El premio Nobel de Economía 2024, James A. Robinson -quien fue galardonado junto a Daron Acemoglu y Simon Johnson- advirtió sobre las consecuencias que podría conllevar la adopción de la Inteligencia Artificial (IA) y la necesidad de avanzar hacia regulaciones.
En entrevista con Bloomberg Línea, el economista profundizó en la necesidad de "desarrollar una IA que sea amigable con los trabajadores".
Es que Robinson cree que "el panorama general es (la constatación) de que la IA no solo afecta a los trabajadores, sino que aumentará la desigualdad entre países y aumentará la desigualdad dentro de los países. Se trata de cambios de gran impacto que requieren una regulación que no se está produciendo".
Según él, hay un gran optimismo sobre los avances de la tecnología, con la prespectiva de ganancias de productividad y un aumento global del PIB a un ritmo más rápido que en cualquier momento del pasado. Aun así, hay que pensar en las consecuencias de esta transformación.
"Las consecuencias de la inteligencia artificial en general son tan oscuras... No creo que hayamos visto nada igual en la historia del mundo. Hay que darse cuenta de que los cambios tecnológicos como la IA pueden crear grandes retos sociales. El cambio tecnológico provoca destrucción creativa", indicó.
Asimismo, sostuvo que "la IA puede aumentar la creatividad y el PIB, pero redistribuye las oportunidades y los ingresos de un modo que tiene importantes consecuencias sociales, políticas y económicas".
A su juicio, un escenario positivo sólo se materializará en contextos en los que existan instituciones inclusivas que permitan a las personas explorar su creatividad.
"Los países desarrollados ya tienen instituciones inclusivas y están a la vanguardia de la investigación y el desarrollo tecnológico, mientras que las naciones en desarrollo están lejos del progreso tecnológico y también necesitan mejorar sus instituciones y hacerlas más inclusivas", afirmó.
"Lo que me asusta es que nadie parece estar pensando en cómo hacer que la IA sea más compatible con las personas, en lugar de reemplazarlas, y necesitamos un cambio político para iniciar una amplia conversación sobre cómo hacer que las personas sean más productivas en lugar de ser reemplazadas por máquinas", aseveró también.
Según Robinson, "la sustitución de las personas por la IA no es inevitable y sólo ocurrirá por la falta de regulación del cambio, que deja a las personas desprotegidas".
Apuntó también a otros avances tecnológicos del pasado, en los que sí aumentó la productividad, pero se dieron casos de muchas personas que perdieron oportunidades como consecuencia de los cambios.
"No piensan en las consecuencias"
En la entrevista, Robinson explicó que la IA tiene que ser operacionalizada para ayudar al trabajador, pero que, en su opinión, esto no ha ocurrido.
"Los informáticos y físicos más importantes no piensan en ninguna de estas consecuencias sociales de la IA", dijo. "Son optimistas sobre la tecnología y muy ingenuos. Ya estamos experimentando las consecuencias políticas y sociales de pensar así, de creer que el mercado se encargará de todo, que la tecnología siempre es buena. No, no lo es", afirmó.
Para el Nobel, es importante recordar que la tecnología ya ha traído problemas a la humanidad, como el desarrollo de armas nucleares, y es importante actuar para garantizar la seguridad de la gente.
"Nadie de los que trabajan hoy en el desarrollo de la IA tiene ninguna preocupación social o política por las consecuencias. Sólo les preocupa la carrera tecnológica por la IA general. El estatus está en el avance tecnológico, sin pensar en las implicaciones para la sociedad", aseguró el economista.
Preguntado por ejemplos de países y proyectos que apunten en la dirección de lo que sería una regulación saludable de la tecnología, Robinson dijo que no conoce ningún caso relevante en el mundo actual. Para él, habría que pensar en la IA del mismo modo que en la transición energética.