Dos que dejaron una huella indeleble en la NBA.
Twitter Chicago Bulls
Kobe Bryant creció admirando las proezas de Michael Jordan con los Chicago Bulls. Cuando llegó a la NBA, esa admiración se transformó en el motor del escolta trágicamente fallecido en enero pasado. No le bastaba compartir el parquet con su ídolo, quería superarlo y lo desafiaba con su lengua afilada.
En el documental "The Last Dance" se ve el duelo que ambos tuvieron en el "All-Star" de 1998. En el camarín, grandes estrellas como Reggie Miller, Charles Barkley y Tim Hardaway hablaban sobre el desparpajo de Bryant. "Ese chico de los Lakers siempre intenta retar a todos a un uno contra uno. Bien, entonces haremos que pase. Haré de este partido un uno contra uno", dijo "Air". "Lo voy a defender 48 minutos si es necesario", fue la respuesta que obtuvo.
La "Mamba Negra" no se achico esa noche y anotó 18 puntos, pero Jordan le recordó quién ocupaba el trono y se llevó el premio al Jugador Más Valioso del partido."Kobe retó a Michael, pero Jordan salió diciendo: 'Esta noche no, jovencito'", recordó el mítico Isaiah Thomas, que esa noche trabajó como comentarista.
Ese "All Star" era solo el comienzo de su historia. Poco a poco se fue tejiendo un vínculo poderoso entre ambas estrellas. El de los Lakers a veces llamaba de madrugada para hablar de jugadas o movimientos en el poste.
"Sin Jordan no habría Kobe. No habría ganado cinco anillos sin él. Es como mi hermano mayor, me ayudó mucho y me dio muy buenos consejos", reveló Bryant.
Al principio era una molestia, pero el "23" de los Bulls lo terminó disfrutando y asumió su papel de "hermano mayor".
"La gente tiene hermanos y siempre te roban cosas, tu closet, tu ropa; una molestia. Pero esa molestia se convierte en amor con el paso del tiempo por la admiración que te tienen por ser hermano mayor. Las preguntas, saber cada pequeño detalle de la vida en que se embarcarán. Cuando Kobe murió, una parte de mí murió, y veo el estadio y una parte de todos murió. De esas memorias tenemos que vivir y aprender. De hoy en adelante, viviré con eso, con mi hermano pequeño que traté de ayudar y amar. Descansa en paz, hermanito", manifestó entre lágrimas Jordan cuando Los Angeles le realizó el último homenaje a su gran leyenda.
Kobe no fue Jordan, pero es el que más se le ha acercado y un más que digno sucesor. Las estadísticas lo demuestran, también los comentarios de los que lo conocieron a ambos, como Gregg Popovich. El entrenador de los Spurs afirmó lo siguiente luego de que Bryant consiguiera su quinto anillo: "Hay muchas personas con muchas condiciones físicas para jugar al baloncesto, deportistas inteligentes, pero él tiene lo que Michael (Jordan) tenía. Sabe qué hay que hacer en cada momento. Cuándo tiene que intervenir, ya sea un rebote ofensivo, un robo, un triple, lo que sea necesario".
Ambos eran fieras competitivas. Tipos que se empujaban a sí mismos más allá de cualquier límite y que picaneaban a sus compañeros hasta sacar su mejor versión.
La "Mamba Negra" siempre recordaba un partido ante Houston en sus inicios en la NBA. Jugó cinco minutos y apenas convirtió dos tantos. Llegó furioso al hotel y destrozó su habitación al ver que Allen Iverson la rompía con Filadelfia. Tal como Jordan y otros grandes, necesitaba conocer la amargura del fracaso.
"Me enteré de que MJ (Michael Jordan) había sido excluido de su equipo de la escuela secundaria en su primer año. Aprendí que él sabía lo que era sentirse avergonzado, fracasado. Pero usó esas emociones para crecer, para hacerse más fuerte. No renunció. Así que decidí enfrentar mi desafío de la misma manera que él. Canalizaría mis fracasos como combustible para mantener encendido mi fuego competitivo. Se convirtió en una obsesión. Aprendí todo sobre el juego, la historia, los jugadores, los fundamentos. Nació mi instinto asesino", expresó.
