SANTIAGO.- Fueron pocas palabras, pero efectivas para olvidar los 10 minutos de retraso del concierto que partió a las 20:10. El tercer concierto en Chile de Aerosmith partió con un "Hola, Santiago. ¿Están listos?", como breve introducción del quinteto de Boston, Massachusetts.
Como puntapié inicial, el grupo liderado por Steven Tyler y Joe Perry tocó "Back in the Saddle again" y rápidamente pasaron a "Love in an Elevator", canción que desató al efusivo público que repletó el Movistar Arena, quienes parecieron no estar molestos con los problemas de sonido que a ratos hacia muy difícil distinguir los instrumentos entre sí. Algo que fue mejorando de manera progresiva.
Pero la euforia y el canto se vio en su máxima capacidad por primera vez con "Cryin'", la canción que los convirtió en uno de los máximos éxitos de los años 90 gracias a un disco cargado de éxitos como "Get a Grip" y un muy hábil uso de la capacidad de masificación del MTV de ese entonces.
El siguiente paso fue "Jaded", tema que dió paso a otro karaoke masivo con "Crazy", otro single de su época de mayor popularidad. De ahí hubo un nuevo salto al pasado con "Last Child" para volver al disco "Get a grip" con "Livin' on the Edge".
El público, unas 14 mil personas según la organización, era transversal. Personas en sus 30 y 40 predominantemente, pero también algunos niños junto a sus padres, además de adolescentes y veinteañeros, algunos de los cuales se esforzaban más por conseguir la selfie perfecta más que de escuchar la música). Está variedad etaria coincide perfectamente con las más de cuatro décadas de una banda que se paseó sin problemas por distintas etapas y sonidos de su carrera. No por nada su cancionero abarca desde sus comienzos más ligados al blues, además del hard rock y una facilidad por las baladas que pueden marcar a generaciones completas.
La energía y el fiato sobre el escenario era claro, especialmente por la innegable química entre Tyler y Perry, quienes se abrazaban o compartían micrófono para cantar coros. Atrás parecen haber quedado sus constantes choques y problemas. Algo que se nota especialmente en el cover para "Stop Messin' Around" de Fletwood Mac en que Tyler se hizo cargo de la harmónica y cedió protagonismo en voces a Perry. Ese no fue el único cover de la noche: tras tocar su single más popular en términos de ventas, "I Don't Want to Miss a Thing", el grupo tocó "Come Together" de The Beatles para luego tocar la clásica "Walk this way".
Si bien Tyler fue el mayor maestro de ceremonias, un rol que desempeñó acompañado de su reconocible vestuario y pañuelos colgados de su micrófono, también hubo tiempo para que tanto el baterista Joey Kramer, como el bajista mostraran lo aprendido durante décadas de oficio.
Tras el último cover, "Train Kept A-Rollin'", la banda dejó el escenario durante unos minutos para dar paso a, quizás, el momento más emocionante de la noche. Se trataba de "Dream On", la épica balada que es parte del disco homónimo del grupo que sirvió como debut en 1973. Haciendo honor a la música, la puesta en escena se convirtió en algo más dramático con Tyler tocando un piano de cola blanco al que subió Perry y luego el vocalista.
El final, sin palabras de despedida como se había rumoreado (pues se había dicho que este podría ser su último concierto en el país), llegó con otro clásico: "Sweet Emotion".
Antes del show principal, se presentó la banda local We Are the Grand. Quienes interpretaron canciones como "Se incendió", "Dos" y "Al despertar" consiguiendo una favorable respuesta de parte del público que en ese momento ocupaba el lugar en cerca de la mitad de su capacidad.