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"Nacionalismo alimentario": El fenómeno que presiona el riesgo de "catástrofe" por el hambre que se advierte para el mundo

A medida que la guerra en Ucrania se recrudece, crece el temor por la seguridad alimentaria global, más aún cuando los altos precios han llevado a ciertos países a suspender sus exportaciones.

12 de Junio de 2022 | 09:05 | Por Ignacia Munita C., Emol
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Reuters.
Mientras los combates en la zona del Donbás se recrudecen, fuera de las fronteras ucranianas la guerra está sumando componentes que hacen peligrar la seguridad alimentaria en todas partes del mundo.

Desde que inició el conflicto bélico, la destrucción de la capacidad productiva agrícola en Ucrania y la paralización de gran parte del comercio de cereales y fertilizantes por parte de Rusia –ambos países representan casi un tercio del suministro mundial de trigo–, han provocado que los precios de productos como el maíz y el aceite de maravilla se disparen a niveles históricos.

De hecho, Ezequiel García-Lembergman, académico del Instituto de Economía de la Universidad Católica, subraya que "la caída en la oferta mundial de alimentos desde la invasión de Rusia a Ucrania a principios de 2022 llevó a un aumento sustancial de los precios internacionales que, además, ya venían subiendo desde 2021".

Por ejemplo, según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el precio promedio de los cereales ha aumentado más de 20% en lo que va del año.

Pero la situación se ha agravado en los últimos meses, considerando que otros países alrededor del globo han caído en lo que se ha denominado "nacionalismo alimentario", optando por suspender las exportaciones de elementos esenciales para así frenar el encarecimiento de ciertos productos en sus territorios, y de paso, asegurar su abastecimiento. Tal es el caso de Malasia con los pollos; de Indonesia, que limitó los envíos de aceite de palma; India que redujo las ventas de trigo y azúcar, entre otros.

En medio de ello, entidades internacionales no descartan que la crisis alimentaria a la que se enfrentan numerosas naciones como resultado del conflicto en Europa del Este se convierta en una verdadera "catástrofe". De hecho, en un reciente informe, Naciones Unidas advirtió que este si bien el riesgo actual "es por falta de acceso", la del próximo año "puede ser por falta de comida".

De cara a 2023, la organización internacional teme que las alzas de los precios, especialmente de fertilizantes, puedan reducir la cantidad de alimento a niveles críticos. "Si la guerra continúa y los altos precios del grano y los fertilizantes persisten hasta la próxima temporada de siembra, la crisis actual podría extenderse a otros alimentos básicos como el arroz, afectando a miles de millones de personas".

Soberanía alimentaria

Entonces, ¿a qué apunta esta suerte de nacionalismo, o más bien, soberanía alimentaria? Según García-Lembergman "las restricciones a las exportaciones de alimentos surgen como una medida de los países productores para abastecer a su mercado interno y desacoplar sus precios domésticos de la suba de precios internacionales".

El razonamiento es simple: "al restringir la exportación del producto, los productores se ven obligados a vender más en el mercado local y este exceso de oferta lleva a una baja en el precio doméstico", agrega.

Además, plantea que "es una típica medida con la que los Gobiernos pueden obtener beneficios de corto plazo, pero que es nociva en el largo plazo, porque afecta negativamente las decisiones de inversión de los productores".

Mientras que Gustavo Amtmann, experto en Comercio Exterior de Unegocios FEN de la U. de Chile, afirma que "con el covid y la guerra de Ucrania los países han comenzado a profundizar su preocupación por ser autosuficientes para garantizar la alimentación de su población, situación que se ha traducido en restringir ciertas exportaciones, condición que ha afectado la cadena alimentaria a nivel mundial".

En efecto, la preocupación por la autosuficiencia a la hora de alimentar a las poblaciones no es un fenómeno reciente, sino que comenzó a agudizarse desde que se desató la pandemia. Por lo mismo, el gran riesgo es que no haya países que lleguen a ocupar los puestos que otros han dejado en la cadena alimentaria.

Al respecto, Guillermo Donoso, académico de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Universidad Católica, señala que la expansión de este proteccionismo alimentario "sería catastrófico porque haría que el mundo produzca cosas en los que se es menos productivo. A su vez, esto tendría mayores costos y reduciría la oferta de alimentos a nivel mundial y además los encarecería. Es más, hay países que no tendrían la capacidad de producir".

Impacto en América Latina y Chile

En un reciente informe la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) reveló que, con la irrupción del coronavirus, en 2020 la prevalencia de la subalimentación alcanzó un máximo del 9,1% - nivel no visto en la región desde 2005-.

Al comparar con el año anterior, ello implicó que alrededor de 14 millones de personas más en la región fueron afectadas por el hambre, siendo los países del Caribe particularmente vulnerables considerando que un 16,1% de sus habitantes padecieron desnutrición en ese periodo.

Posteriormente, los precios de los alimentos aumentaron en la región en la segunda mitad de 2020 debido a problemas en las cadenas de suministro, y antes de que la sostenida escalada se convirtiera en un problema mundial en 2021, la inflación de alimentos ya había aumentado y se ha mantenido alta desde entonces.

"Las restricciones a las exportaciones de alimentos surgen como una medida de los países productores para abastecer a su mercado interno y desacoplar sus precios domésticos de la suba de precios internacionales"

Ezequiel García-Lembergman, académico del Instituto de Economía UC
Además, en contraste con el alto potencial que presenta en cuanto al comercio exterior de alimentos, Latinoamérica es fuertemente deficitaria en materia de fertilizantes, considerando que un 78% del abono utilizado en la agricultura son importados.

De esta forma, al ser consultada por el riesgo que implica esta renovada tendencia por el proteccionismo alimentario, Jeannette Sánchez, directora de la División de Recursos Naturales de la Cepal, comentó esta semana que "el fantasma está ahí, y preocupa, es una realidad, sobre todo para los importadores".

Lo que sí, aseguró que "si es que mejoramos las condiciones de comercio intrarregional y consideramos unidad alimentaria de toda la región podríamos mejorar la expansión de resiliencia en una región que es beneficiada por la situación alimentaria. Entonces, no debería haber este estrés que estamos teniendo ahora".

Respecto de las consecuencias directas que este proteccionismo alimentario podría provocar en la región, Roberto Jara, profesor de Economía Agraria de la Universidad de Talca, aseguró que "tanto Chile como Latinoamérica se van a ver afectados por un problema de esta índole. Recordar que el ingreso medio en Latinoamérica es inferior al de Europa, Estados Unidos, o países desarrollados, por lo tanto, en la canasta básica afecta significativamente a este grupo de países".

Tras ello, mencionó que en nuestro país "la situación preocupa, porque hemos visto que la producción de algunos bienes básicos, como el trigo o el maíz, la superficie en general dedicada a cultivos ha disminuido en los últimos diez años, un 27% de disminución en la superficie sembrada de commodities agrícolas. Entonces, la situación es particularmente complicada, en el entendido de que alzas de precios a nivel internacional afectan directamente al bolsillo de todos los chilenos".
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