SANTIGO.- El ahora Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, reiteró ayer, día de su asunción, sus palabras en contra de la izquierda y habló dirigiéndose a los miles de electores que le dieron su respaldo en las urnas el 28 de octubre pasado.
Sin embargo, a partir de este miércoles deberá encender los motores y comenzar a mirar también hacia las expectativas que tiene la comunidad internacional, la misma que desde que resultó electo se encuentra con la mirada puesta en el histórico inicio de un gobierno derechista en el gigante latinoamericano.
Latinoamérica
Apodado a menudo el "Donald Trump de los trópicos" por su afinidad política y de estilo con el Mandatario estadounidense, el nuevo jefe de Gobierno deberá relacionarse, en primer lugar, con una región que se ha polarizado en los últimos años y que aunque se ha tornado más conservadora, también cuenta con naciones que se inclinan hacia el ala izquierdista.
Entre 2017 y 2018, los resultados de las elecciones presidenciales en Chile, Paraguay y Colombia movieron o reforzaron la posición del Ejecutivo en la zona más a la derecha del espectro ideológico, sumándose así a naciones como Argentina. Por el contrario, en México, donde también se celebraron comicios, predominó la mirada socialista, que en Latinoamérica suele tener como protagonistas a Venezuela, Cuba, Bolivia y Uruguay.
El Presidente chileno,
Sebastián Piñera, ha sido uno de los que más ha demostrado sus intenciones de entablar estrechas relaciones con el Gobierno que comienza Bolsonaro. "
Vamos a fortalecer las relaciones con Brasil en todos los ámbitos", dijo poco antes de reunirse con su par brasileño en el marco del cambio de mando y reiterar que éste visitará Chile próximamente.
Por su parte, el máximo líder de Paraguay, Mario Abdo Benítez, también alineado en estas expectativas, dio cuenta de sus coincidencias con el ultraderechista. "Creemos que Bolsonaro tiene ideas claras, una visión compartida con respecto a la necesidad de generar conciencia en la necesidad de frenar un poco los proyectos demagógicos y populistas, que podamos construir todos juntos proyectos responsables", sostuvo poco antes de viajar a Brasilia para la toma de poder.
Considerado el gran ausente en la investidura, el Mandatario argentino, Mauricio Macri, ha sido cauteloso a la hora de referirse a lo que espera de la administración del brasileño. De vacaciones en el sur del país, le dedicó palabras a través de Twitter: "Confío en que nuestros gobiernos seguirán colaborando para la prosperidad de nuestros pueblos", se limitó a publicar ayer. La gran interrogante que plantea en Argentina la llegada del ultraderechista tiene que ver con el rol que asumirá en el Mercosur, bloque económico que comparten también con Paraguay, Uruguay y Venezuela -suspendida desde 2017-, y cuya presidencia pro témpore asumirá en julio próximo.
Desde el otro lado y pese a las diferencias políticas que mantienen con el nuevo Presidente, los líderes
Evo Morales de Bolivia y Tabaré Vásquez de Uruguay, sí asistieron a su investidura. Ambas naciones mantienen fuertes lazos económicos con Brasil, pues el gigante latinoamericano es el mayor importador de sus productos locales. Los dos países han optado por una postura pragmática a la hora de relacionarse con el derechista y así mantener este vínculo económico vital.
"Le auguramos una buena gestión para bien del hermano pueblo de Brasil. Bolivia y Brasil son vecinos de por vida. Respetando diferencias, tenemos la misión de trabajar de manera conjunta en beneficio de nuestros pueblos", afirmó Morales.
Los presidentes Nicolás Maduro de Venezuela, Daniel Ortega de Nicaragua y Miguel Díaz-Canel de Cuba, son los menos contentos con la llegada al poder de Bolsonaro. No fueron invitados a la investidura y han sido protagonistas de críticas cruzadas con el brasileño. "Los proyectos de derecha neoliberales en América Latina y el Caribe son inviables, y van a provocar el resurgimiento de una nueva ola de transformaciones populares", auguró Maduro en una entrevista publicada ayer.
Israel, EE.UU. y una Europa dividida
En cuanto a su política exterior más allá del vecindario, Bolsonaro ya dio señales de a quiénes pretende privilegiar: Israel y EE.UU. se han convertido en sus favoritos y, como era de esperarse, le han retribuido.
El Primer Ministro, Benjamin Netanyahu, estuvo en el traspaso de mando, luego de que el viernes pasado sellara con Bolsonaro en Río de Janeiro una "nueva alianza" que traerá mayor cooperación económica y militar entre ambos países, según afirmaron.
El encuentro, histórico por tratarse de la primera visita de un premier israelí a Brasil, surgió poco después de que el entonces Mandatario electo gritara a los cuatro vientos que pretendía seguir los pasos de EE.UU. y, una vez asumido, ordenar el traslado de la embajada brasileña en Tel Aviv a Jerusalén. Una intención que no tiene fecha y que podría provocar represalias comerciales de los países árabes.
En tanto, para la ceremonia de este martes, Trump envió a su secretario de Estado, Mike Pompeo, en representación, además de un saludo por Twitter. "Felicitaciones al presidente Jair Bolsonaro, quien acaba de ofrecer un gran discurso inaugural. ¡Estados Unidos está contigo!", publicó Trump el martes.
El vínculo entre ambas naciones está enfocado, principalmente, en los planes para enfrentar lo que consideran uno de los mayores desafíos en la región: los liderazgos de Venezuela, Cuba y Nicaragua. En su cita de esta mañana con el nuevo canciller brasileño, Ernesto Araújo, Pompeo aseguró que el Brasil de Bolsonaro y el EE.UU. de Trump conformarán
un frente conjunto contra regímenes que no tienen valores democráticos compartidos en América Latina. "Tenemos una oportunidad de trabajar juntos contra regímenes autoritarios", afirmó.
Pero además, el nuevo Presidente brasileño ha anunciado que pondrá límites a las inversiones chinas en el país, aunque China sea uno de los principales socios comerciales de Brasil de los últimos años. Una declaración que también gusta en Washington, que se encuentra en medio de una guerra comercial con Beijing.
En Europa, las expectativas son disímiles. Algunos más cautos, como Francia y Alemania, se han limitado a valorar y "respetar" que fuera electo por los ciudadanos y solo esperan mantener su cooperación con el país más grande de Sudamérica, también en medio de las negociaciones comerciales entre el Mercosur y la Unión Europea. Otros, como Italia o Hungría, con gobiernos ultranacionalistas, ven en Bolsonaro un amigo con el que comparten objetivos: sacar a la izquierda de los liderazgos y poner freno a la inmigración.
Todas estas cuestiones y alianzas deberán esclarecerse más pronto que tarde, mediante avance la administración del ex capitán del Ejército en un país compuesto por más de 208 millones de personas.