Sus
orígenes l Exilio y clandestinidad
l Liderazgo en el PC l
La enfermedad l
Su lado oculto
Su
lado oculto
Respetada
por sus adversarios políticos, Gladys Marín se caracterizó
en vida por ser una mujer risueña, afable y apasionada en las
lides políticas. Esa impronta hizo que, a pesar de las diferencias
profundas que mantuvo con variados dirigentes políticos, éstos
reconocieran en ella a una mujer fuerte, consecuente e inteligente.
Nunca
escondió su coquetería natural. Desde los primeros tiempos
lució faldas cortas que la hicieron merecedora de la fama de
tener torneadas piernas. Con los años, ella misma reconoció
esa cualidad que alcanzó la altura de mito.
Eugenio
Lira Massi, en el libro “La Cámara y los 147 a dieta”
la retrató como “una mujer capaz de hacer cualquier sacrificio
por su partido. Se vino caminando de Valparaíso a Santiago a
la cabeza de una columna que pedía el cese de los bombardeos
a Vietnam.
“Joven
y atractiva, no pudo resistir la tentación de aclararse un poco
el pelo e ir dos veces por semana a la peluquería. Basto que
un diario hiciera mención en forma amable a esa coquetería
burguesa para que inmediatamente dejara de hacerlo.
“Como
agitadora es de primera clase, los carabineros han tenido que bajarla
a empujones de los carros celulares para no llevarla presa. No hay revuelta
estudiantil en que no esté metida”.
Aunque
era comunista, su origen cristiano hizo que en los últimos años
se convirtiera en devota de la Virgen de Andacollo. Las pasadas Navidades
concurrió al santuario ubicado en la IV región sólo
a contemplarla, pues no persignaba ni rezaba ante la imagen.
Le
gustaba que le dijeran “Gladys” a secas o “compañera”
y era fanática del té con miel y azúcar sin refinar.
Según propia definición, de pequeña fue muy inquieta
y deportista (jugó básquetbol), cualidad que mantuvo hasta
el final. Además adoraba los baños turcos y los masajes
en los pies.
Muy reservada con sus afectos íntimos, los últimos años
estuvo vinculada sentimentalmente con el periodista comunista Julio
Ugas Pulgar, algunos años menor. La relación no era un
secreto en el PC, pero la llevaban sin aspavientos.
Su
hermana Nancy y su amiga del alma Marta Friz, quien durante su ausencia
fue madre postiza de Álvaro (41) y Rodrigo (43), la acompañaron
en los momentos más duros de la enfermedad. Aunque sus hijos
nunca le dijeron "mamá", sino Gladys, pasaron juntos
varios momentos: en la clandestinidad se veían a la distancia
y ella les mandaba cartas firmadas con nombres de hombre y en los últimos
días, el menor vivió a escasos metros en la parcela de
La Florida.
Un
año antes de que le descubrieran el tumor declaró que
su gran sueño frustrado era haber sido “gitana y vagabundear
por el mundo”.
|