A fines de agosto, el informe epidemiológico del Ministerio de Salud indicaba que Punta Arenas se había convertido en la comuna con más casos activos de covid-19 a nivel nacional: 810 pacientes contagiados. La ciudad llevaba ya una semana de vuelta en cuarentena obligatoria, luego de haber retrocedido desde Preparación a Transición. De Punta Arenas, explicaba su alcalde Claudio Radonich, se podían extraer lecciones.
"Normalizamos la anormalidad, y con esa situación vino el relajo, el acostumbramiento. Ya no hay miedo", dijo a Emol. El jefe comunal atribuía en gran medida el rebrote en la ciudad a lo que ocurría diariamente después de las 6 de la tarde, cuando los trabajadores terminaban sus labores. "Se juntaban con el vecino, iban a ver a la mamá, a los primos. Esa es la parte que más se ha relajado", dijo.
Es algo que ha ocurrido también en Europa y en otros puntos del mundo. Según el New York Times, en el estado de
Maryland, en EE.UU., el 23% de los nuevos casos se podían trazar a fiestas en casas y el 21% a eventos al aire libre, pero el porcentaje de contagios era mucho mayor en actividades menos masivas:
44% de los nuevos diagnósticos se trazaron a encuentros familiares.
La situación genera preocupación sobre todo debido a los factores que confluyen este mes de septiembre: mientras se acercan las Fiestas Patrias, una tradicional ocasión de encuentro en el país, también muchas comunas recuperan más movilidad. Las siete comunas en Preparación ya no tienen cuarentena los fines de semana y ya se permite el funcionamiento de restaurantes al aire libre. Las reuniones sociales, de a poco, resurgen.
En ese contexto, el concepto de "falsa confianza" apareció en las redes sociales. Una imagen muy viralizada lo resumía así: "Voy donde mi amigo porque él se cuida. Vive con la hermana y ella se cuida porque sólo se encuentra con el novio, quien todos los días se cuida mucho porque viaja en auto con dos compañeros de trabajo. El papá de mi amigo también se cuida y sólo se reúne con los amigos de siempre. Entonces como mi amigo se cuida y yo me cuido, vamos a ir a una pequeña fiesta con gente que se cuida igual".
La situación, explica la presidenta de la Sociedad Chilena de Epidemiología, María Paz Bertoglia, es más compleja de lo que aparenta. "Cuando yo me junto con alguien, no solamente me estoy juntando con esa persona, sino que con todas las personas con las que ese individuo estuvo en contacto en los últimos 14 días", advierte.
"Que sean familia no quiere decir que son inmunes"
"Cada vez que nosotros salimos de nuestra casa, que nos juntamos con alguien, cada vez que recibimos a alguien en nuestra casa hay un riesgo. Por lo tanto, para protegernos a nosotros y al resto, siempre debiéramos extremar las precauciones y pensar que podemos ser un caso sospechoso que puede contagiar a alguien, que esa persona se puede complicar y morir por eso", explica Bertoglia, académica también de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile.
En este momento, dice la epidemióloga, existe conciencia del peligro que traen actividades como las fiestas clandestinas, pero hay una percepción muy distinta de juntas sociales más pequeñas. "Y el riesgo es súper alto, porque en Chile todavía tenemos una transmisión comunitaria, lo que quiere decir que no se pueden trazar todas las cadenas de contagio. Necesitamos que la gente comprenda que, independiente del relato personal y de que quizás yo haya estado con pocas personas, la gente con la que me junto también ha estado con otras", dice.
"Necesitamos que la gente comprenda que, independiente del relato personal y de que quizás yo haya estado con pocas personas, la gente con la que me junto también ha estado con otras"
María Paz Bertoglia
Lo mismo ve el académico de la Facultad de Medicina UC, Jaime Sapag. "Estos espacios de encuentro, que se ven incluso dentro del marco de la legalidad y de las etapas correspondientes al plan Paso a Paso, también implican un riesgo, y es importante que todos lo consideremos: siempre que interactuamos de cerca físicamente va a haber un riesgo tanto para uno como para el otro", explica a Emol.
"Uno está juntándose con esa persona y también con su historia cercana de encuentros y relaciones. Es muy difícil asegurar que toda la gente con la que uno se encontró antes -que ha ido a los supermercados, salido a pasear o se ha encontrado con otros, aunque sea por tiempos cortos- no está contagiada, porque muchas veces la enfermedad se da de forma asintomática", agrega.
Para el especialista en Salud Pública, lo ideal es que, "si nos vamos a encontrar con alguien, ojalá esa persona haya estado con el menor riesgo previo: en su casa, en cuarentena, que haya salido lo mínimo y no haya estado interactuando con otras personas, aunque sean familiares". "Las juntas familiares son emocionalmente relevantes, pero que sean familia no quiere decir que son inmunes o que no se van a contagiar", apunta.
Las burbujas sociales
En este contexto, reflota el concepto de lo que se ha llamado en otros países como "burbujas sociales" o "anillos". "Se habla de grupos pequeños de personas, de entre cinco y diez, que puedan mantener mayor contacto entre sí, con el compromiso de que no van a tener contacto con terceros", explica Sapag.
"Hay experiencia en varios países en Oceanía o Europa. Lo que se hace difícil es asegurar que no haya contactos fuera de la burbuja, o que desde el principio todos estén sin covid, porque podría haber alguno asintomático entre medio", describe. El escenario, dice, es de menor riesgo que si se permite que todos interactúen con todos, aunque su influencia en la trazabilidad puede ser doble: limita el número de contactos estrechos de cada persona, pero la circulación de asintomáticos y las actividades sociales podrían dificultar el rastreo de los contagios.
Un ejemplo hipotético: una pareja que se junta con los padres de uno un día y con los del otro al día siguiente. Los padres, en los demás días, se reúnen con sus otros hijos y sus parejas, quienes también han visitado a sus padres. Aunque se reduce a parejas y padres, el círculo es amplio.
"Pero es complicado, incluso si se da entre familias, porque en Chile generalmente la familia extendida es amplia",afirma. Un ejemplo hipotético: una pareja que se junta con los padres de uno un día y con los del otro al día siguiente. Los padres, en los demás días se reúnen con sus otros hijos y sus parejas, quienes también han visitado a sus padres. Aunque se reduce a parejas y padres, el círculo es amplio.
Para Bertoglia, es difícil hacer comparaciones internacionales. "Todas las sociedades tienen una forma diferente de comportarse. Nosotros, como latinos, somos súper dados a las reuniones donde nos juntamos, nos abrazamos, nos besuqueamos. En otros países ni siquiera tienen que decirle a la gente que no se junte tanto, porque su cultura no es de juntarse", comenta.
"Las prácticas como las burbujas sociales son súper útiles y vamos a tener que revisarlas y aprender de ellas, pero también adaptarlas a nuestro propio contexto cultural", concluye. "No podemos llegar y copiar una buena idea de otro país sin hacernos cargo de nuestra propia idiosincrasia, porque eso puede hacer fracasar una política".