hito: los supuestos abanderados de la armonía también descubren la fealdad. No en la animada música de La cosa, ni en el perturbador sujeto armado con fotoshop en la carátula, ni siquiera en los retratos cuál más patibulario que se despliegan al interior. Es en la criatura que aparece en "Cruza el puente", justo en el verso en que los dos cantantes pronuncian "Kike Morandé" y "Vivi Kreutzbeguér", al mismo tiempo, en un híbrido sin precedentes conocidos. Tal vez tardó, pero llegó: CHC ha creado un monstruo.

En La cosa hay muchas pruebas de cómo ha cambiado este grupo, y "Cruza el puente" es una de ellas, una canción en la que CHC expone diversas situaciones adversas, sean éstas de ídole nacional, sexual y/o cultural ("Tengo una gran idea pero el Fondart me la va a rechazar" es sólo una). "La cosa", que por algo será la canción que da el título al disco, es lenta y enigmática y lo ambiguo de su letra permite en efecto toda clase de elucubraciones, lo que, sin olvidar el mensaje satánico anunciado en la portada del CD, vuelve un pelo más inquietante todavía este disco. "Pelos", de hecho, es una canción en apariencia luminosa, pero basta concentrarse en sus versos para encontrar un destino no siempre radiante. CHC era un grupo muy amable hasta ahora, y haber descubierto algo así como su lado oscuro sólo los hace salir más enriquecidos, porque todo lo que han tenido de luminoso sigue en su lugar.

Eso es claro en la pura enumeración de títulos de canciones como "Lugar genial", "Súper bueno" y "Fíjate", que es un llamado a fijarse en cómo se abre una flor y a cachar cómo vuelan las aves, entre muchas otras cosas agradables. "Viví" es una especie de calipso que conecta a CHC con la dimensión más playera de un grupo hermano como Yaia, y ésa es la otra diferencia sustancial. En sus inicios la Congregación de Hermanos Contemplativos fue sobre todo una congregación rapera a cargo de los tres fundadores, Gabriel Díaz (Palabra), Sebastián Silva (Joven) y Pedro Subercaseaux (Piedra). Hoy Palabra sigue dedicado sobre todo a rimar, pero Joven de plano se ha entregado a la melodía y Piedra es el corazón musical del grupo: antes a cargo de las bases programadas, Subercaseaux es un multiinstrumentista entre guitarra, teclados y batería, y CHC ha crecido además con Nea, Jorge del Campo y Chicho Espinoza en voces, guitarras y bajo. Es la mutación final de La cosa. Este disco podrá traer un mensaje satánico y una aberración genética, pero todo el tiempo es puro pop alegre y bien logrado para cantar.

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