En la piel de Joseph Cherkashyn hay varios tatuajes. Están Rocky y Apollo, los dos perros ya fallecidos que tanto amó. También destaca un fiero león y una frase en el pecho: "Sangre, sudor y lágrimas".
"Siento que así ha sido mi vida. Sangre, sudor y lágrimas. Una vida bien dura. Pero no me siento un pobrecito, estoy agradecido de lo que me ha tocado vivir porque me ha hecho el hombre que soy. Me convertí en el mejor boxeador del continente", le dice a Emol.
Hace unas semanas, Cherkashyn se quedó con el título latinoamericano de peso medio del Consejo Mundial de Boxeo. Esa pelea se hizo en su natal Puente Alto.
A Cherkashyn en el ambiente todos lo llaman "El Ruso". Su abuelo y su abuela llegaron a Chile desde Europa del Este huyendo de la Segunda Guerra Mundial. Pero solo la conoció a ella.
"Mi abuelo falleció cuando mi padre era pequeño y yo viví lo mismo con mi padre que falleció cuando yo era pequeño. Se repitió la historia", apunta.
Su padre cayó de una micro, no lo atendieron como se debía y murió. Ivonne, su madre, quedó sola a cargo de seis niños chicos.
En un documental sobre la vida del boxeador, Ivonne cuenta que padeció una fuerte depresión y Joseph fue una roca para ella. Un día, su hijo le dijo: "Mamá, murió el papá. No nosotros".
"El Ruso" siempre ha sido de dediciones tajantes. Sin quererlo, se convirtió en el hombre de la casa a temprana edad. No le dio muchas vueltas y empezó a trabajar.
"Mi infancia duró muy poquito. Me tocó madurar antes, me tocó ayudar a mi vieja. Ella siempre fue comerciante. Yo iba a la feria con ella. Ya después de adolescente me puse a trabajar en un lavado de autos, para comprarme mis cosas y no ser una carga", manifiesta.
También tuvo otro trabajo. Entre risas revela que salió en un videoclip del cantante Alberto Plaza.
"En ese tiempo que mi mamá quedó viuda a mí y mis hermanos como éramos rubiecitos y de ojos claros nos llevó a una escuela de modelaje. Me captó un tipo que trabajaba en una agencia. Estuve trabajando como uno o dos años como extra en comerciales, teleseries, eventos. Tuve un pasaje como actor y me tocó tener un protagónico en un videoclip de Alberto Plaza. En ese tiempo fue bueno, vi otro mundo, vi otras cosas", asevera.
El boxeador creció en Bajos de Mena, uno de los guetos más grandes de Chile. Dice que hoy el lugar sigue siendo lo mismo que cuando él era niño.
Él y su familia vivían en un block. En invierno se tenían que conseguir unos pliegos de plástico para no lloverse.
"Te das cuenta que vivíamos uno encima del otro. Escuchábamos todas las cosas. Se ponen a pelear en la casa del lado y escuchas. El edificio que vivía yo, de 24 familias, cinco eran traficantes de droga. Me doy cuenta que hay mexicanas, balazos, es bien duro. Es una realidad poco alentadora", relata.
"El Ruso" siempre pensó que tenía que hacer algo grande con su vida, pero no sabía qué. El colegio se le daba bien e incluso estuvo en el Programa Penta UC para talentos académicos.
Mostraba, además, habilidad para el deporte. Sin embargo, en algún momento pareció que podía perder el enfoque.
"Estoy seguro que pude ser futbolista profesional. Fui goleador en el interescolar muchas veces. Tuve hartas oportunidades, pero en ese momento era un adolescente muy indisciplinado, no tenía conductas apropiadas para el deporte. ¿Qué me pasó? La presión social. Tienes la presión de tus pares, que andan fumando, que andan carreteando y tú como adolescente no quieres ser menos. Te mezclas no más. Es lo que vives diariamente. Yo les decía a mis amigos que uno busca el respeto y en ese medio es el respeto de la calle, el más choro por así decirlo", comenta.
El boxeo lo conoció ya de grande y lo salvó. Tenía 18 años y nunca antes había practicado un deporte marcial. Cuando entró por primera vez al gimnasio de la Federación en San Miguel no pensó que iba a vivir del noble arte de los puños. Solo quería aprender a pelear, pero encontró un propósito.
Aunque a veces no tenía plata para la micro, iba a entrenar igual. Se la jugó. Había entrado a estudiar Administración de Empresas y trabajaba, pero renunció a todo eso y apostó por el boxeo, que en ese momento no le daba ninguna retribución económica.
Afortunadamente para "El Ruso", despegó rápido, se alejó de "las malas juntas" y dejó las fiestas. Al mes debutó y ganó por nocaut, después lo convocaron a la selección y consiguió varias medallas representando a Chile.
Después de dejar el boxeo olímpico se pasó al campo rentado. En total, lleva 15 años de carrera.
"El boxeo me ahogó, estoy ahogado en este deporte. No puedo salir. Soy universitario y profesor de educación física gracias al boxeo. He viajado por todo el mundo gracias al boxeo. Tengo una mujer que me ama, tengo mi casa, tengo mis cosas. Todo gracias al boxeo", reflexiona.
Es uno de los fundadores del gimnasio Pura Vida Boxing. Cherkashyn allí hace clases porque no le alcanza para vivir solo de su carrera como púgil. Ya tiene un récord de 13-0 y quiere seguir escalando en el ranking hasta que llegue la oportunidad de un título mundial. Está buscando la fórmula que le permita irse a preparar al extranjero.
Si bien ya no reside en Bajos de Mena, va frecuentemente para allá a ver a los amigos. Sabe que su vida pudo ser otra. Conoció a muchos jóvenes como él que eran buenos para algún deporte, pero que por alguna "embarrada" dejaron pasar su momento.
"En el barrio hay muchas tentaciones. El mal camino es tentador. Andas pato, a pata, con las zapatillas rotas. Miras para el lado y ves que otro se compró una tenida completa y tú también quieres. Es humano querer ser más. Uno se ve enfrentado a esas tentaciones y yo sentí que ese mundo me podía arrastrar, pero es importante tener claro tu convicción. Repito que yo no soy un pobrecito, soy un campeón. Yo quiero ser un referente para los niños del lugar donde crecí. Si bien nos toca más difícil, porque los de Bajos de Mena empezamos 100 escalones más abajo, somos guerreros. Quiero que los niños de escasos recursos vean que se puede, si tienen una oportunidad la tomen y con esfuerzo se puede salir adelante", cierra.