El Banco Central de Turquía ha recortado los costos de préstamos en 4 puntos porcentuales desde septiembre, en línea con los deseos de Erdogan, pese a que la inflación se aceleró hasta cerca de un 20%.
Erdogan, quien ha estado en el poder cerca de 19 años y se ha tornado cada vez más autoritario, ha argumentado desde hace tiempo que las altas tasas de interés causan inflación, contrariamente a lo que los economistas generalmente dicen: al aumentar las tasas, los precios bajan.
Los recortes en las tasas han generado preocupación respecto a la independencia del banco, mientras la poco convencional política monetaria del país ha espantado a inversionistas extranjeros, que se están deshaciendo de sus activos en el país. En tanto, los turcos están apresurándose para convertir sus ahorros en monedas extranjeras o en oro, para protegerlos de la inflación en sostenida alza.
"La gente trae sus ahorros y siempre quiere comprar dólares (...) Están en pánico", dice Hulya Orak, quien trabaja en una casa de cambio. "Las personas están constantemente en pánico y están usando el dinero que guardan en sus colchones", agrega.
Como resultado, la lira turca, que apenas se había recuperado de la crisis monetaria de 2018, se ha debilitado hasta registros récord frente al dólar y el euro.
Cayó a un registro récord de 13,44 en contra del dólar estadounidense el 23 de noviembre, luego que Erdogan insistiera que no había vuelta atrás en sus políticas poco convencionales. El martes, la lira volvió a desplomarse a una marca histórica de 14 contra el dólar, luego que Erdogan reiterara que los recortes continuarían, y en medio de señales de que la Reserva Federal de Estados Unidos ajustaría los créditos para consumidores y negocios mientras la inflación aumenta.
La lira se recuperó levemente el miércoles, luego que el Banco Central anunciara que intervendría en el mercado cambiario para aplacar la volatilidad.
Con la inflación marcando sobre 21%, de acuerdo a las cifras oficiales divulgadas el viernes, los precios de los bienes básicos se dispararon y muchas personas en este país de más de 83 millones de habitantes, tienen problemas para llegar a fin de mes.
El Grupo de Investigación de Inflación, organismo independiente formado por académicos y ex autoridades de gobierno, estima la tasa de la inflación en un impresionante 58%. Los partidos de oposición han exclamado su escepticismo sobre las cifras oficiales de inflación y han cuestionado la independencia del Instituto Turco de Estadística.
La devaluada lira está conduciendo a precios más elevados, haciendo que las importaciones, el combustible y bienes de necesidad diaria sean más caros en Turquía, que depende mucho de materias primas importadas. En tanto, los arriendos se han disparado y los precios de viviendas, muy vinculados con el dolar, están aumentando.
Cada mañana, se forman largas filas fuera de los kioskos que venden el pan por una lira menos que las panaderías y comercios establecidos.
"Estamos recortando en todos los gastos", dice Sinasi Yukselen mientras esperaba en una de esas filas. "Antes compraba 10 hogazas de pan, ahora compro cinco. Nos hemos dado por vencidos de comprar carne", agrega.
En un centro comercial de Ankara donde se venden productos con descuento, Emine Cengizer dijo que quería comprarle un abrigo de invierno a su hija, pero salió con las manos vacías. "Si compro el abrigo, no tendré nada para comer el resto de la semana", explicó.
Selva Demiralp, profesora de economía en la Universidad Koc de Estambul, señala su preocupación ante este escenario. "Cuando tienes una brecha tan grande entre los que puedes ganar en Turquía y lo que puedas ganar en el extranjero, será muy difícil mantener a esas personas altamente calificadas en el país", explica. "Y esa es la mayor amenaza para el futuro del país", subraya.
El Presidente de Turquía ha estado impulsando bajos costos en los préstamos para estimular la economía, empujar el crecimiento y las exportaciones, así como generar empleo. Se ha comprometido a quebrar el ciclo de una economía dependiente del "dinero rápido" con altas tasas de interés.
Los economistas dicen que al elevar los costos de los préstamos se alivia la inflación, que ha aumentado globalmente mientras las economías se recuperan de la pandemia del coronavirus, pero ha sido especialmente aguda en Turquía por las poco ortodoxas políticas del gobierno.
Erdogan es un devoto musulmán, una religión que sostiene que la usura es un pecado, y ha descrito las tasas de interés como "la madre y el padre de todo el mal". Ha despedido a tres encargados del Banco Central que se resistían a bajar las tasas. Y en otro remezón, el jueves Erdogan nombró a un nuevo ministro de Economía, que es considerado colaborador en este empuje por rebajar las tasas, lo que también llevó a otro golpe para la lira.
"Con el nuevo modelo económico, estamos dejando atrás la política de atraer dinero con altas tasas de interés. Estamos apoyando la producción y las exportaciones con pocos intereses", dijo Erdogan esta semana.
El líder turco ha culpado del desplome monetario a fuerzas extranjeras que estarían tratando de destruir la economía de Turquía y dijo que su gobierno está sosteniendo "una guerra económica de independencia".
La economista Demiralp dice que el gobierno está haciendo lo opuesto de lo que normalmente se realiza para reducir los precios. "El Banco Central dice que al recortar las tasas de interés se van a contener las presiones inflacionarias. Pero los mercados no están creyendo esta historia", afirma.
Turquía está enfocada en hacer crecer la economía más que controlar la inflación, agrega Demilrap, aunque "yo creo que incluso el crecimiento es altamente dudoso a estas alturas, porque verás más contracción a futuro como resultado del pánico, la incerteza y la escalada de precios que dejan esta crisis".
Sus primeros años en el poder estuvieron marcados por una economía fuerte, que le ayudó a ganar elecciones. Recientemente, el alza de precios ha impactado en su popularidad, con encuestas que apuntan al malestar por sus políticas económicas, incluso dentro de personas que lo apoyan.
La semana pasada, la policía intervino en pequeñas manifestaciones que se generaron en Estambul y otras ciudades turcas, por grupos que protestaban por el alto costo de la vida. Docenas de personas fueron detenidas.
Una alianza de partidos de la oposición que han formado un bloque contra el partido gobernante de Erdogan y sus aliados, ha estado escalando en las encuestas. Miembros de la coalición opositora están pidiendo elecciones anticipadas y acusan a Erdogan de "traición" por su mala administración de la economía.
Erdogan se ha resistido a llamar a elecciones, insistiendo que la próxima votación se llevará a cabo en 2023 tal como está estipulado.
El Mandatario dijo esta semana que el gobierno está trabajando en programas que crearán 50.000 nuevos empleos y se espera que aumente el sueldo mínimo.
"Estamos preparando, uno a uno, los pasos para aliviar a los ciudadanos cuyo poder adquisitivo ha caído", afirmó Erdogan.