SANTIAGO.- "
Reiteramos la disponibilidad de cooperar en todo lo que sea requerido", sostuvo el pasado 13 de junio el arzobispo de Santiago,
Ricardo Ezzati, luego de que la fiscalía, de forma inédita, allanara el Tribunal Eclesiástico capitalino en el marco de la investigación por abusos sexuales y de poder perpetrados por miembros de la Iglesia católica, causa que los tiene sumido en una profunda crisis.
Tras la acción encabezada por el persecutor regional de O'Higgins, Emiliano Arias, el cardenal manifestó su intención de colaborar en la indagación del Ministerio Público, misma voluntad se ha expresado en reiteradas ocasiones desde la Conferencia Episcopal.
Días después de dicha incautación, Ezzati fue citado a declarar en calidad de imputado por el caso del ex canciller de la arquidiócesis de Santiago, Óscar Muñoz, formalizado por los delitos de violación, abusos sexuales reiterados y estupro. Y es que durante el allanamiento se habrían encontrado antecedentes que podrían vincularlo con un presunto encubrimiento de los hechos.
Así, la interrogación del presbítero se fijó -en un principio- para el pasado 21 de agoto. Sin embargo, a petición de su defensa, la fecha fue pospuesta: el miércoles 3 de octubre fue el día. Ezzati llegó hasta la sede de la fiscalía regional de O'Higgins en compañía de su abogado Hugo Rivera. Tras cerca de una hora reunidos con Arias, se informó que el cardenal se acogió a su derecho a guardar silencio. La declaración del cardenal, nuevamente, falló.
Rivera precisó que su representado no prestaría testimonio hasta que se discuta la solicitud de sobreseimiento definitivo. Y las reacciones no se hicieron esperar: "Cobarde", "se ríe de Chile" y "criminal", fueron algunas de las aseveraciones expresadas por James Hamilton y Juan Carlos Cruz, dos de las víctimas del ex párroco de El Bosque y otrora sacerdote Fernando Karadima.
Acción obispado Valparaíso
Dos días después del silencio de Ezzati, El Mercurio consignó que, tras un fallo unánime de la Corte de Apelaciones de Rancagua, se paralizó parcialmente la tramitación judicial de la investigación por eventuales encubrimientos de delitos sexuales por parte de miembros de la Iglesia.
¿La razón? El tribunal decidió acoger la orden de no innovar interpuesta por el Obispado de Valparaíso, tras cuestionar la incautación realizada el 13 de septiembre en la sede la diócesis porteña.
Resolución que implica que la fiscalía no podrá solicitar ninguna medida intrusiva -como allanamientos- por la causa, ni tampoco se podrán realizar audiencias hasta que la Corte resuelva el fondo del recurso de protección, lo que podría ocurrir en, a los menos, unas dos semanas más, quedando pendientes por revisar las solicitudes de sobreseimiento de Ezzati y Muñoz.
Arias explicó a La Segunda que el recurso del obispado de Valparaíso no pide que se anule el procedimiento, sino que implica "la devolución de un computador (incautado) y a consecuencia de eso se pide una orden de no innovar. La verdad es que no tiene ningún sentido, en qué puede influir, que la causa siga su curso mientras no se devuelva un computador".
En cuanto a los alegatos de dicha diócesis, quienes dicen que no se les ofició con 48 horas de anticipación que se haría un allanamiento -como lo estipula la ley en caso de incautación a recintos militares y eclesiásticos- , el persecutor aclaró que la fiscalía puede solicitar a un juzgado de garantía que se "excepcione" esa notificación. "Es lo que ocurrió en este caso y en todos los casos (...). La verdad es que no tiene mucho sentido avisar que se va a allanar cuando lo que se está investigando es un encubrimiento".
"Perdón sin acción no es perdón"
"Perdón sin acción no es perdón", sostuvo sobre estos dos casos el doctor en historia y experto en Iglesia católica, Marcial Sánchez. Es que, pese a las contantes muestras de arrepentimiento de parte de la jerarquía eclesial chilena, sumado a las afirmaciones de que cooperarán con la justicia, para el experto el silencio de Ezzati y la paralización en las investigaciones por encubrimiento, solo "entorpecen" el proceso.
"Una de las cosas de la acción del perdón es ayudar en investigaciones. Lo dijo el Sumo Pontífice", agregó. E insistió en que algunos obispos -no todos- "todavía están muy preocupados de su propia relación con ellos mismos; su propia relación personal más que la vida eclesial. Están más preocupados de su futuro, porque se han dado cuenta de que efectivamente el Papa ha tomado decisiones que ellos no esperaban".
"También se están dando cuenta de que la fiscalía pertinente está haciendo el trabajo de investigación, que en algún momento, probablemente, pensaron que no se iba a hacer con la profundidad que se está haciendo", añadió Sánchez, agregando que ciertas autoridades eclesiales están "bastante cautelosas".
"Todavía (algunos obispos) están muy preocupados de su propia relación con ellos mismos; su propia relación personal más que la vida eclesial. Están más preocupados de su futuro".
Marcial Sánchez
Para la teóloga de la Universidad Católica,
Claudia Leal, ambos hechos dan cuenta de "un problema de fondo:
La Conferencia Episcopal, en general, ha sido muy tibia en la adhesión de Francisco sobre la crisis. Francisco ha dicho que estos no son casos, estamos hablando de una cultura del abuso y el encubrimiento de la cual todos somos parte".
"Se debilitan los demás arzobispados
Según el teólogo y doctor en filosofía moral de la Universidad de Chile, Álvaro Ramis, "la opinión pública no puede entender con claridad esta actitud", enfatizando en la decisión de Ezzati de no dar testimonio.
(El silencio de Ezzati) genera un marco de interpretación de la actitud de toda la Iglesia, quedando en invisibilidad todas las otras prácticas de otras diócesis donde se ha tratado de avanzar en esta materia con mucha mayor voluntad."
Álvaro Ramis
Si bien reconoció que el cardenal está en su derecho, aseguró que "
en el actual momento, donde se han declarado tantas intenciones de colaborar con la justicia, debería la defensa tener una estrategia distinta que tenga en cuenta justamente estos compromisos".
Seguido de ello, el teólogo sostuvo que esta determinación de Ezzati "debilita a los demás obispados", considerando, según dijo, que la arquidiócesis de Santiago es "la cabeza de la Iglesia", por lo que "genera un marco de interpretación de la actitud de toda la Iglesia, quedando en invisibilidad todas las otras prácticas de otras diócesis donde se ha tratado de avanzar en esta materia con mucha mayor voluntad".
"Es importante que el arzobispado de Santiago asuma ese criterio", recalcó.
Quiebre en la Conferencia Episcopal
Respecto a las relaciones entre los obispos, Sánchez fue claro: "La Conferencia Episcopal está quebrada, aunque digan lo contrario, pero está quebrada".
"Hay personas que quieren avanzar en el proceso, el cual instala el Papa, quien pide que efectivamente haya transparencia en los abusos cometidos en Chile", a diferencia de otros, precisó, que están más preocupados de que la justicia "no los toque".
Para el historiador, un ejemplo del quiebre al interior del episcopado fue el polémico manual publicado por el Arzobispado de Santiago la semana pasada, el cual entregaba una serie de consejos para personas con cargos ministeriales, en donde no se recomendaba dormir con menores o tocar genitales.
"El obispo de Arica (Moisés Atisha) cuando sale este documento dice 'cada obispado es diferente y actúa en forma diferente'", aludiendo a la distancia que se ha "empezado a provocar. Acá hay personeros de la Iglesia católica que no tienen nada que ver".
Leal, por su parte, fue más allá: "Hay un quiebre, de hecho, en la Conferencia Episcopal, pero es muy antiguo. Arranca probablemente desde el 2010, cuando comenzaron a visibilizarse los relatos de abusos".
