Pero la crisis sobrevendría. A los 11 años de matrimonio, a comienzos de 1998, se separaron; la ruptura se confirmó en junio de ese año, justo un mes después de que un juez no diera lugar a una demanda que ambos habían entablado contra la revista “Star” que ya había publicado que el matrimonio tenía problemas.
Las especulaciones rondaron la separación; la acusación de maltratos fue la más recurrente, pero sólo en septiembre de 1999 se conoce una versión cercana a la pareja. Una amiga de Demi aseguró que la actriz se sintió poco apoyada por Bruce Willis cuando pierde un embarazo y por ello, perdió la confianza en él.
Pese a todo lo que se pudiera aventurar, ambos lograron establecer una relación bastante sana y decidieron, al momento de dictarse el divorcio, a mediados de 2000, compartir la custodia de sus tres hijas. En la revista “Vogue” declaró, más tarde, que tras la separación se sintió “vieja y abatida”. “No me veía como una persona deseable”, aseguró.
Ya a esas alturas el actor había comenzado a relacionarse con otras mujeres. Se le vinculó con la modelo española María Bravo, la actriz Julia Roberts y la italiana Mónica Belucci, entre otras.
A Demi Moore sólo se le vio junto al cantante del grupo “Red Hot Chili Peppers”, Anthony Kiedis, en junio de 2002, porque después de su divorcio resolvió bajar el perfil y se retiró a una finca en Idaho para educar con tranquilidad a sus hijas.