Rayén Campusano Fundadora LibertéEn 2015,
Rayén Campusano cuestionándose el sentido de su rutina laboral como abogada, decidió transformar esa inquietud en algo concreto:
Liberté Chocolat, una marca nacida del propósito personal y con una promesa clara al cliente, "que cada bocado sea una pausa, una experiencia, un momento de libertad".
Desde entonces, Liberté se propuso ser más que bombones belgas de alta calidad. Según relatan, no hay grandes inversionistas detrás, sino una historia hecha de convicción, ayuda familiar, fondos públicos y mucho trabajo a pulso.
El negocio ha crecido, y hoy mezcla productos, vende directo al público, a empresas y al canal Horeca, pero también realiza cursos y catas, con la idea de que compartir el conocimiento también es una forma de construir comunidad. "No buscamos competir, sino diferenciarnos", afirma Rayen.
Eso sí, no todo es dulzura. La crisis del cacao golpea fuerte y pone en jaque a los pequeños actores. Aun así, Liberté resiste y sueña en grande: crecer en Chile, llegar al extranjero, potenciar sus cursos online y mantenerse fiel a su esencia.
En una nueva edición de Lo pensó/ lo hizo de Emol, comparte la historia detrás de Liberté Chocolat: una marca que, como su creadora, se atreve a ser distinta.
¿Qué es Liberté y qué necesidad cubre?
Liberté Chocolat es más que una chocolatería artesanal. No sólo somos un emprendimiento que busca vender chocolates, sino que intentamos hacer las cosas de manera distinta: ser creativos, auténticos, valientes, llevando el maravilloso mundo del chocolate a las personas, siguiendo nuestro lema de “democratizar el chocolate de calidad”.
Es una marca que nace desde valores súper claros y profundos: la valentía de crear y reinventarse, el amor por lo hecho a mano, el respeto por los procesos, la belleza en los detalles, la autenticidad creativa, y la idea de que se puede vivir haciendo lo que amas.
Entonces, cuando alguien compra un chocolate de Liberté no solo está comprando un producto, nosotros deseamos que el cliente viva una experiencia, que haga una pausa en su día ajetreado para transportarse mediante el sabor a un momento de goce, un momento único de disfrute, un momento de libertad, y por eso nuestro nombre.
¿Cuándo, cómo y dónde surgió la idea?
La idea de Liberté nació en 2015, en medio de un proceso muy íntimo de cuestionamiento. Soy abogada de profesión, pero había algo dentro de mí que no me dejaba tranquila. Sentía que el sistema de trabajo tradicional no me representaba: las estructuras rígidas, las injusticias de género, las tareas repetitivas, el sentir que los días se escapaban sin propósito. Yo quería más que eso. Soñaba con levantarme feliz un lunes, con trabajar por algo que tuviera sentido, que dejara huella, que me permitiera vivir desde el corazón y crear todos los días.
En ese tiempo recordé un viaje que había hecho a Bélgica, donde me sorprendió profundamente Bruselas: una ciudad que gira en torno al chocolate. Vi vitrinas hermosas, esculturas comestibles, sabores que despertaban todos los sentidos. Y me pregunté: ¿por qué en Chile el buen chocolate es tan inaccesible? Ahí nació la semilla de Liberté: democratizar el chocolate de calidad.
También hay una raíz emocional muy fuerte. El chocolate está entre mis recuerdos más felices: las películas en familia los fines de semana, todos en la cama comiendo chocolate; el chocolate caliente que preparaba mi mamá con una receta familiar para cada cumpleaños; la emoción de buscar huevitos escondidos en Pascua. Estaba claro: si iba a dedicar mi vida a algo, tenía que ser un producto que me emocionara.
Comencé en un departamento de 40 metros cuadrados, sin agua caliente y sin saber templar chocolate. Fue un acto de valentía, de creer que sí se puede construir un camino distinto, sin recursos, sin nada más que una idea por delante y la sensación de poder materializarla.
¿Quién puso el capital inicial y quién te financia hoy?
Tuve la suerte de ganarme un Capital Abeja de Sercotec, que fue clave para dar el primer gran paso: con ese fondo pude comprar lo esencial para comenzar. Después de eso, seguí financiando el sueño con lo que ganaba como abogada, compatibilizando ambas vidas mientras Liberté crecía. También pedí apoyo a mis padres —a quienes agradezco profundamente—, y quienes literal sacaron dinero de sus ahorros y dinero propio para apoyarme (son profesores). Más adelante recurrí a préstamos bancarios para seguir avanzando.
Hoy, Liberté se sostiene con su propio flujo. No hay inversionistas ni grandes capitales detrás. Hay mucho esfuerzo, muchas horas de trabajo, reinversión constante y una comunidad hermosa que cree en lo que hacemos. Todo ha sido construido desde el amor, la perseverancia y la convicción de que vale la pena apostar por los sueños.
Tu modelo de negocios:
Nuestro corazón es la bombonería fina, elaborada con chocolate belga de alta calidad y con una presentación muy cuidada. Vendemos tanto a cliente final —principalmente en fechas clave como Pascua, Día de la Madre y Navidad— como a clientes corporativos que buscan regalos personalizados con sentido.
Además, desarrollamos una línea de chocolate caliente, basada en una receta familiar, para el canal HORECA (hoteles, restaurantes y cafeterías), lo que nos permite estar presentes a lo largo de todo Chile.
Otro pilar fundamental es la formación. Desde 2019 hemos realizado más de 25 cursos de chocolatería presenciales, con el objetivo de democratizar el conocimiento en chocolatería. También organizamos catas de chocolate, donde invitamos a descubrir desde los sentidos y la historia del cacao.
Nuestro modelo combina producto, experiencia y formación, con un enfoque muy claro: hacerlo todo con cariño, excelencia y creatividad.
Tu público objetivo:
Personas y empresas que valoran lo artesanal, el detalle, la presentación, lo hecho con cariño y lo diferente. Mujeres entre 25 y 55 años son una parte importante de mi comunidad, pero también hay muchos hombres y empresas que buscan regalar algo único, con sentido.
A nuestros cursos asisten personas que quieren vivir una experiencia entretenida como otros que quieren aprender chocolatería para empezar su propio negocio. Nosotros somos generosos con nuestro conocimiento. Sentimos que compartir lo aprendido es una forma de honrar a quienes también nos tendieron la mano cuando partimos. Es nuestra manera de retribuir y de seguir haciendo comunidad. En ese sentido rompemos un poco los patrones de la industria gastronómica en sí.
¿Quién/quiénes son tu competencia?
Podría decir marcas de chocolate, pero en realidad no me enfoco en competir, sino en diferenciarme. No busco parecerme a nadie. Liberté tiene un lenguaje propio. Mi competencia es la inercia, lo impersonal, lo masivo, el chocolate sucedáneo. Mi apuesta es por lo artesanal, lo creativo, lo emocional.
Tres pasos claves que diste:
- Hacerlo, aunque sea con miedo:
dejar mi mundo de abogada y mi sueldo estable fue un salto al vacío. Pero era necesario para lograr todo lo que he construido. - Nunca dejar de aprender:
para poder liderar un negocio hay que saber muchos temas: administración, marketing, ventas, contabilidad y finanzas, liderazgo, temas legales y sanitarios, innovación, entre muchas otras cosas. Siempre hay alguien que me puede enseñar algo, siempre estoy abierta a aprender y estudiar cosas nuevas. - Confiar en mi:
si tengo una intuición con un producto o una idea, aprendí que debo seguirla. Confiar en mi voz, en mi estilo, en lo que me nace. No le tengo miedo a la competencia, porque los productos se pueden copiar… pero la visión, la sensibilidad, la mente creativa, eso no. Eso es único. Tu misión (lo que tienes que aprender):
Mi misión con Liberté es crecer sin perder la esencia: que el corazón del proyecto siga latiendo con fuerza aunque el negocio se expanda. Eso implica delegar, automatizar ciertos procesos, profesionalizar el equipo… pero sin que se diluya lo que hace a Liberté especial: el amor por los detalles, la estética, la conexión con las personas. Quiero llegar a más rincones, crear un chocolate que se adapte a distintos estilos de vida, pero sin sacrificar la calidad, la experiencia ni el alma del proyecto. Para ello, contar con un equipo fuerte, confiable y autónomo es esencial.
Mi misión como Rayen es más profunda todavía. Es aprender a confiar en mí incluso cuando todo se pone cuesta arriba. A sostenerme en los días difíciles, esos en los que uno duda, se siente perdida o camina en la oscuridad. Es no olvidar nunca por qué emprendí: por libertad, por propósito, por un sueño. También es encontrar un equilibrio real entre mi vida personal, mi salud física - mental y mi emprendimiento. Recordarme que antes que emprendedora, soy persona. Y que es importante encontrar el equilibrio para tener una vida gozosa.
Tu propósito (lo que quieres lograr):
Me gustaría inspirar a otros a atreverse a vivir una vida con sentido. Porque estamos mucho tiempo del día a día en el trabajo, para ser infelices. Liberté no nació solo para vender chocolates: nació como un acto de libertad, donde la innovación y la creatividad son pilares importantes, donde se puede vivir de la pasión por lo que hacemos.
Desde ese propósito nace también nuestra misión como marca: crear experiencias con chocolate que conecten a las personas con momentos de felicidad y calidez, ofreciendo productos creativos, de alta calidad, para todos los gustos y estilos de vida.
Queremos construir una comunidad global de amantes del chocolate, que encuentren en cada bocado un instante de alegría y conexión. La vida es demasiado corta para ser infelices, y el chocolate entrega endorfina, que es la hormona de la felicidad.
¿Cuáles son los mayores riesgos que enfrenta Liberté?
Uno de los principales riesgos hoy es la crisis del cacao a nivel mundial, que ha generado una fuerte alza en los precios y una alta incertidumbre en la cadena de abastecimiento. Esto nos afecta directamente, ya que trabajamos con chocolate belga de alta calidad, y los costos han subido de forma considerable.
Como pequeña empresa, tenemos poco poder de negociación con los proveedores, y muchas veces debemos asumir los aumentos de precio, sin poder trasladarlos directamente al cliente y debemos seguir manteniéndonos competitivos.
También enfrentamos desafíos propios como la estacionalidad del negocio, la sobrecarga y cansancio que implica ser emprendedora, mamá, gestora de todo al mismo tiempo, y la necesidad constante de adaptarse a un mercado cambiante.
¿Qué mercado apuntas conquistar?
Quiero que Liberté Chocolat siga creciendo con fuerza en Chile, abriendo nuevos puntos de venta que nos permitan estar más cerca de las personas para seguir democratizando el chocolate de calidad. Un objetivo clave es posicionar el chocolate caliente como un producto estrella en canales Horeca.
También quiero desarrollar una estrategia sólida para ventas mayoristas, que nos permita llegar a más tiendas y espacios afines, sin perder la esencia artesanal que nos caracteriza.
A mediano plazo, mi sueño es exportar, llevar Liberté fuera de Chile y compartir nuestra forma de hacer chocolate caliente con el mundo. Y al mismo tiempo, potenciar fuertemente nuestra plataforma de cursos online, no solo en chocolatería, sino también en temas de emprendimiento, que es un tema que me apasiona. Quiero acompañar a otras personas que sueñan con vivir de lo que aman, y demostrar que sí se puede.
¿A quién admiras?
Admiro profundamente a las mujeres emprendedoras. A las que no nacieron con una red de contactos o capital, pero aun así lo hacen posible, luchando contra viento y marea por lograr y mantener sus sueños. Tengo la suerte de conocer a varias.
Por otro lado, la historia en particular que me gusta mucho es la de Bárbara Hernández, La Sirena de Hielo, quien a pesar de que todo el mundo dijo que ya no estaba en edad de convertirse en nadadora y seguir su sueño, entrenó con convicción hasta lograr ser campeona mundial de natación en aguas gélidas y varias hazañas impresionantes. Ella demostró, de forma empírica, que se puede.
Cómo te ves en cinco años:
Quiero que Liberté Chocolat revolucione el mercado de las chocolaterías en Chile. Que siga creciendo, con más puntos de venta, con nuestro chocolate caliente presente en muchas cafeterías, y hoteles; y con nuestros cursos online llegando a personas de toda Latinoamérica.
Pero más allá del crecimiento comercial, me imagino una Liberté fuerte, sana y sostenible, que no dependa exclusivamente de mí para funcionar, con un equipo consolidado que comparta los valores que nos mueven. Me encantaría poder dedicar más tiempo a ayudar a otros emprendedores, compartir lo que he aprendido, y acompañar a quienes también quieren construir sus sueños.
Quiero ser una voz que inspire, que motive a otros a atreverse y a confiar en sí mismos. Y al mismo tiempo, tener una vida equilibrada y bonita.
Empresa chilena preferida
Admiro mucho a LoveLust, porque ha logrado construir una marca auténtica de lencería femenina, creativa y sin miedo a ser distinta. Me inspira su capacidad de comunicar con fuerza, de conectar con su comunidad, y de defender una propuesta estética y conceptual coherente.
Además, valoro profundamente cómo han empoderado a mujeres de todas las edades, cuerpos y estilos, mostrando que todas podemos vernos hermosas, sensuales y seguras siendo exactamente quienes somos.
Chile, ¿es un buen país para invertir?
Sí, considero que Chile es un lugar tranquilo, con oportunidades, pero requiere mucha resiliencia. Hay talento, ganas y creatividad de sobra, pero también mucha burocracia y poco acceso a financiamiento.
¿El Estado es un buen facilitador o un obstáculo para tu negocio?
En mi caso, Sercotec ha sido un apoyo importante: gracias a sus fondos concursables pude acceder a capital inicial y también a asesoría técnica. Pero fuera de eso, el camino ha sido mayormente autogestionado.
En general, siento que el Estado todavía está lejos de entender lo que realmente implica emprender en Chile, sobre todo desde una escala pequeña. Hay muchísima burocracia en organismos como las municipalidades, el Seremi, el SII, entre otros. Los trámites son lentos, poco claros, y muchas veces se sienten más como una traba que como un acompañamiento. No lo hacen fácil, ni rápido, ni amigable.
Todo lo que he aprendido sobre emprendimiento ha sido por iniciativa propia, con inversión personal de tiempo y dinero. Lo mismo con la red de contactos y el ecosistema emprendedor que he ido construyendo: ha sido a puro empuje, sin apoyo estatal ni espacios reales de conexión para emprendedores.
Creo que hay una gran oportunidad para que el Estado deje de ser solo un “revisor de formularios” y se convierta en un verdadero aliado: más cercano, más humano, más eficiente y más consciente del rol fundamental que cumplen los pequeños negocios en la economía y en la vida de las personas.
Tus máximas son:
- Para emprender necesitas tripas y corazón. Tripas para aguantar los momentos duros, la incertidumbre, las caídas, el desánimo. Y corazón, porque si no amas profundamente lo que haces, es muy fácil rendirse.
- Lo perfecto es enemigo de lo bueno. No existe el momento ideal, el producto impecable o el plan sin fallas. Si esperas a tener todo listo, nunca lanzas nada. Hay que atreverse con lo que se tiene, mejorar sobre la marcha y confiar en el proceso.
- Soluciones, no culpables. Cuando algo sale mal, no buscamos culpables. Nos enfocamos en resolver, en aprender, en ajustar.
- La creatividad es un pilar. En cada campaña buscamos sorprender: ya sea con productos nuevos, propuestas que estén en tendencia o virales. Crear no es solo parte del proceso, es parte de nuestra identidad.
- Si tienes una idea, hazlo. Creo que las buenas ideas merecen acción. Innovar, proponer y mejorar algo siempre es bienvenido.