SANTIAGO.- "Quizá por fin se acepte, se confirme: la Argentina es un país dañado". Así comienza su columna el periodista y escritor argentino Martín Caparrós respecto a los incidentes vividos este fin de semana en Buenos Aires, que terminaron por provocar la suspensión del partido de fútbol entre Boca y River por la final de la Copa Libertadores.
Según su escrito, publicado en el diario trasandino
La Nación, Caparrós consideraba la instancia deportiva que se llevaría a cabo en el estadio Monumental de River "era una ocasión inmejorable para volver a vender fútbol argentino y sudamericano: vender los restos de lo que ya vendimos, vender algún partido de esos que juegan los jugadores que los equipos ricos ya no quieren o todavía no quieren o no quisieron nunca".
Sin embargo, asegura, los episodios de violencia ocurridos el sábado y la posterior suspensión del partido dieron cuenta de una cruda falencia en todo el país. "El fútbol argentino es un desastre hace ya mucho tiempo. Sus instituciones son un chiste. Mafias lo dominan, negocios sucios lo manejan, la ineptitud cubre todo: no son capaces, siquiera, de montar un partido", afirmó el escritor.
Con duras críticas en contra de las dirigencias deportivas, Caparrós sostuvo incluso que Argentina es el único país de los 211 afiliados a la FIFA que es incapaz de organizar un magno evento futbolístico como este.
Pero además, el periodista responsabilizó a las autoridades gubernamentales encargadas de resguardar que este tipo de instancias se realicen de forma adecuada. "La culpa no es exclusiva de las instituciones deportivas: los sistemas de seguridad deberían hacerse cargo. Pero su Estado también parece un chiste", afirmó, y apuntó directamente a las máximas autoridades del país:
"Hace dos semanas, en un ataque de entusiasmo, el Presidente de la Nación, Mauricio Macri, se levantó con una idea y dijo que estos dos partidos debían jugarse con público visitante y, sin reflexiones ni consultas, lo anunció. Sus ministros tuvieron que salir a respaldarlo y a pensar cómo hacerlo; dos días después, los presidentes de los dos clubes les dijeron que ni en broma y todo quedó en nada: un Presidente que habla antes de pensar; que manda y, como manda tonterías, no se le hace caso", enfatizó.
De la misma forma, el escritor también responsabilizó por el bochornoso episodio a los medios de comunicación y a la propia cultura futbolística de los argentinos.
"Los sistemas de seguridad deberían hacerse cargo. Pero su Estado también parece un chiste"
Martín Caparrós
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Hay más que no funciona: muchas personas argentinas, la sociedad argentina. Los medios, las instituciones, las personas llevan un mes diciendo que este partido es lo más importante que pasará en el país en estos años (…) no es sorprendente que algunos hinchas se lo hayan tomado en serio y hayan decidido 'ayudar' a su equipo embistiendo al enemigo", afirmó, aunque admitió: "es fácil echar culpas; lo cierto es que, azuzados o no,
hay suficiente cantidad de argentinos que creen que apedrear futbolistas es una buena idea", añadió.
Sería bueno encontrar una manera de disfrutar del fútbol sin convertirlo en esa falsa cuestión de vida o muerte; hay muchas cosas por las que vale la pena pelear en serio, y el fútbol no es una de ellas. Pero no las encontramos porque no queremos buscarlas. Seguir así, 'dando la vida por los colores', nos permite creer que somos originales, diferentes, más intensos, más vivos. No que, en lugar de dedicar los esfuerzos importantes a las cosas importantes, los desperdiciamos en estas tonterías", cuestionó.
Por último, el periodista enfatiza en que este incidente reveló al mundo el estado en que se encuentra el país latinoamericano. "En un país donde sigue habiendo un tercio de pobres, 45 por ciento de inflación anual, cada vez menos educación, cada vez menos esperanzas, este partido parecía la ocasión de mostrar otra cosa. No pudieron. Hoy el mundo vio cómo está la Argentina. Ojalá sirva para algo", sentenció.