SANTIAGO.- A fines de marzo de 2017, la entonces Presidenta Michelle Bachelet era la principal oradora en la sesión especial del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra, entidad que trabaja mano a mano con la oficina que hoy ocupa en el organismo internacional.
En la cita hubo un ausente: el príncipe Zeid Ra'ad Al Hussein de Jordania, Alto Comisionado para los DD.HH. de la ONU justo antes del periodo de Bachelet. Aunque no pudo participar presencialmente, quiso entregar un mensaje.
"Mi oficina está preocupada sobre los reportes de uso excesivo de la fuerza y otros abusos contra miembros de los pueblos indígenas", aseguró Al Hussein a través de un video transmitido durante la sesión, refiriéndose a la situación en Chile.
Se pronunció, también, sobre otros asuntos atingentes al país. "Chile ha dado grandes pasos desde el fin de la dictadura, sin embargo muchas familias aún no saben la verdad acerca de lo que sucedió con sus seres queridos", agregó.
Sus críticas fueron admitidas por la subsecretaria de DD.HH. del momento, Lorena Fríes, y encontraron resistencia en personeros de Chile Vamos, como el senador UDI Hernán Larraín, quien consideró que su opinión revelaba "desinformación o francamente un prejuicio", al no condenar los ataque incendiarios registrados en la zona.
Un cargo incómodo
Durante se gestión se dedicó a recorrer el mundo haciendo señalamientos y condenas por los abusos a los derechos humanos cometidos en distintos países, también trabajó ejerciendo la denominada "diplomacia silenciosa": reuniéndose con gobiernos, enviando cartas y realizando llamados telefónicos.
Al salir de su cargo, Al Hussein aseguró que durante los cuatro años en que lo ocupó se habituó a las respuestas negativas, debido a que las autoridades locales, según la propia ONU, "no quieren escuchar sobre los abusos que se cometen en sus respectivas naciones".
Así ocurrió en Siria, Irán, Belarús y Turquía, países que rechazaron cooperar con los expertos del organismo o les denegaron parcialmente el acceso a la zona. También sucedió en Etiopía, con Rusia por Crimea o con India y Pakistán por Cachemira.
Uno de los ejemplos más notorios es la tensa relación que mantuvo con Venezuela, que en 2016 no entregó un visado permanente a su representante regional. Al Hussein pidió durante cuatro años que el Gobierno le formulara una invitación oficial para que él y sus colaboradores visitaran el país, que nunca fue concedida. "Es particularmente deplorable a la luz de las fuertes preocupaciones", dijo entonces.
Entre ellas, mencionó la "represión de la oposición y de los grupos de la sociedad civil", "los arrestos arbitrarios" y "la erosión de la independencia de las instituciones y el estado de derecho". Meses atrás, Al Hussein ya había denunciado "serias preocupaciones sobre la independencia del poder judicial", a raíz de los casos de la jueza María Luisa Afiuni y Leopoldo López.
Fue precisamente el tono de la actual Alta Comisionada para los DD.HH. al referirse a la situación en Venezuela lo que criticó el senador por La Araucanía, Felipe Kast. "No ha querido entrar con la suficiente fuerza que yo pienso debería, en el tema de la crisis humanitaria que está sufriendo Venezuela", aseguró.
Sus declaraciones se dieron luego de que seis países solicitaran a la Corte Penal Internacional que investigue a Venezuela por posibles crímenes de lesa humanidad. "Son decisiones que ellos toman como gobierno y que, sin duda, hay que respetar", aseguró Bachelet.
Este jueves, la ONU instó a Venezuela a aceptar ayuda humanitaria y pidió a la ex Presidenta un informe sobre el país petrolero.
La responsabilidad heredada
Dos días antes de abandonar su cargo, el príncipe jordano volvió sobre Venezuela e hizo un mea culpa respecto a no haber denunciado más pronto "la politización del Poder Judicial, las detenciones arbitrarias y lo que pasaba con los líderes políticos". "Quizás así (la crisis) se hubiera parado antes", dijo a fines de agosto.
"No creo que nadie en este cargo, aunque pensara diferente, pueda trabajar de una manera radicalmente distinta a la manera en que mis predecesores y yo hemos trabajado. Esto requiere un compromiso total y, por lo tanto, mi esperanza es que esa persona esté completamente comprometida con esto"
Zeid Al Hussein
Dijo, también, que esperaba que su sucesora mantuviera el enfoque de su gestión. "Un punto central de mi oficina ha sido mantener un trabajo de seguimiento. Sospecho que ciertos países creen que si la Oficina de DD.HH. produce un informe y ellos lo ignoran, otros harán lo mismo, y que la ONU se cansará de ocuparse del tema", afirmó. "Pero eso no sucederá. Se seguirá vigilando y denunciando".
En otra oportunidad volvió a referirse a sus expectativas en torno al desempeño de quien viniera después de él: "No creo que nadie en este cargo, aunque pensara diferente, pueda trabajar de una manera radicalmente distinta a la manera en que mis predecesores y yo hemos trabajado. Esto requiere un compromiso total y, por lo tanto, mi esperanza es que esa persona esté completamente comprometida con esto"
Cuando supo que el nombre que ocuparía la vacante sería el de la ex Presidenta chilena, le envió directamente un mensaje: "Que se mantenga valiente".