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Creciente

05 de Noviembre de 2010 | 15:26 |
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El punto cardinal “norte” es absolutamente relativo porque dependerá de una posición referencial. En consecuencia, lo que los penquistas llaman “norte” puede seguir siendo tan sureño como siempre para el resto. Sobre todo ahora que ese sur está más identificado como “sur” después de un terremoto de las dimensiones que experimentaron allí y de un maremoto que borró muchas localidades de su línea costera. “Viaje al norte”, la composición de salida de un trabajo pensado, compuesto y grabado en Concepción, aparece como marca propia de estos músicos sureños de jazz que sacan la voz a través de Creciente. Sobre todo su creador, el contrabajista Rodrigo Álvarez.

Junto a los hermanos César y Jorge Arriagada, que son guitarrista y baterista respectivamente, Álvarez integra un trío de base operativo en un circuito de bares universitarios y espacios frecuentados por intelecutales de Concepción. En ocasiones su nombre se altera dependiendo el liderazgo: Jorge Arriagada Trío o Rodrigo Álvarez Trío. Pero el núcleo es inamovible, y de esta manera edifica la base de una música que suena libre de complejidades autoimpuestas u obligatorias, siempre directa y resuelta a partir del ritmo y las pequeñas melodías que viven en cada pieza. “Viaje al norte” es una de ellas. Un arranque magnífico de propulsión bop con los unísonos de guitarra y el saxo tenor de Claudio Rubio y el velo armónico sostenido en el aire por el vibráfono de Diego Urbano.

Rubio y Urbano son los únicos músicos nortinos del quinteto, invitados por los sureños para completar la paleta de timbres. Creciente va variando sus estados con ambos solistas en acción, entre el bello lamento de "Plaza Francia", los largos recorridos melódicos, otra vez en unísonos muy veloces, de guitara y tenor para “Creciente”, y las atmósferas nocturnas en “María de Lourdes”, una balada desde el título.

Con el aroma a blues que se impregna en “Thelonious”, el carácter más camerístico de “Introspección” y la sugerente "Pequeña", la música desemboca en el experimento de ritmos cruzados y cuasi rockeros de “Bellísima”. Rodrigo Álvarez propone así su catálogo inicial de composiciones matizadas todas de distinto modo. Fue uno de los primeros jazzistas en levantarse del remezón de febrero pasado en una ciudad que para muchos perdió su color y que para otros retrocedió 50 años. Y aún así –o por ese mismo motivo-, su primera obra se tituló Creciente y tuvo en la portada una fotografía de Angélica Paredes con los árboles de la caleta sureña de Lenga en Hualpén.

—Iñigo Díaz

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