SANTIAGO.- Una creciente globalización, amplio desarrollo de las tecnologías de la información y un nuevo problema financiero. Ese fue el escenario económico con el que Estados Unidos recibió a los primeros años del siglo XXI.
Pero al poco andar hubo otro golpe. Mientras las autoridades debatían cómo reimpulsar la debilitada economía que había dejado la industria tecnológica con el estallido de la burbuja de las "punto com" –con baja inversión, desconfianza de los consumidores y un desempleo de 4,9% (el mismo nivel que ahora, pero alto para esa época)- el mercado financiero más importante del mundo tuvo que cerrar por cuatro días debido al atentado a las Torres Gemelas.
Cuando Wall Street volvió a abrir, el lunes 17 de septiembre de 2001, el Dow Jones se desplomó 7,1%, desde los 9.605 hasta los 8.920 puntos. Esa fue la caída fue la más grande de la historia de la bolsa norteamericana hasta ese instante, medido en unidades. El panorama negativo se había anticipado, luego de la baja de 8,5% que tuvieron en promedio los mercados europeos ese martes 11 y miércoles 12.
"Los mercados ya tenían tendencia bajista antes de los atentados y la corrección va a seguir por un tiempo", comentó en ese momento un analista de Global Financial Advisors.
Ese año, el PIB de EE.UU. creció sólo un 1%, luego de haberse expandido 4,1% en el año 2000. En 2002 la recuperación logró un crecimiento de 1,8%, en 2003 en 2,8% y un 3,8% en 2004.
En el corto plazo, "los atentados tuvieron un efecto reactivador de la economía", afirma Cristián Echeverría, de la Universidad del Desarrollo, en referencia a las consecuencias inmediatas de la "guerra contra el terrorismo" que impulsó George Bush. "Las guerras estimulan la actividad económica de los países participantes, porque todo el aparato productivo se desvía y se acelera para generar todo lo que se necesita en una guerra. Adicionalmente, EE.UU. ha adquirido recursos estratégicos como el petróleo".
Pero en el largo plazo, afirma el economista, ese desvío de fondos puede ser el motivo del retraso en la infraestructura pública del país. El gasto militar de EE.UU. pasó de representar 2,94% del PIB en 2001 a 3,25% al año siguiente y escalar a 3,85% en 2005, según datos del Banco Mundial. El peak se alcanzó durante la crisis financiera, en 2010, con 4,67%.
Mientras que el último Informe Global de Competitividad del Foro Económico Mundial establece que EE.UU. ocupa el lugar 11 en cuanto a las buenas condiciones de carreteras, aeropuertos y servicios de internet. Los primeros cuatro puestos del ranking son de países asiáticos, encabezados por Hong Kong. Chile ocupa el segundo lugar a nivel latinoamericano, por detrás de Panamá.
"Estados Unidos tiene una brecha de infraestructura enorme, es muy antigua. El PIB per cápita de China es bajo, pero el país hizo un salto digital e inalámbrico. En EE.UU. la red inalámbrica cubre todo el país, pero el uso de la telefonía fija es aún muy preponderante y la cobertura de internet es amplia sólo en las grandes ciudades", explica Echeverría.
Según la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles, ese país necesita gastar US$ 3,32 billones para modernizar sus puertos, carreteras, puentes, trenes, red de agua potable e instalaciones eléctricas, pero sólo ha financiado US$1,88 billones El déficit en esta materia se elevará a US$5,18 billones para 2040.
El tema también es parte de carrera presidencial. Hilary Clinton se comprometió a invertir US$270 mil millones en cinco años –similar al PIB anual de Chile-, mientras que Donald Trump afirmó que doblará esa cifra.
"Tenemos puentes que se están cayendo. No sé si has visto los avisos de advertencia, pero tenemos muchos, muchos puentes que están en peligro de caerse", graficó el candidato republicano en una entrevista con Fox Business Network en agosto.