Juana la BeltranejaCómo Isabel de Castilla logró ser Reina

Al morir Juan II, Rey de Castilla, quedó como heredero Enrique IV, llamado "El Impotente". Enrique IV era hijo del primer matrimonio de Juan II, con María de Aragón.

Paralelamente a él estaban sus hermanastros Isabel y Alfonso, hijos del segundo matrimonio del Rey de Castilla con Isabel de Portugal. De esta manera, Isabel era la tercera en la línea de sucesión.

A la muerte de Juan II, Enrique IV asumió el trono y tuvo un primer reinado bastante blando. En 1455 mostró poco tesón con los moros y dos años después la Liga (agrupación de nobles) reclamaron que cambiara el modo de gobernar, exigencia que se repitió en 1460.

En 1462 nació Juana, hija de Enrique IV y de su segunda esposa, Juana de Portugal. La pequeña sobrina desplazó más aún a su tía Isabel de la posibilidad de acceder al trono.

Impulsados por el arzobispo de Toledo, la Liga depuso a Enrique IV el 5 de junio de 1465 en una acción denominada la Farsa de Ávila. En la acción estos nobles se dirigieron a las murallas de la ciudad, pusieron una escenografía simulando un trono y sentaron allí un muñeco al que fueron arrancando sus atributos de rey, lo sacaron del trono y sentaron allí al joven Alfonso, hermanastro de Enrique y hermano de Isabel.

Alfonso, de 12 años, reinó desde 1465 hasta 1468 cuando murió misteriosamente en Cardeñosa, Ávila. La misma noche de su muerte, cuando enterraron al joven Rey, Isabel fue llevada a Ávila por Alonso Carrillo, arzobispo de Toledo, y Juan Pacheco, maestre de Santiago. Allí la Liga, que habían apoyado la causa de su hermano, la requirieron como Reina de Castilla y León, título que según ellos le pertenecía por derecho propio.

Si lo aceptaba, Isabel evitaba que su sobrina Juana tuviera la posibilidad de acceder al trono. Sin embargo, la princesa rehusó tomarlo puesto que su hermanastro, el depuesto Enrique IV, no había muerto.

Así, Isabel y Enrique IV negociaron en Ávila las capitulaciones que posteriormente fueron confirmadas con el Pacto de Toros de Guisando, mediante el cual se estableció que el Rey era el propio Enrique y éste nombró como heredera a su hermanastra la princesa Isabel, desconociendo así los derechos de su hija Juana.

El matrimonio

En 1460 Enrique IV había ofrecido la mano de Isabel al primogénito de Juan II de Aragón y hermano de Fernando, Carlos, príncipe de Viena, quien era también el heredero del reino de Navarra.

A la muerte de Carlos, hubo intentos de casarla con Alfonso V de Portugal. Pero Isabel ya había elegido a su primo Fernando como esposo. Al conocerse las intenciones de la princesa muchos nobles castellanos y el Rey Alfonso de Portugal trataron de desbaratar la unión.

A principios de 1469 el entorno de Isabel puso sus condiciones: se casaría con Fernando si aceptaba trasladarse a Castilla, luchar por su causa, someterse a su voluntad y permanecer en un segundo plano. El 5 de marzo de ese año, Fernando firmó las capitulaciones en Cervera.

A fines de agosto, Isabel llegó a Valladolid para refugiarse de sus enemigos. El 8 de septiembre, notificó a Enrique IV, su hermanastro, la decisión de casarse. Ante la gran oposición, el matrimonio se realizó en secreto. Fernando, quien ya tenía dos hijos ilegítimos, viajó disfrazado de mozo de mulas con sólo cuatro sirvientes y el matrimonio se realizó el 18 y el 19 de octubre.


Juana la Beltraneja

Tras el matrimonio de Isabel con Fernando comienza la guerra civil contra los partidarios de la princesa Juana, cuya ascendencia de Enrique IV era puesta en duda. Históricamente se la conoce como Juana la Beltraneja, pues se dice que en realidad su padre era Beltrán de la Cueva, conocido amante de su madre, Juana de Portugal. Esto se ve refrendado por el hecho que Enrique IV era conocido como “El Impotente”, y ya su primer matrimonio con Blanca de Navarra fue declarado nulo debido a que no tuvieron descendencia.

Sin embargo, hay una versión que asegura que la Reina fue inseminada y que por lo tanto Juana sí sería hija del Rey, aunque su aspecto físico –más similar a Beltrán que a Enrique- no lo confirma.

En todo caso, el argumento de Isabel por el cual Juana no debía ser la heredera no se basaba en la paternidad, sino en que el primer matrimonio de su hermanastro no había sido debidamente anulado y, por lo tanto, los hijos nacidos durante su segunda unión serían ilegítimos.

Enrique IV se arrepiente de lo firmado con Isabel en Guisando y declara como Princesa y legítima heredera a su hija Juana. Los mismos nobles que antes habían destronado al Rey en la Farsa de Ávila, pusieron su firma en este nuevo documento.

Ciudades y villas fueron escenario de matanzas y enfrentamientos, como lo fue la ocupación de Medina por parte del Rey.

El 10 de diciembre de 1474 muere Enrique IV y tres días más tarde Isabel es proclamada reina de Castilla mediante una ceremonia en la que recorrió las calles de Sevilla precedida de un noble que portaba la espada como símbolo de su soberanía.

Sin embargo, el último documento firmado por el Rey dejaba como heredera a su hija Juana. Ésta recibió el apoyo de algunas personas que antes se lo habían negado, como el Arzobispo de Toledo, el Marqués de Villena y el Maestre de Calatrava.

Así comenzó una guerra de cinco años entre España y Portugal, que terminó con la paz en 1479, cuando una doble alianza fue comprometida.

En 1480 Juana se recluyó en el monasterio de Santa Clara de Coimbra confirmando así el derecho al trono de Isabel.