El caso de Brito motivó la toma de la escuela de Derecho de la Universidad de Chile.
El Mercurio.
SANTIAGO.- Sofía Brito, la estudiante de Derecho de la Universidad de Chile que denunció el caso de acoso sexual que paralizó a esa facultad y dio inicio a una serie de movimientos feministas dio a conocer este miércoles su testimonio y los costos que tuvo que pagar al acusar a su profesor y ex presidente del Tribunal Constitucional (TC), Carlos Carmona.
En entrevista con Natalia Valdebenito en Súbela Radio, la alumna —quien es parte de la Coordinadora Feminista Universitaria, de la Secretaría de Sexualidades y Género de la Fech— relató parte de los hechos que quedaron plasmados en su denuncia contra el académico, que presentó el 24 de agosto de 2017 al decano Davor Harasic.
En ese contexto, Brito, aseguró que "para mí fue difícil tomar la decisión de hablar porque contar nuevamente lo que viví es un tema duro (...) La primera vez que me sentí incómoda yo le dije que habían límites corporales".
“Justamente después de que pasa este episodio, él empieza a manipular esta situación: que no podía trabajar conmigo si yo ponía límites, que él tenía que conocerme en todas las esferas de mi vida. Pueden haber relaciones de confianza mientras sean consentidas pero esta seguidilla de hechos fueron difícil para mí de sobrellevar”, añadió.
Según la estudiante, esos hechos “fueron en escalada hasta que pasa (el episodio) cuando me quedé dormida en el sillón del tribunal (…) (Carmona) Era un profesor muy importante. Cuando empecé a ser parte de su equipo de ayudantes, todo el mundo me decían que era la mejor oportunidad que podía tener en la vida”.
“Me costó mucho hacer una denuncia, muchos me dijeron que no denunciara. La importancia que tiene este profesor en el mundo del Derecho y del Estado hace muy difícil que le crean a una simple estudiante. Cuando denuncié sabía que tenía que restarme de muchos espacios, me costaba mucho ir a la universidad, (sabía) que me iba a topar con él. Al final la expulsada implícitamente fui yo”, recalcó.
Asimismo, aseguró que “una se vuelve feminista por necesidad. No por leer un libro sino por lo que vive en el metro, en la calle, en la casa, en todas partes. ¿Por qué tenemos que ser nosotras las que tenemos que restarnos de los espacios?”.
“Después de que hice la denuncia mucha gente se me acercó para cuestionar lo que pasó. Fue un secreto a voces en la universidad. Lo que viví ya lo viví y probablemente nadie me lo va a quitar nunca”, aseguró, y explicó que “es difícil pedirle a una compañera que denuncie con este procedimiento, porque es un proceso que demora mucho tiempo. Yo llevo 9 meses esperando una resolución”, concluyó.