El delantero dejó una huella por su capacidad goleadora, contorsiones y particular personalidad.
Emol/Agencias
Quillota es una ciudad chilena que se caracteriza por la tranquilidad y buena calidad de vida. También se le conoce por ser la cuna de uno de los goleadores más pintorescos que ha regalado la historia del fútbol criollo.
Alejado de las tentaciones de la noche que alguna vez le pasaron la cuenta, Víctor Hugo "Pititore" Cabrera hoy vive de manera sencilla y con la mente en paz, sin dejarde recordar los años dorados que frotó con el brillo de su sapiencia frente al arco y su acrobática manera de celebrar los tantos.
San Luis, Everton, Regional Atacama, Colo Colo, Deportes Concepción, La Serena, La Calera y Quintero Unido fueron las estaciones en las que se detuvo el tren de una carrera plagada de alegrías, tristezas, excesos, goles, pero por sobre todo hilarantes anécdotas con las que se podría escribir un libro.
Un presente marcado por la calma
Pero antes de viajar por sus imperdibles vivencias, el propio "Pititore" relata cómo está pasando los días de cuarentena en su natal y querida Quillota.
"Me he entretenido arreglando mi casa y departamento. En eso he estado durante todo este tiempo de encierro. ¿Sabís' que? A mí me gusta esto del aseo, del ornato. Me gustaría pronto comprarme un terrenito, para tener mis plantas y mi jardín", cuenta en diálogo con Emol.
El otrora artillero traspasando sus enseñanzas a los más pequeños.
Con casi 63 años, "Pititore" dice que está feliz. No le sobra nada, pero tampoco pasa aprietos. Vive con su gato, un "regalón" que es la compañía perfecta en su hogar. A su edad, dice que ya le entregó todo al fútbol y por lo mismo piensa en terminar con las clases que imparte a pequeños.
"Llevo 40 años en esto del fútbol. Además, ahora los cabros chicos de hoy andan macanudos, te andan chispeando los dedos. Más encima yo soy diabético, hipertenso, tengo artritis y tengo quebradas las dos piernas. Me aburrí, ahora estoy haciendo los papeles para jubilarme ", confiesa.
3veces se erigió como goleador del fútbol chileno: En 1979 (Primera B), 1981 y 1984
Antes de que todo se detuviera por la pandemia, el histórico de San Luis además se desempeñaba como funcionario en el municipio. "La gente de la Municipalidad se ha portado súper bien. Nos han pagado todos los meses, pese a que no voy hacer un mes y medio a la 'pega'. No nos han bajado ni el sueldo", acota previo a explicar una "marca registrada" que patentó en cada cancha que pisó.
Su espectacular voltereta y la dura infancia
Al margen de su capacidad goleadora, "Pititore" alcanzó notoriedad a nivel nacional y mundial por su particular forma de celebrar sus conquistas: Con brincos y piruetas dio vida al denominado "Rondat más doble mortal atrás", la voltereta con la que maravilló en todos los estadios.
Su inolvidable contorsión sacó aplausos en todas las canchas.
"De chico me gustaba el circo y la verdad es que siempre entendí que el fútbol era un espectáculo. Lo fui perfeccionando con el tiempo, me quedaba en los entrenamientos haciendo las volteretas", cuenta Cabrera.
El ex futbolista no solo hizo de esta acrobacia una rutina. También convirtió en costumbre los goles, esos que lo llevaron a jugar por Colo Colo en el año 1985, después de un año brillante en Regional Atacama, donde se erigió como el máximo artillero del certamen y fue dirigido por su ahora amigo, Hérnán "Clavito" Godoy.
"De chico me gustó el circo y la voltereta la perfeccionaba en los entrenamientos"
Víctor Cabrera
Cabrera tocó techo en el Cacique, pero no pudo mantenerse por mucho tiempo. Siempre le gustó el "leseo" como él mismo reconoce, aunque niega tajantemente que haya sido la marihuana la razón de su declive. Quizás pudo pesarle la dura infancia que tuvo que afrontar.
"Mi papá y mi mamá se separaron cuando yo tenía 11 años. A mi 'taita' le gustaban las cantinas de La Calera. Trabajaba en la empresa de cementos Melón. Cuando le pagaban, salía a las 5 de la mañana y se iba para esos lados. Después llegaba a mi casa, me acuerdo le pegaba a mi mamá. Fueron momentos tristes, porque éramos 10 hermanos. Pero igual logré salir adelante, encerando pisos y pasándole virutilla a los pisos de unas casas pitucas'", explica antes de desempolvar el expediente de sus jocosas historias.
El día que terminó tocando en orquesta, el loro Matías y una increíble búsqueda en medio del desierto
"Pititore" vivió una intensa juventud: A concho y sin hacerle el quite a los vicios de la noche. Reconoce que en todos los clubes que pasó vivió excesos, pero tuvo las suerte de no lidiar con "sapos" en el camarín.
"En esos tiempos moríamos 'piola'. Salía a tomarme una cosita y luego me iba a bailar"
Víctor Cabrera
"En esos tiempos 'moríamos piola'. Salía a tomarme una cosita y luego me iba a bailar. Me acuerdo que una vez con unos compañeros terminamos siendo los músicos de la orquesta de cumbia en un bar. Los músicos se habían ido y nos subimos nosotros a tocar", revela.
Sobre la popular anécdota del Loro "Matías" -igual al que aparece en la historiera Condorito-, el otrora artillero la reconoce con una mezcla de resignación y risas. "Es que el 'Clavo' (Hernán Godoy) cuando se pone a tomar unos 'pencazos' suelta todo".
Con Hernán "Clavito" Godoy protagonizaron una anécdota de culto.
La historia dice que "Pititore" se hizo el lesionado para irse de fiesta en Copiapó antes de ser traspasado a Colo Colo y que el "Clavito" (DT de Regional Atacama en esa época) al enterarse de esto, fue a buscarlo a la casa. Ahí encontró a la figura haciendo un asado acompañado de unas amigas. Fue ahí cuando Matías, la mascota de Cabrera, empezó a insultar al entrenador diciéndole "Clavo cu..., Clavo cu...".
"Llegó en su Renault fuego de dos puertas y me empiezan a gritar "¡llegó el profe!'", apunta Cabrera. ¿Cómo terminó? Con el loro en el inodoro luego de que Godoy no aguantara los improperios. De todas formas, el plumífero no murió ahogado y finalmente se recuperó.
"Era muy caro ir al dentista, así que yo mismo hacía el diente con esperma de vela, una cuchilla y un encendedor. Se me pasaba cayendo en los partidos"
Víctor Cabrera
La otra imperdible anécdota dice relación con el diente postizo que ocupó durante gran parte de su trayectoria. "Era muy caro ir al dentista. así que yo mismo me lo hacía con esperma de vela, una cuchilla caliente y un encendedor. Se me pasaba cayendo en medio de los partidos", comenta.
Tan traicionera era la pieza dental, que una vez lo perdió en pleno desierto en un viaje a Iquique con el plantel de San Luis. "Había comprado un cajón de naranjas y me las fui comiendo. De repente le pego una mordida a una y me doy cuenta que ya no lo tenía", recuerda.
"Le digo al chofer que pare, que se me había caído. El bus paró y todos mis compañeros con el 'culo parao' buscándolo. No lo pillaron y les dije: 'Naaah, no importa... si era de esperma, me hago otro'. Tuve que esperar hasta Iquique para hacerme uno nuevo. Ahí cacharon mi técnica", concluye este goleador que con todo este anecdotario alimentó aún más su figura de auténtico ícono del balompié criollo.
Sus historias, su irreverencia y su olfato goleador lo ponen en la galería de los ídolos más queridos por los hinchas. Con casi 63 años y través de los recuerdos, "Pititore" todavía deja ver ese alma de niño-adulto con el que se ganó el cariño de toda Quillota y los románticos del fútbol...
Un extracto de los goles y acrobacias del recordado goleador