SANTIAGO.- Desde la fábrica de fundición, la empresa minera sueca Boliden envió unas 20.000 toneladas de residuos que incluyeron plomo, arsénico y mercurio. Estos desechos fueron transportados por la empresa chilena Promell, que los depositó en la periferia de Arica.
Un grupo de 796 demandantes acusó daños a su salud por la recepción de estos residuos y exigieron una indemnización de $7.500 millones. Pese a eso, la Corte del distrito de Skellefteå absolvió a la empresa de pagar este monto.
Parte de la demanda documenta relatos de pobladores chilenos, los cuales en la década siguiente a la recepción de desechos tóxicos empezaron a constatar daños en la salud, como cáncer, tos crónica y dolores en articulaciones y huesos.
En esta ocasión, el juicio incorporó declaraciones de afectados desde tribunales en Chile, los cuales a través de videoconferencias dieron a conocer su testimonio, con la ayuda de traductores.