Humo blanco

A no engañarse: detrás de las guitarras acústicas, el punteo eléctrico sobrevolándolas y la voz con eco dream pop, el disco de Diego Álvarez va mutando en cada una de las doce canciones. Aunque "mutar" no es la palabra precisa. Porque detrás de todos los ritmos, que van desde folclor-pop hasta resoluciones de acordes a lo Spinetta (que están muy bien), Humo blanco funciona como una panorámica de los recursos de su autor.

La influencia de los recordados Mecánica Popular (de la que Álvarez fue guitarrista) está presente. O más bien, la política de construcción de canciones que, como se les definió en un momento, habitaban en un territorio donde Víctor Jara se mezclaria sin problemas con Radiohead. Canciones como "Bordados" (junto a su ex compañero de banda, Manuel García), "Un cielo de luciérnagas" o "Pasarán los muertos" hablan de un guitarrista-compositor inquieto, aventajado y con intereses que van mucho más allá de un buen estribillo.

Porque Humo blanco funciona con lógica de disco: arreglos que se descubren en segundas o terceras escuchas, acordes inesperados, cambios de ritmos y composiciones que van de los riff a los arpegios más contemplativos. Y es precisamente en esto último donde Álvarez se muestra como un compositor más que interesante. Porque el rock siempre ha estado, lo que necesitamos son nuevas formas de mestizaje cancionero. Y uno de los pilares del disco es aquello.