Según algunos historiadores, el odio a los judíos se habría originado en Hitler a partir de un trauma psicológico que sufrió siendo un adolescente. Se dice que una noche sorprendió a su madre en brazos de un comerciante judío –un al Sachs- en los alrededores de su casa.
Como quiera que haya sido, su arraigado prejuicio social se vio fortalecido por una mezcla de teorías filosóficas y sociales sacadas de los programas políticos de los partidos nacionalistas y socialdemócratas: la paz como nociva para la humanidad, la superioridad alemana sobre todos los demás pueblos, la violencia como método político, la “democracia alemana” como opuesta a la judía y la elección de un jefe –Führer- como único responsable del pueblo y de la nación.