La Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado presentó este martes los resultados de la primera encuesta que mide el impacto del aislamiento social en la salud mental de los chilenos durante la pandemia del coronoavirus, detectando las principales emociones y preocupaciones que provoca el confinamiento.
De acuerdo al estudio, realizado por Paula Dagnino, jefa del área clínica de la Facultad de Sicología de la UAH, y Verónica Anguita, investigadora del Centro de Ética de la UAH; los principales resultados arrojan que las emociones actuales predominantes de las personas consultadas son preocupación (67%), ansiedad (60%), inquietud (41,8%), angustia (41%) y problemas para dormir (40,6%).
Asimismo, lo que más preocupa a futuro es la
salud en general (55%) y la incertidumbre laboral (53%). En cuanto a las percepciones por género, el informe destaca que las mujeres reconocen más sensaciones que los hombres de modo significativo, lo que se traduce en que sus porcentajes de selección son más altos en casi todas las variables a excepción de aburrimiento.
Por ejemplo, las mujeres sienten más miedo que los hombres (35% versus 20%), mayor preocupación (68% versus 61%), más ansiedad (62% versus 51%) y el casi el doble de angustia (44% versus 27%. El único indicador en el que la tendencia es contraria es en aburrimiento, donde los hombres marcan un 40% y las mujeres un 33%.
Sobre el tema laboral, la encuesta indagó sobre las diferencias que existen entre quienes son trabajadores dependientes o independientes. Dentro del primer grupo, existe la sensación de angustia (41%), ansiedad (63%), problemas para dormir (41%), números que son significativamente más altos que los evidenciados por el segundo.
En relación con sus preocupaciones a futuro, los dependientes se inclinan por la salud mental (33,7%) y salud general (57%), mientras que entre los independientes predomina la preocupación por el tema laboral (62% versus un 50%). "Esto no significa que a los dependientes no les importe, pero los resultados enunciados son superiores a los otros", explicaron.
Cabe destacar que la encuesta se realizó en línea desde el 23 de marzo hasta el 15 de abril y fue respondida por 3.976 personas. De ellas, un 79,7% eran mujeres, con un promedio de edad de 42 años. El 82% declaró formación universitaria y/o postgrado y llevaban en promedio 16 días de aislamiento social (obligatoria o voluntaria) al día que terminó la encuesta.
En relación con su ocupación, un 50% de los sujetos son dependientes, un 25% independiente y otro 25% conformado por dueñas de casa, jubilados y cesantes.
Preocupación por salud mental
Según el estudio, más de un tercio de la muestra, (1.537 personas, un 39%), se encontraba con apoyo psicológico y/o psiquiátrico al momento de responder la encuesta. De ellas, 555 se encontraban consumiendo fármacos indicados para tratar patologías relacionadas con ansiedad, depresión y dificultades en las relaciones interpersonales.
De las personas que dijeron encontrarse con apoyo psicológico y/o psiquiátrico antes del aislamiento, un 33% continúa recibiendo apoyo de manera virtual de parte de sus tratantes a través de medios diversos, predominando las video llamadas. El 97% de ellos lo encuentra raro, pero lo evalúa finalmente como una experiencia positiva e incluso excelente.
Del total de consultados, un poco mas de la mitad (53%) cree que necesitará ayuda psicológica después de pasar esta crisis. "Esto nos pone en una encrucijada que deberemos ser capaces de enfrentar.
Será una segunda pandemia posterior a la del covid-19", aseguraron desde la casa de estudios.
Al consultar sobre la eventualidad de contar con terapia virtual, los que señalan afirmativamente, al mismo tiempo dicen que sí funciona para ellos. "Esto podría ser un aporte importante a la hora de pensar en estrategias para afrontar la necesidad futura de apoyo psicológico", dicen desde la facultad de Psicología.
"Probablemente, para las políticas públicas, la confirmación de la efectividad de todas las iniciativas que han surgido en el último tiempo puede convertirse en un puntapié para incentivar la consulta a la distancia para paliar en parte la dificultad de acceso, así como la posibilidad de facilitar el inicio de la práctica clínica entre profesionales que están recién comenzando", añadieron.
Finalmemte, el estudio concluye que ese método "podría ser una manera de intervenir y de disminuir la desigualdad, ya que permitiría a más personas acceder a esta ayuda, personas que no lo pueden hacer por factores económicos, contextuales como tener niños o adultos mayores a su cuidado, por las largas distancias que deben recorrer en el día o por la dificultad con sus empleadores para darles permiso para salir".