Con los pies en la arena
"Encontré una casa de piedra frente al océano, en un lugar desconocido para todo el mundo, llamado Isla Negra. El propietario, un viejo socialista español, capitán de navío, don Eladio Sobrino, la estaba construyendo para su familia, pero quiso vendérmela. ¿Cómo comprarla? Ofrecí el proyecto de mi libro 'Canto general', pero fue rechazado por la Editorial Ercilla (…) Con ayuda de otros editores, que pagaron directamente al propietario, pude por fin comprar en el año 1939 mi casa de trabajo…".
El aroma del mar quedó impregnado en la voz del poeta, desde que dio forma a esta casa.
Allí almacenó más de 3 mil 500 objetos que revelan su personalidad apasionada por las colecciones.
María Celeste, Cimbellina, Micaela y Medusa son algunas de sus "mascaronas" que vigilan la tumba de él y de Matilde Urrutia, desde que sus cuerpos fueron llevados hasta Isla Negra en 1992.
El smoking que vistió para recibir el Premio Nobel, en 1971, sus enormes zapatos y el caballo de la Talabartería Francesa de Temuco, al que le tocaba la nariz cada vez que iba a la escuela -y para el que mandó a construir una habitación especial-, son parte de los recuerdos que atesora este lugar.