En 1771 Mozart regresa a Salzburgo y, antes de cumplir la mayoría de edad, compone la ópera "Lucio Silla" (1772), crea sus primeros cuartetos para cuerda. Las sinfonías N° 25 (K. 183), N° 27 (K.199) y N° 28 (K.200) ven la luz en 1773. Al año siguiente compone el Concierto para fagot K.191 y en 1775 la ópera "La finta giardinera", además de diversos conciertos para piano, la serie de conciertos para violín y las primeras sonatas para piano.
Su extraordinaria capacidad creadora siguió rindiendo sus frutos, pero a los 21 años decidió viajar nuevamente por las cortes europeas en busca de mayores remuneraciones. Una desilusión amorosa lo atrajo nuevamente a su ciudad natal, donde compuso dos misas y un buen número de sonatas, sinfonías y conciertos. Estas obras revelan por primera vez un estilo propio y una madurez musical extraordinaria.
Durante los años siguientes compone misas, las sinfonías N° 32 (K.318, que en rigor es una obertura), N° 33 (K.319) y N° 34 (K.338) y la ópera "Idomeneo, rey de Creta" (1781), influida por Christoph Willibald Gluck (uno de los grandes reformadores de la ópera).
Ese mismo año 1781 Mozart rompe sus relaciones laborales con el arzobispo Colloredo de Salzburgo y se traslada definitivamente a Viena. Allí crea el singspiel "El rapto en el serrallo", encargado por el emperador José II. Compone los seis cuartetos para cuerdas (1782-85) dedicados a su amigo F.J. Haydn y estrena la Sinfonía N° 35 "Haffner" (K.385, 1782), además de otras obras, muy superiores a la música que se hacía en esa época.
A fines de la década de los ochenta, y gracias a la participación de Lorenzo da Ponte, uno de los libretistas más excepcionales en ese tiempo, Mozart escribe tres de sus mejores óperas: "Las bodas de Fígaro" (K.492, en 1786), "Don Giovanni" (K. 527, en 1787) y "Così fan tutte" (K.588, en 1790).
Sus experiencias de vida se vieron reflejadas muchas veces en su trabajo. Las constantes deudas que lo agobiaron fueron su inspiración para el Quinteto para cuerdas K.516, las tres últimas sinfonías (K. 543, 550 y "Júpiter", de 1788) y los últimos conciertos para piano, todas contribuciones imprescindibles a la historia de la música.
Mozart murió a los 35 años de edad, pero compuso hasta el final de sus días. En 1791 ofreció uno de sus últimos espectáculos públicos en Viena y tocó el Concierto para piano Nº 27 (K.595).
Entre sus últimas obras se encuentran la ópera "La clemencia de Tito "(1791), escrita con motivo de la coronación del nuevo emperador Leopold II, que fue acogida fríamente por el público. No obstante, ese mismo año compuso "La flauta mágica", cuyo libreto fue redactado por el empresario teatral y cantante Emmanuel Schikaneder. Fue estrenada con enorme éxito y con el propio Mozart como director.
El último trabajo de Mozart fue el "Réquiem" en Re menor (K.626), encargado anónimamente por el conde Walsegg para los funerales de su esposa. Mozart no pudo terminarlo ya que el 5 de diciembre de 1791 falleció. Esta obra fue concluida por su discípulo F.X. Süssmayr.
A pesar de su prematura partida, las innovaciones de este artista quedaron establecidas para siempre en la historia de la música. En la ópera, elevo el rango de la participación femenina y se preocupo de la conjunción de los aportes orquestales y vocales. Sus sinfonías y conciertos marcaron, con su técnica perfeccionada y gran expresividad, un camino de señera innovación.
Logró gran expresividad sonora y riqueza en las combinaciones instrumentales de música de cámara, y sus composiciones sacras sobrecogen por su profundidad mística.