Los fondos de pensiones y aseguradoras a cargo de más de US$25 billones quieren respetar más el medio ambiente, pero se enfrentan a gestores de inversiones externos que exageran sus credenciales en sostenibilidad.
Según una encuesta realizada por Schroders Plc, el 60% de 650 inversores institucionales en todo el mundo dijo que el denominado "lavado verde" (greenwashing), la práctica de exagerar o tergiversar el impacto ambiental positivo de las estrategias de inversión, es el principal obstáculo en el camino hacia los objetivos de sostenibilidad. Casi la mitad de las instituciones encuestadas también comentaron que tenían dificultades con la falta de transparencia y acceso a los datos.
El "lavado verde" está acaparando atención a medida que crece el apetito para asignar dinero a fondos que tengan en cuenta factores ambientales, sociales y de gobernanza.
La Unión Europea, donde se encuentra la mayoría de los activos ESG del mundo, está intensificando su escrutinio del sector, obligando a los gestores de activos a cuantificar y revelar en qué medida sus inversiones dañan el medio ambiente a través de emisiones de carbono, liberación de aguas residuales o deforestación.
"Damos la bienvenida a los esfuerzos regulatorios para promocionar medidas tangibles y ayudar a combatir el lavado verde", afirmó Andy Howard, responsable global de inversiones en sostenibilidad de Schroders. "Esto debería respaldar un cambio real y permitir a los inversores tomar decisiones basadas en la información", agregó.
No obstante, las objeciones por el greenwashing no están disminuyendo la popularidad de las inversiones ESG. Los fondos centrados en sostenibilidad en todo el mundo recibieron entradas récord de US$81.000 millones en el tercer trimestre de 2020, según un informe de Morningstar.