Leo PrietoCEO y fundador de LemuEl satélite "Lemu Nge" de la startup chilena Lemu, lanzó por SpaceX un cohete reutilizable Falcon 9, desde la Base de la Fuerza Especial Vandenberg en California, Estados Unidos.
Este nanosatélite está diseñado para observar el planeta. Cuenta con una cámara hiperespectral de alta definición optimizada para la observación de los ecosistemas de la Tierra, permitiendo analizar la biodiversidad de la vegetación a nivel mundial y a una resolución 20 veces mayor a la actual.
Todo comenzó tras la venta de su anterior emprendimiento, Betazeta. Su fundador se propuso un desafío monumental: utilizar la tecnología para resolver el mayor problema de nuestro tiempo.
Así, en 2018, mientras desayunaba con su esposa, surgió la primera chispa que llevaría al desarrollo de su propio satélite, marcando el inicio de lo que hoy conocemos como Lemu.
En esta nueva edición de Lo pensó/lo hizo de Emol, exploramos cómo Lemu está no solo identificando a la naturaleza en las cadenas de valor globales, sino también creando las herramientas necesarias para que esta integración sea efectiva y duradera.
Lemu es una empresa de tecnología profunda para la ecología profunda. Proveemos datos para tomar decisiones basadas en la naturaleza. Todas las organizaciones del mundo tienen a la naturaleza en su cadena de valor, pero apenas el 5% mide su impacto y menos del 1% su dependencia de ella. Lemu, a través de Atlas, nuestra plataforma de inteligencia de la naturaleza, abordamos la brecha de datos de la naturaleza para potenciar las soluciones basadas en la naturaleza y así ayudar a frenar el problema más grande de nuestra era: La crisis ambiental.
En mis 25 años emprendiendo he aprendido que los momentos “eureka” casi no existen, son varios momentos, a veces a lo largo de varios años, que van decantando en una idea. En el caso de Lemu, empezó antes de que Lemu fuera Lemu. Después de la venta de mi emprendimiento anterior (Betazeta en 2016), empecé a explorar cómo podíamos aprovechar los tremendos avances tecnológicos y científicos a nuestra disposición para resolver el mayor problema de nuestra era, la crisis ambiental. En esa época se hizo evidente que las soluciones basadas en la naturaleza eran las más efectivas y eficientes, pero al mismo tiempo la brecha de datos de la naturaleza hacía casi imposible poder medir qué acciones funcionan y cuáles no. Los datos satelitales eran los únicos que nos permitían monitorear algo tan vasto como nuestro planeta, pero al mismo tiempo fue una sorpresa descubrir que la mayoría de los satélites no tenían los instrumentos para hacer las mediciones necesarias para caracterizar nuestros ecosistemas y su salud. Así que a comienzos de 2018, tomando desayuno con mi mujer, Eva, fue la primera vez que dijimos “parece que tenemos que lanzar nuestro propio satélite”. Ahí empecé a armar un equipo de lujo para empezar a construir una solución que nos permitiera acortar la brecha de datos de la naturaleza, así como poder lanzar nuestro propio instrumento para poder generar las mediciones que escasean..
Las primeras etapas fueron financiadas de mi bolsillo y luego levantamos capital de inversionistas ángeles. El 2021 fuimos apoyados por Arauco Ventures, el brazo de inversión en nuevas tecnologías del grupo Arauco, no solo con los recursos financieros pero también con décadas de datos extremadamente sofisticados de ecosistemas en Chile, Argentina y Brasil — algo que nos permitió ganar varios años en nuestra hoja de ruta y acelerar la implementación de nuestras tecnologías. En 2023 fuimos seleccionados por Google for Startups quienes nos dieron acceso a recursos y herramientas exclusivas para amplificar nuestro impacto. Ahora estamos preparando un nuevo aumento de capital para comienzos de 2025.
A fines de 2024 vamos a abrir al público Atlas, nuestra plataforma de inteligencia de la naturaleza, orientada a organizaciones buscando indicadores territoriales para tomar decisiones basadas en la naturaleza. Hemos estado pilotando nuestra plataforma con algunas de las empresas más grandes de Chile, ayudándoles a dar el paso de ser “Net Zero” a “Nature Positive”.
Hoy estamos apuntando a organizaciones que tengan una madurez media a alta en su estrategia de sustentabilidad, ya sea con departamentos de sustentabilidad dedicados o con compromisos claros — aunque les falte una hoja de ruta o incluso no sepan cómo medir su avance. A medida que Atlas madure, esperamos ampliar el público a organizaciones más pequeñas o que están recién comenzando su camino para entender su impacto y dependencia con la naturaleza.
¡Ojalá tuviéramos más competencia! El problema es tan grande que una sola empresa no puede resolverlo sola. Por eso hoy colaboramos con prácticamente todas las empresas en este ámbito, muchas de las cuales pueden ser consideradas competidores, pero que lamentablemente aún somos muy pocos. Creemos fuertemente en la inteligencia colectiva y que la única forma de resolver un problema de esta escala es trabajando juntos.
Pedir ayuda, mucha ayuda. Molestar a cuantas personas fuera posible para entender mejor el problema, qué soluciones existían, cuáles funcionaban y cuáles no. Luego llegar a un entendimiento de un posible camino a tomar, contarle mi idea a todo el mundo y aprender de las reacciones. Luego armar el mejor equipo posible. Convencer a amigos que tomaran el riesgo de embarcarnos en este desafío, convencer a desconocidos que dejaran lo que estaban haciendo y se sumaran a un equipo que todavía no tenía tan claro que iba a hacer ni cómo iba a lograrlo — muchas veces dejando trabajos con mejores sueldos y estabilidad. Incluído sumar al equipo inversionistas que han sido tremendos socios, aportando no sólo financiamiento sino entendimiento del problema y la oportunidad, con visión a largo plazo. Finalmente, ser un poco testarudo y perseverar a pesar de todas las dificultades y voces que recomendaban “ir más lento”, “apuntar más cerca” o “no tratar de resolver un problema tan grande”.
Cómo lograr que todas las organizaciones del mundo identifiquen a la naturaleza en su cadena de valor y por consiguiente integrar a la conservación de la naturaleza como parte esencial de su operación, y no una actividad periférica o filantrópica.
Frenar la crisis ambiental. Esto lo tenemos que lograr resolviendo el vacío de datos de la naturaleza, lo que nos va a permitir acortar la brecha de financiamiento de la biodiversidad, aumentando la conservación efectiva. Nos hemos puesto la ambiciosa meta de ser responsables de ayudar a financiar el 1% de la superficie terrestre de nuestro planeta antes de 2033, porque no tenemos el lujo de ponernos metas tímidas ni plazos eternos.
Hay riesgos técnicos simplemente por la complejidad del desafío, la naturaleza es vasta y fractal, con cada ecosistema siendo distinto aunque sean el mismo tipo de bioma. Ser capaces de obtener datos de un lugar no nos garantiza poder hacer lo mismo en otro, por lo que hemos puesto especial énfasis desde el día uno en desarrollar formas eficientes y replicables de enfrentarlo. Pero creo que el mayor riesgo está en cada uno de nosotros como consumidores. Todas las empresas con las que hemos hablado tienen una seria necesidad por avanzar hacia una producción sostenible, pero mientras haya individuos que sobre consuman, prioricen el camino fácil o el beneficio individual por sobre el colectivo, puede que no seamos capaces de frenar esta crisis a tiempo.
Hemos tenido conversaciones con varias de las empresas más grandes de Europa y Estados Unidos, quienes han demostrado mucho interés por nuestras soluciones, pero hemos decidido enfocarnos en Chile primero, luego América Latina y finalmente el resto del mundo. Pero como con cualquier buen emprendimiento, la demanda irá definiendo el mercado.
Alexander von Humboldt y Jacques Cousteau. Separados por siglos, ambos son humanos únicos que fueron capaces de combinar arte y ciencia inspirados por la naturaleza. Humboldt fue el primer humano que empezó a recopilar datos de la naturaleza para ayudar en su comprensión, fue el primero en proponer que todo en la naturaleza estaba conectado — no sólo a escala local, si no también a escala global — y con estos hallazgos fue el primero en demostrar que los humanos estábamos modificando el clima al modificar el paisaje, ¡en 1807! Cousteau, al igual que Humboldt, fue un científico que tuvo que inventar sus propios instrumentos para poder explorar y aprender de la naturaleza. Eso lo llevó a inventar el sistema de respiración bajo el agua (“SCUBA” en inglés) y comercializado exitosamente como Aqua-Lung. Esos recursos le permitieron crear algunos de los documentales más alucinantes de la historia, mostrando por primera vez a todo el planeta el desconocido mundo submarino e inspirando a millones de humanos a mirar la naturaleza con otros ojos — ¡yo fui uno de ellos! También levantó la alerta a mediados del siglo pasado sobre lo rápido que los humanos estábamos modificando nuestro entorno con resultados catastróficos. Lástima que ambos sean personajes relativamente desconocidos en el presente y aún haya quienes crean que la crisis climática es un “invento reciente”.
Liderando Lemu cómo una solución efectiva para ayudar a las organizaciones del mundo a alcanzar sus metas de producción y consumo sustentable, invirtiendo en naturaleza y acciones de conservación que garantizan la disponibilidad de todas las funciones naturales de las cuales depende su operación. Que las personas sepamos el origen y destino de todo lo que consumimos y eso derive en un consumo responsable, para que podamos aprovechar las comodidades del mundo moderno, pero en un mayor equilibrio con las demás especies de este planeta. Que las tendencias negativas de la crisis ambiental se vayan desacelerando y que Lemu esté a mitad de camino de nuestra meta de financiar la conservación del 1% de la superficie terrestre.
Hortifrut, Kura Biotech y Runway. Hortifrut porque llegaron a ser líderes globales en lo que hacen teniendo esa visión clara desde el primer día, pensando en grande, sin miedo a tomar riesgos y recorrer caminos inexplorados. Kura Biotech porque son de los pocos casos exitosos de emprendimientos de base científica en Chile, con clientes activos como el FBI en EEUU, sin inversión externa y basados en Puerto Varas (esto para mi son los verdaderos “unicornios”, no los que tienen valorizaciones infladas como múltiplos de rondas de inversión). Finalmente Runway, aunque no es “chilena”, dos de sus tres fundadores son chilenos que llevan varios años siendo punta de lanza en inteligencia artificial generativa para cine y video, demostrando que talento “Hecho en Chile” puede competir con titanes como OpenAI, Adobe o hasta Google.
Chile es lejos el mejor país para invertir en América Latina y sólo después de Nueva Zelanda y Australia si consideramos todo el hemisferio Sur. La combinación de calidad de vida, infraestructura avanzada y una economía estable nos ha permitido desarrollar talento calificado capaz de abordar desafíos escalables de impacto global. Sin duda hay muchos desafíos críticos y oportunidades de mejora en muchos aspectos, pero mientras más viajo y más países conozco, más valoro todo lo que tenemos en Chile — especialmente viviendo en ciudades a escala humana como Frutillar. La mejor demostración de que creo firmemente lo que digo es qué todas mis empresas las he creado desde Chile para el mundo y no desde Silicon Valley, Nueva York o Madrid.
La regulación no debe frenar la innovación, pero al mismo tiempo sin regulación y fiscalización hemos visto cómo algunos negocios abusan de sus clientes, proveedores, colaboradores, inversionistas y competidores. En mi experiencia Chile tiene un muy buen equilibrio, con amplias libertades económicas para emprender, sofisticadas herramientas estatales de apoyo financiero o expansión a nuevos mercados, equiparado con leyes claras y razonables para garantizar un escenario competitivo ético y justo. Pero siempre el Estado debe ser un apoyo para la actividad privada, que es más ágil y eficiente en abordar las necesidades de los ciudadanos. Si pretendes depender de decisiones o acciones del Estado para que tu negocio salga adelante, no vas a avanzar muy rápido ni llegar muy lejos.