Cada vez más negocios en Chile y el mundo están dejando atrás la lógica de maximizar utilidades a cualquier costo para trabajar bajo un modelo donde prosperar implica también beneficiar al entorno. Se trata de las Empresas B, un tipo de organización que busca generar impacto económico, social y ambiental de manera integrada.
Y aunque el concepto puede sonar lejano para las pequeñas y medianas empresas, lo cierto, es que cada vez más pymes están descubriendo que el camino B no sólo es posible, sino también rentable, aseguran los expertos.
“Una Empresa B se mueve por el propósito. No busca solo ganar dinero, sino hacerlo mientras mejora su entorno. Es una organización que se somete a altos estándares de evaluación, cambia sus estatutos legales y se une a una comunidad global comprometida con un cambio sistémico”.
Raimundo Valdés, líder de Marketing de Sistema B Chile
Para obtener el sello como Empresa B, las organizaciones deben superar los 80 puntos en la herramienta “B Impact” -en Chile, la Certificación B es otorgada por una organización independiente y sin fines de lucro llamada B Lab-, que evalúa su impacto en áreas como gobernanza, trabajadores, comunidad, medioambiente y clientes. Además, deben incorporar en sus estatutos un compromiso legal con su misión socioambiental. Y aunque el proceso puede parecer exigente, desde el Movimiento B aseguran que está diseñado también como una herramienta de mejora continua.
Francisco Ávila, director creativo de la consultora “REAL es TODO”, especializada en empresas con impacto, explica que si bien el proceso tiene sus dificultades, “no es imposible. Te obliga a mirarte de frente y descubrir tanto tus puntos débiles como tus fortalezas ocultas como empresa. No es solo para empresas gigantes, cualquier pyme que quiera dejar huella puede hacerlo”.
¿Qué ganan las pymes?
El valor de la Certificación B no se limita a una insignia en la web o a una campaña de marketing con conciencia. Para las pymes, implica una reorganización que puede traducirse en procesos más eficientes, reducción de costos, aumento en la productividad, atracción de talento comprometido y acceso a una red global de aliados, clientes e inversionistas.
“La Certificación nos ayudó a ver nuestro negocio desde otra perspectiva”, cuenta María José Gutiérrez, directora ejecutiva de Grupo Enovus, una Empresa B chilena dedicada a la formación y capacitación laboral. “Logramos ordenar procesos, detectar impactos y sobre todo, reafirmar que se puede crecer de forma rentable y humana. Hoy ofrecemos programas de educación accesible que promueven la equidad y la inclusión”.
Raimundo Valdés afirma que muchas Empresas B han encontrado incluso beneficios económicos inesperados, como por ejemplo: “reducir costos por eficiencia energética o pasar de pagar por la gestión de residuos a generar ingresos con el reciclaje. Hay mejoras concretas”.
Una comunidad que no se vende al mejor postor
Más allá de lo interno, el Modelo de Empresa B abre puertas en el ámbito externo. El vocero de Sistema B explica que actualmente el mercado está saturado, por ello, los consumidores desconfían de las marcas sin propósito, ser parte de la Comunidad B puede ser una ventaja competitiva. “Te diferencia y te posiciona como una empresa confiable. Y en sectores como alimentos, turismo o servicios, eso pesa cada vez más”, señala Valdés.
"Uno de los mayores desafíos es escalar sin traicionar los principios. A medida que creces, mantener la cultura, elegir bien a tus proveedores o resistir la presión de inversionistas que solo buscan el próximo ‘exit’ (etapa final en la que el producto o servicio se ha consolidado sólidamente en el mercado), puede ser difícil. La clave está en tener claras tus líneas rojas y no cruzarlas ni por todo el oro del mundo”.
Francisco Ávila, director creativo de la consultora “REAL es TODO”
Valdés, por su parte, aclara que la Certificación B siempre está en evolución y con nuevas actualizaciones que refuerzan su ambición y estándares mínimos, con el objetivo de atender las necesidades del mercado.
Pero, ¿por dónde empezar?
Para las pymes que quieren comenzar este camino, el primer paso es gratuito y revelador, ya que pueden realizar la Evaluación de Impacto B en línea. “Incluso si no llegas a certificarte al tiro, ya es una herramienta valiosa para ver dónde estás parado y hacia dónde puedes mejorar”, dice Ávila.
Además, la Comunidad B cuenta con acompañamiento, herramientas y casos de éxito locales que pueden inspirar. En Chile, sectores como alimentos, tecnología, consultoría y economía circular están liderando el camino, pero el modelo es adaptable a casi cualquier rubro, aseguran los especialistas.
Desde Sistema B explican que contar con este sello atrae a consumidores que prefieren productos con propósito, a inversionistas de impacto y a empresas que buscan proveedores alineados con valores éticos. En el mercado B2B, por ejemplo, puede abrir puertas que de otro modo estarían cerradas.
“La transformación parte por una decisión: hacer empresa de manera coherente con lo que uno cree. Eso, en sí mismo, ya es un acto revolucionario”, cierra Valdés.