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Diana McLellan, en la obra “The girls”, desentrañó las múltiples relaciones bisexuales y lésbicas que se dieron en los ´30 entre las actrices y fue la primera en hacer público un romance entre la Garbo y la Dietrich.

Durante décadas, las divas suecas y alemana negaron conocerse y más aún, haber trabajado juntas, pero lo cierto es que en la película “La calle sin alegría” ambas compartieron una breve escena. En el film, la Garbo personifica a una mujer hambrienta que se desmaya, en plena calle, en los brazos de la Dietrich, quien la acaricia en forma sospechosa. Aunque la secuencia fue eliminada, algunos críticos lograron verla en la copia original.

Si tuvieron una relación, ésta terminó antes de que llegaran a Hollywood y la pública reputación de bisexual de la Dietrich, que ella nunca ocultó, podría explicar por qué la reservada Greta Garbo negó todo vínculo.

Según McLellan, ambas se pasearon por los salones de Berlín hasta que Marlene abandonó a la sueca por un hombre. Además de haberla calificado de ignorante y poco atractiva sexualmente, lo cierto es que la Garbo no le perdonó ese desaire.

Otra mujer que también puso en duda la reputación de la Garbo fue una aspirante a guionista española Mercedes de Acosta, también amante de la Dietrich e Isidora Duncan.

Aunque el romance no habría durado más que unas vacaciones, lo cierto es que de él quedaron algunas pruebas: fotos en topless de Greta y las confesiones, un tanto ambiguas, que hizo De Acosta en su autobiografía “Aquí yace el corazón”.

La relación habría terminado cuando la sueca, al regreso de un viaje, descubrió que la española estaba guardando las cartas que le enviaba. Las 55 cartas, 17 postales y 15 telegramas fueron hechas públicas el 2000, por un museo de Filadelfia que se las compró a De Acosta, pero en ellas no se encontró nada explicito que confirmara la relación pues sólo habían palabras de condescendencia y mero afecto.

Al término del vínculo amoroso, que sostuvieron a principios de los ´30, la correspondencia no se interrumpió y siguió con cierto espaciamiento hasta 1959, cuando la Garbo se enteró que De Acosta preparaba un libro. Al año siguiente, al verlo en las vitrinas, el rompimiento fue total.

Si bien, la española no fue del todo explícita en su obra, si lo fue la hija de Marlene Dietrich, María Riva, quien en una polémica biografía de su madre dejó ver lo mal que le caía De Acosta. Ahí la describe como “un drácula español. Tenía el cuerpo de un muchacho y el pelo corto como un torero, y era menos conocida como guionista que como amante de Greta Garbo”.

Un episodio menos publicitado y que da cuenta del atractivo que ejerció la actriz entre las mujeres tuvo lugar en 1932, cuando la Garbo y Joan Crawford compartieron el rodaje de la película “Gran hotel”. Ahí, la sueca se acercó a su compañera, le acarició la cara y le dijo: “nuestra primera película a la vez y no trabajamos juntas. Tienes un rostro maravilloso”.

Cuatro décadas más tarde, Joan confesó en su biografía que “si hubo alguna vez en mi vida en que pude haberme convertido en lesbiana, fue ésa”, confirmando que la Garbo era la amante soñada no sólo de los hombres, si no que también de las mujeres.

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